¿De qué se ríe, señor Calderón?
ÁLVARO DELGADO
MÉXICO, D.F., 4 de mayo (apro).- Como lo ha hecho en otras ocasiones, venga o no al caso, Felipe Calderón dispuso, la noche del miércoles 29 de abril, justo en la cúspide de la emergencia por la epidemia gripal, de 17 minutos seguiditos en radio y televisión para enviar un mensaje a la nación, en el que volvió a tutear a los mexicanos y sonriente, como festejando una puntada, predicó sobre el ocio en el hogar.
La sonrisita no se le borró a Calderón del rostro, habitualmente adusto por su consabido mal humor, ni cuando por primera vez expresó sus condolencias a los deudos de los muertos por la epidemia que ha exhibido la ineptitud gubernamental y cuya cifra real nadie conoce, en vista de la maraña de números que, desde la noche misma en que se decretó la emergencia --el jueves 23--, han confundido inclusive a la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Viene al caso el lugar común: La primera víctima ha sido, en efecto, la verdad.
Pero detrás del manejo convenenciero de la epidemia, cuyos riesgos evidentemente existen y sobre los cuales la ciudadanía ha contrarrestado con muestras de ejemplar solidaridad con sus semejantes --algo que ni siquiera los curas ni los propios funcionarios han sido capaces de practicar, como el uso de tapabocas, por lo visto inútiles--, se trata de esconder y manipular la atroz realidad que atormenta a los mexicanos.
No es sólo el problema de la inseguridad que no ha logrado ser abatida por el gobierno con su "guerra" contra el narcotráfico --y que este fin de semana produjo 42 muertos--, sencillamente porque no es veraz ese empeño y perfila, en realidad, un peligro para los ciudadanos, sobre todo después de las aberrantes reformas que aprobó el Congreso, casi a hurtadillas, que le dan un inmenso poder a Calderón para ejercer el espionaje y la represión contra los ciudadanos a través de Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública.
La aprobación de la Ley de la Policía Federal, que autoriza un solo mando para operar en todo el territorio nacional mediante acciones encubiertas –usuarios simulados y sin uniforme--, y la intervención en todas las comunicaciones privadas –incluyendo todas las telecomunicaciones--, implica un eslabón más en la cadena represiva dispuesta por Calderón, ante el hartazgo que representa el fracaso económico de su breve pero catastrófica gestión, sólo igualable a la de Ernesto Zedillo.
Y es que éste es, en efecto, el principal problema del México de hoy: Las propias cifras oficiales del estado que guarda la economía de México van consolidando un colapso semejante al padecido por los mexicanos por el "error de diciembre" de 1994, que se materializó, al año siguiente, con el desplome de 6% del Producto Interno Bruto (PIB) en el primer trimestre.
La cifras de la Secretaría de Hacienda y del Banco de México, además del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de bancos propiedad de extranjeros que operan en el país, apuntan a un retroceso promedio de 5% anual, una estimación muy conservadora si se tiene en cuenta que se han hecho añicos todas las predicciones desde el año pasado, cuando el frívolo Agustín Carstens predijo un "catarrito".
Esos mismos organismos públicos y privados modificaron sus vaticinios a los largo de 2008, todavía con indicadores a la alza, y a principios de este año preveían que, en el peor de los casos, México observaría un "crecimiento cero", de suyo negativo, pero jamás anticiparon los números tan catastróficos de ahora.
Sólo en el primer trimestre del año, la economía cayó 7%, cifra inédita desde 1995, y la actividad industrial registra cifras peores, como las manufactureras, que se desplomaron 16% y la construcción 11.3%, el valor de las exportaciones se cae mes con mes: 31.5% en enero, 29.6% en febrero y 25.1% en marzo.
Obviamente el empleo, el sello que Calderón le quiso dar a su fracasada gestión, observa cifras de miedo: En enero significó 5% de la Población Económicamente Activa, la más alta justamente desde 1995, pero en febrero empeoró, 5.3%, y en marzo fue de 4.76%. O sea que hay unos 2 millones 200 mil personas desempleadas, 300 mil más que en diciembre pasado.
Este año, según el Banco de México, perderán su empleo hasta casi medio millón de mexicanos.
El panorama económico, que ciertamente es global, pero que también tiene que ver con las decisiones que se toman desde el gobierno local, no da para la sonrisa de Calderón, salvo que --como lo ha hecho en otras ocasiones-- sea una burla por acciones insanas que pronto conoceremos.
Pero no hay duda: Como Carlos Salinas, Calderón empezó mal y terminará mal.
Apuntes
Se cumplieron tres años de la represión ordenada por Vicente Fox y Enrique Peña Nieto con la anuencia, por supuesto, de Calderón, contra los campesinos de San Salvador Atenco, Estado de México, que resistieron la construcción del aeropuerto. La respuesta de esos personajes fue el asesinato, las vejaciones y la cárcel contra los manifestantes, un trato peor que a los criminales. El dirigente principal, Ignacio del Valle, está condenado a 112 años de prisión y penas igual de irracionales se les dictaron a otros 11 prisioneros. La venganza no es justicia…
Comentarios: delgado@proceso.com.mx
La sonrisita no se le borró a Calderón del rostro, habitualmente adusto por su consabido mal humor, ni cuando por primera vez expresó sus condolencias a los deudos de los muertos por la epidemia que ha exhibido la ineptitud gubernamental y cuya cifra real nadie conoce, en vista de la maraña de números que, desde la noche misma en que se decretó la emergencia --el jueves 23--, han confundido inclusive a la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Viene al caso el lugar común: La primera víctima ha sido, en efecto, la verdad.
Pero detrás del manejo convenenciero de la epidemia, cuyos riesgos evidentemente existen y sobre los cuales la ciudadanía ha contrarrestado con muestras de ejemplar solidaridad con sus semejantes --algo que ni siquiera los curas ni los propios funcionarios han sido capaces de practicar, como el uso de tapabocas, por lo visto inútiles--, se trata de esconder y manipular la atroz realidad que atormenta a los mexicanos.
No es sólo el problema de la inseguridad que no ha logrado ser abatida por el gobierno con su "guerra" contra el narcotráfico --y que este fin de semana produjo 42 muertos--, sencillamente porque no es veraz ese empeño y perfila, en realidad, un peligro para los ciudadanos, sobre todo después de las aberrantes reformas que aprobó el Congreso, casi a hurtadillas, que le dan un inmenso poder a Calderón para ejercer el espionaje y la represión contra los ciudadanos a través de Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública.
La aprobación de la Ley de la Policía Federal, que autoriza un solo mando para operar en todo el territorio nacional mediante acciones encubiertas –usuarios simulados y sin uniforme--, y la intervención en todas las comunicaciones privadas –incluyendo todas las telecomunicaciones--, implica un eslabón más en la cadena represiva dispuesta por Calderón, ante el hartazgo que representa el fracaso económico de su breve pero catastrófica gestión, sólo igualable a la de Ernesto Zedillo.
Y es que éste es, en efecto, el principal problema del México de hoy: Las propias cifras oficiales del estado que guarda la economía de México van consolidando un colapso semejante al padecido por los mexicanos por el "error de diciembre" de 1994, que se materializó, al año siguiente, con el desplome de 6% del Producto Interno Bruto (PIB) en el primer trimestre.
La cifras de la Secretaría de Hacienda y del Banco de México, además del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de bancos propiedad de extranjeros que operan en el país, apuntan a un retroceso promedio de 5% anual, una estimación muy conservadora si se tiene en cuenta que se han hecho añicos todas las predicciones desde el año pasado, cuando el frívolo Agustín Carstens predijo un "catarrito".
Esos mismos organismos públicos y privados modificaron sus vaticinios a los largo de 2008, todavía con indicadores a la alza, y a principios de este año preveían que, en el peor de los casos, México observaría un "crecimiento cero", de suyo negativo, pero jamás anticiparon los números tan catastróficos de ahora.
Sólo en el primer trimestre del año, la economía cayó 7%, cifra inédita desde 1995, y la actividad industrial registra cifras peores, como las manufactureras, que se desplomaron 16% y la construcción 11.3%, el valor de las exportaciones se cae mes con mes: 31.5% en enero, 29.6% en febrero y 25.1% en marzo.
Obviamente el empleo, el sello que Calderón le quiso dar a su fracasada gestión, observa cifras de miedo: En enero significó 5% de la Población Económicamente Activa, la más alta justamente desde 1995, pero en febrero empeoró, 5.3%, y en marzo fue de 4.76%. O sea que hay unos 2 millones 200 mil personas desempleadas, 300 mil más que en diciembre pasado.
Este año, según el Banco de México, perderán su empleo hasta casi medio millón de mexicanos.
El panorama económico, que ciertamente es global, pero que también tiene que ver con las decisiones que se toman desde el gobierno local, no da para la sonrisa de Calderón, salvo que --como lo ha hecho en otras ocasiones-- sea una burla por acciones insanas que pronto conoceremos.
Pero no hay duda: Como Carlos Salinas, Calderón empezó mal y terminará mal.
Apuntes
Se cumplieron tres años de la represión ordenada por Vicente Fox y Enrique Peña Nieto con la anuencia, por supuesto, de Calderón, contra los campesinos de San Salvador Atenco, Estado de México, que resistieron la construcción del aeropuerto. La respuesta de esos personajes fue el asesinato, las vejaciones y la cárcel contra los manifestantes, un trato peor que a los criminales. El dirigente principal, Ignacio del Valle, está condenado a 112 años de prisión y penas igual de irracionales se les dictaron a otros 11 prisioneros. La venganza no es justicia…
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