Recrimina AMLO a revista Proceso falsedades publicadas en su contra
Por Redaccion SDPnoticias.com/SDP
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19 de Mayo, 2009 - 05:00 — Ciudad de México
Atribuye a "duendes en la redacción" ataques en su contra
"No hay duendes" responde la revista
El Presidente Legítimo de México, Andrés Manuel López Obrador, desmintió las afirmaciones de la revista Proceso sobre presuntas actitudes "poco éticas" por parte de AMLO.
López Obrador atribuyó la redacción de esas afirmaciones, y otros ataques contra AMLO publicados en la revista Proceso, a "duendes que existen en la redacción de la revista Proceso."
En la carta dirigida al director editorial de Proceso, Rafaél Rodríguez Castañeda, AMLO señala: "no estoy dispuesto a aceptar ningún señalamiento que, sin fundamento alguno, afecte mi honestidad y mis principios, lo que estimo más importante en mi vida".
Proceso respondió a la carta de AMLO asegurando que "no hay duendes" sino "seres humanos libres, valerosos y apasionadamente comprometidos con la profesión periodística."
Fuentes cercanas al Gobierno Legítimo informaron a SDP que la razón por la cual AMLO envió la carta a Proceso se relaciona con el esfuerzo de la revista por obtener un contrato de publicidad con el gobierno federal panista.
En su edición del 10 de mayo de 2009, la hija de Julio Scherer, María Scherer Ibarra, publicó una nota dando a conocer que Proceso interpondría una queja por violaciones de derechos humanos contra el gobierno panista de Felipe Calderón por negarse a darle publicidad, algo que no ocurre con otras publicaciones de mucho menor tiraje, antigüedad o prestigio.
Esta es la carta de AMLO publicada por Proceso:
Una vez más sostengo que nunca he visto a Carlos Ahumada Kurtz. Es mentira su dicho de que me reuní con él en un hotel de Villahermosa. Jamás hablé por teléfono para tratar el asunto de los adeudos del PRD con Televisa. No establezco relaciones de complicidad con nadie. En pocas palabras, no soy corrupto.
Justo por esa razón, la mafia del poder y del dinero que domina en el país ha querido destruirme: primero con los escándalos de los videos, luego con el desafuero y después con el fraude electoral de 2006. De todo esto he hablado tanto en mi libro La mafia nos robó la Presidencia, como en discursos y escritos posteriores.
Pero independientemente de lo anterior, el propósito de estas líneas es expresar mi desacuerdo con la actitud de los duendes que existen en la redacción de la revista Proceso. Obviamente, no generalizo, no incluyo a don Julio Scherer, a Carlos Monsiváis, a Miguel Ángel Granados Chapa, a Enrique Maza, a Enrique Semo, a Naranjo, ni a otros que enaltecen cotidianamente el oficio del periodismo.
Mi crítica va dirigida a quienes, invocando una supuesta pluralidad, nos calumnian para complacer a la derecha. A ellos atribuyo aquella portada de Proceso (1539), durante la campaña electoral de 2006, en plena guerra sucia, donde se me inventó la afirmación “la estrategia soy yo”. De la misma manera, en marzo de este año, con motivo de la detención del director de la cárcel municipal de Cancún, Marco Antonio Mejía, acusado por presuntos vínculos con el narcotráfico, publicaron una nota bajo el título “Puma, peligrosamente cerca de AMLO” (Proceso 1688), donde lo presentan como “una persona de todas mis confianzas” y como supuesto “coordinador de mi equipo de seguridad durante la campaña de 2006”, quien manejó “información sensible”. Otro ejemplo está en su más reciente edición (Proceso 1697), en la cual, al comentar el libro de Carlos Ahumada, se llega a decir que dicho personaje me “exhibe en actitudes poco éticas”.
Subrayo estos ejemplos por tres razones básicas: porque muchos de los lectores de Proceso participan en el movimiento de resistencia que encabezo y estoy obligado a informarles. Lo hago también porque Proceso es uno de los pocos espacios que no están al servicio de la mafia, de la oligarquía que, ante la debacle del país, quiere evadir su responsabilidad sembrando la idea de que todos los políticos somos iguales. Y por último, porque no estoy dispuesto a aceptar ningún señalamiento que, sin fundamento alguno, afecte mi honestidad y mis principios, lo que estimo más importante en mi vida. Además, siempre he sostenido que nadie puede aspirar a dirigir a un movimiento de renovación sin autoridad moral y política. Es cierto que la llamada sociedad política está podrida, pero la inmensa mayoría del pueblo de México no está enferma ni de codicia ni de odio, y muchos están participando en la transformación del país.
Soy partidario de la prensa libre. Pero defenderé en todo momento mi dignidad y el derecho del pueblo a la esperanza.
Atentamente
Andrés Manuel López Obrador
En la carta dirigida al director editorial de Proceso, Rafaél Rodríguez Castañeda, AMLO señala: "no estoy dispuesto a aceptar ningún señalamiento que, sin fundamento alguno, afecte mi honestidad y mis principios, lo que estimo más importante en mi vida".
Proceso respondió a la carta de AMLO asegurando que "no hay duendes" sino "seres humanos libres, valerosos y apasionadamente comprometidos con la profesión periodística."
Fuentes cercanas al Gobierno Legítimo informaron a SDP que la razón por la cual AMLO envió la carta a Proceso se relaciona con el esfuerzo de la revista por obtener un contrato de publicidad con el gobierno federal panista.
En su edición del 10 de mayo de 2009, la hija de Julio Scherer, María Scherer Ibarra, publicó una nota dando a conocer que Proceso interpondría una queja por violaciones de derechos humanos contra el gobierno panista de Felipe Calderón por negarse a darle publicidad, algo que no ocurre con otras publicaciones de mucho menor tiraje, antigüedad o prestigio.
Esta es la carta de AMLO publicada por Proceso:
Una vez más sostengo que nunca he visto a Carlos Ahumada Kurtz. Es mentira su dicho de que me reuní con él en un hotel de Villahermosa. Jamás hablé por teléfono para tratar el asunto de los adeudos del PRD con Televisa. No establezco relaciones de complicidad con nadie. En pocas palabras, no soy corrupto.
Justo por esa razón, la mafia del poder y del dinero que domina en el país ha querido destruirme: primero con los escándalos de los videos, luego con el desafuero y después con el fraude electoral de 2006. De todo esto he hablado tanto en mi libro La mafia nos robó la Presidencia, como en discursos y escritos posteriores.
Pero independientemente de lo anterior, el propósito de estas líneas es expresar mi desacuerdo con la actitud de los duendes que existen en la redacción de la revista Proceso. Obviamente, no generalizo, no incluyo a don Julio Scherer, a Carlos Monsiváis, a Miguel Ángel Granados Chapa, a Enrique Maza, a Enrique Semo, a Naranjo, ni a otros que enaltecen cotidianamente el oficio del periodismo.
Mi crítica va dirigida a quienes, invocando una supuesta pluralidad, nos calumnian para complacer a la derecha. A ellos atribuyo aquella portada de Proceso (1539), durante la campaña electoral de 2006, en plena guerra sucia, donde se me inventó la afirmación “la estrategia soy yo”. De la misma manera, en marzo de este año, con motivo de la detención del director de la cárcel municipal de Cancún, Marco Antonio Mejía, acusado por presuntos vínculos con el narcotráfico, publicaron una nota bajo el título “Puma, peligrosamente cerca de AMLO” (Proceso 1688), donde lo presentan como “una persona de todas mis confianzas” y como supuesto “coordinador de mi equipo de seguridad durante la campaña de 2006”, quien manejó “información sensible”. Otro ejemplo está en su más reciente edición (Proceso 1697), en la cual, al comentar el libro de Carlos Ahumada, se llega a decir que dicho personaje me “exhibe en actitudes poco éticas”.
Subrayo estos ejemplos por tres razones básicas: porque muchos de los lectores de Proceso participan en el movimiento de resistencia que encabezo y estoy obligado a informarles. Lo hago también porque Proceso es uno de los pocos espacios que no están al servicio de la mafia, de la oligarquía que, ante la debacle del país, quiere evadir su responsabilidad sembrando la idea de que todos los políticos somos iguales. Y por último, porque no estoy dispuesto a aceptar ningún señalamiento que, sin fundamento alguno, afecte mi honestidad y mis principios, lo que estimo más importante en mi vida. Además, siempre he sostenido que nadie puede aspirar a dirigir a un movimiento de renovación sin autoridad moral y política. Es cierto que la llamada sociedad política está podrida, pero la inmensa mayoría del pueblo de México no está enferma ni de codicia ni de odio, y muchos están participando en la transformación del país.
Soy partidario de la prensa libre. Pero defenderé en todo momento mi dignidad y el derecho del pueblo a la esperanza.
Atentamente
Andrés Manuel López Obrador
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