Julio Hernández López
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■ El vaporoso PRI
■ Opositor y de izquierda (nomás tantito)
■ Y, sin embargo, la resistencia se mueve
Dado que el PRI considera muy viable su retorno a Los Pinos en 2012, en su reciente asamblea nacional tuvo a bien hacer acomodos al vapor para tratar de colocarse como taimado opositor central del calderonismo (una oposición ventajosa, que negocia en temas como la privatizadora reforma petrolera, a cuyo tenor allanó sus propios documentos básicos, pero disiente retóricamente en otros temas) y como supuesta opción razonable de izquierda, con un giro teórico hacia la socialdemocracia que en términos prácticos le ayuda a desembarazarse de la fraseología de la Revolución Mexicana (ya electoralmente ineficaz) y a lanzar anzuelos a los ciudadanos hartos del fracaso de la derecha con botas o sin ellas y desconfiados de la viabilidad electoral futura de un perredismo enfrascado en crudos pleitos internos.
Con dos precandidatos presidenciales en punta (el gobernador del estado de México, inflado con el presupuesto público que derrocha en la promoción de su imagen, y el sonorense coordinador de los senadores priístas, que ha aprovechado la inexperiencia del equipo felipense para fortalecerse y, ahora, comenzar a distanciarse), la presidenta del partido de tres colores, Beatriz Paredes, manejó los hilos de la citada asamblea con precisión notable, abriéndose camino hacia San Lázaro, donde buscará ser la sucesora de Emilio Gamboa en la coordinación de la bancada priísta, y, a la vez, abriendo camino a los buscadores de la candidatura presidencial de 2012 para que desde 2009 peleen por el control de la estructura formal del PRI que dejará libre la tlaxcalteca de los huipiles.
La pretensión priísta de vestirse de izquierda, mediante la marca socialdemócrata, tiene la mirada puesta en la crisis del perredismo y las eventuales dificultades que tenga el lopezobradorismo para discurrir electoralmente por los cauces de los partidos del Trabajo y Convergencia en caso de que acaben totalmente cerrados los del sol azteca, tomados por un chuchismo cada vez más decidido a empujar al tabasqueño hacia la salida. El PRI de nuevo envase sería, según esos cálculos, el recolector en 2012 de la insatisfacción social generada por la exclusión en 2006 del movimiento social encabezado por López Obrador y, debidamente maquillado por los especialistas en simulación de la empresa Nueva Izquierda SA de CV, el candidato presidencial priísta que fuera (Peña Nieto o Beltrones, que con ambos tiene contratos de prestación de servicios esa firma habilitadora de imágenes, Ni Izquierda) se presentaría ante los electores como una vengadora revancha presuntamente zurda ante los excesos y errores de la derecha calderónica (en caso de que el fiestón de Los Pinos dure los seis años).
Pendiente de resolver el litigio interno (ampliamente ganado, hasta ahora, por el chuchismo, que a sus posiciones importantes en el Poder Legislativo ha sumado la conversión de la presidencia sustituta del comité nacional perredista en un instrumento de porrismo y confusión), el movimiento social más cargado genuinamente a la izquierda, el que dirige López Obrador, tiene enfrente una tarea para la que se ha preparado largamente, pero a la que le han creado un ambiente social adverso, a partir de la manipulación informativa, sobre todo en las grandes cadenas nacionales de televisión, y con el inflamiento del caso Martí, convertido intencionalmente en “la causa” nacional del momento, frente a la cual ninguna otra presión o movilización debería tener cabida.
La confección de un “movimiento ciudadano” que se estaría “empoderando” a partir de la “conmoción social” causada por uno de los muchísimos actos criminales reprobables que suceden diariamente en el país ha sido una de las formas en que desde el poder federal se pretende deslegitimar la lucha activa contra la privatización petrolera (otra forma de secuestro en sí pero, además, una futura causa estructural del incremento de la delincuencia). Luego, el mal circo armado la semana anterior en Palacio Nacional con un supuesto acuerdo contra la inseguridad pública hace que la atención mediática esté concentrada en los detalles de esa gran maniobra de distracción.
Los tiempos definitorios están, sin embargo, encima. Ayer se realizó la última de las consultas sobre el petróleo, en algunas de las entidades donde suele haber menos apoyo a las propuestas de izquierda. Hoy, con Jesús Ortega al frente, y la ausencia física, pero no política, de Cuauhtémoc Cárdenas, el perredismo colaborador presentará su propuesta de reforma en el Senado, luego de una marcha que saldrá del Monumento a la Revolución. Por su parte, el Frente Amplio Progresista ha recibido el texto final que será llevado al Congreso y defendido como la propuesta de la “izquierda” mexicana ante el problema petrolero, en un lance que compromete a esa corriente a aceptar el desenlace del proceso legislativo, pues para ello suma sus iniciativas a las de Calderón y el PRI. La decisión de llevar el mencionado texto al ámbito legislativo y convalidar con ello el procesamiento que institucionalmente se le dé generó tensas discusiones porque López Obrador estuvo en desacuerdo con esa vía, que desembocará en la aprobación por mayoría pripánica de reformas que satisfarán los apetitos privatizadores. Ayer mismo, el siempre bien dispuesto senador Graco Ramírez dio a conocer su estimación de que a mediados de septiembre estará listo el dictamen de reforma petrolera, luego de haber encontrado, en las diversas propuestas, las diferencias y, obviamente… las coincidencias.
Y, sin embargo, se mueve la resistencia civil pacífica.
Pero, mientras continúan las empeñosas gestiones ante el gobierno venezolano de parte del director de relaciones públicas de Cementos Mexicanos, el abogado Felipe Calderón Hinojosa (que no termina de pagar deudas por anteriores financiamientos electorales), ¡hasta mañana, en esta columna cuyo autor no tiene nada que ver con tormentas tropicales!
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