Por Eduardo Ibarra
Atentado contra la libertad de expresiòn
Dentro del arsenal de que dispone el aparato comunicacional de la Presidencia de la República para someter a sus políticas a los medios que cumplen con la obligación de informar y opinar --sin omitir a ninguno de los actores políticos, los agentes económicos y sociales, así como desde la pluralidad--, está adquiriendo mucha fuerza el uso de los recursos públicos, provenientes de los impuestos de todos los mexicanos, para premiar lealtades y castigar disidencias.
El uso faccioso del abundante presupuesto para comunicación social fue puesto a la orden del día por el gobierno de la alternancia en el Ejecutivo federal, a cargo de Vicente Fox Quesada , en contra de Proceso , CNI Canal 40, enseguida contra Monitor y La Jornada .
Si en algo se observa el continuismo entre el gobierno de la autodenominada pareja presidencial y el de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa es que éste heredó los desencuentros y ajustes de cuentas del bipolar con los referidos medios.
A través de su coordinador general de Comunicación Social, Gerardo Maximiliano Cortázar Lara , el otrora baterista de Timbiriche , amplió la lista de castigados con la negativa de propaganda oficial a las revistas Contralínea , Emeequis y ahora también a Forum . Incluso, algunos destacados alumnos, como el gobernador Juan Manuel Oliva Ramírez , sometió a los diarios guanajuatenses a.m. al boicot publicitario.
Con una carrera meteórica en la comunicación gubernamental, Gerardo Maximiliano está demostrando con creces que, como cuentan algunos comunicadores del establecimiento panista, “Una cosa es pegarle a la batería y otra mantener interlocución con los medios. Yo no le conozco ni un pie de foto. ¿Cómo puede comunicar así?”
Lo más grave es que ante la revista Líderes Mexicanos (2-VII-07), el funcionario de 42 años, presumió como propia la “exitosa estrategia de comunicación en la campaña a la Presidencia de Calderón, que a pesar de haber sido descrita como guerra sucia por sus oponentes, él describe como ‘campaña de contrastes'”.
Con la política en curso, de castigo a los medios que no se subordinan a los proyectos de Los Pinos, Cortázar Lara revela, como dice una fuente gubernamental que no me autorizó a revelar su nombre, “una política derivada de las características de su personalidad”, que por encima de las agobiantes necesidades presidenciales crea más conflictos de los que contribuye a resolver.
“¿Ustedes nos apoyaron durante la campaña presidencial?”, es la pregunta preferida que formula el baterista a sus interlocutores que dirigen diarios y revistas, corroborando con ello que no es lo mismo aporrear un instrumento musical que dirigir la comunicación presidencial, atropellando incluso las atribuciones de ley que tiene asignadas la Secretaría de Gobernación que dirige Juan Camilo Mouriño Terrazo , a través de la Subsecretaría de Normatividad de Medios, a cargo de Irma Pía González Luna-Corvera .
Ni el secretario ni la subsecretaria hacen nada para que Cortázar respete las disposiciones legales en materia de comunicación y las funciones atribuidas a la subsecretaría. También los directores generales de comunicación social sortean con malestar los famosos estilos de ordeno y mando del otrora músico, mismos que le generan un serio conflicto a su jefe institucional y amigo muy personal en la relación con los medios de comunicación ajenos al duopolio televisivo y el oligopolio radiofónico.
Como dijo muy claramente el Relator para la Libertad de Expresión de la Organización de Estados Americanos, Eduardo Bertoni , en una ocasión que visitó México: “el uso discrecional de la publicidad oficial para castigar y premiar es un atentado a la libertad de expresión.”
De ese tamaño es el problema que padecemos editores, lectores, televidentes y radioescuchas.
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