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Hora de ciudadanos
“No aceptamos que burócratas públicos o privados sigan decidiendo por nosotros cómo queremos vivir. No permitiremos que sigan afectando no sólo nuestras condiciones de vida, sino el patrimonio natural e histórico de la ciudad, que estamos obligados a proteger para las generaciones futuras.” Estas frases aparecen en la convocatoria que gran número de organizaciones independientes circulan desde ayer para invitar al foro Oaxaca: ciudad de ciudadanos.
Quienes convocan están echados para adelante. El triunfo no fue poca cosa. A partir del 8 de julio emplearon buena parte de los instrumentos del repertorio de la lucha social. La inmensa rabia que provocó el atropello de Chedraui, en lo que fuera un pequeño bosque urbano de Oaxaca, se transformó en iniciativas concretas e inmensa presión pública. El 18 de julio las autoridades municipales se vieron obligadas a cancelar el proyecto comercial y a imponer una multa de más de 10 millones de pesos a la empresa.
Contribuyó a ese resultado, sin duda, la perspectiva de la Guelaguetza. Tras el boicot de 2006 y la salvaje represión de 2007, se quería ahora que la celebración fuera un símbolo de regreso a la normalidad, aunque fuese una “paz militarizada”. Todo estaba preparado: los acarreados, en su mayoría burócratas, para llenar el escenario; los 3 mil 500 policías, algunos para sentarse disimuladamente en el auditorio; los acuerdos para que pudieran realizarse en paralelo la fiesta popular y el espectáculo oficial… Pero los acuerdos eran frágiles. La irritación causada por el atropello podía llevar a romperlos. Parecía necesario frenar la movilización antes que de nuevo lo desbordase todo.
Sea como fuere, se ganó limpiamente una batalla. Lejos de dormirse en sus laureles, los ciudadanos redoblaron el esfuerzo. Intentan ahora, ante todo, consolidar el resultado en el predio afectado: realizan acciones inmediatas para seguir los procesos legales, demandar a Chedraui por 100 millones de pesos y concertar acciones que permitan a los vecinos del sitio recuperarlo y crear y administrar en él lo que ellos mismos decidan. Buscan, al mismo tiempo, organizar la iniciativa popular en toda la ciudad para impedir que sigan ocurriendo atropellos de esta índole por parte de las autoridades o de las empresas. Pesan algunas amenazas inmediatas y otras en la perspectiva. Es preciso prevenir nuevos desastres y sentar las bases de un camino auténticamente democrático.
Sería absurdo generalizar. No todas las empresas privadas actúan como Chedraui. Pero la ganancia es la razón de ser de todas ellas. Como las autoridades han desertado de su función y en vez de subordinar la inversión privada al interés público se dedican a privatizar éste, toca a los ciudadanos proteger sus formas actuales de vida y el patrimonio del país, que el gobierno ha puesto en venta.
El foro examinará las formas de la participación ciudadana, tanto para que vecinos y colonos se ocupen por sí mismos de los asuntos comunes, como para que participen en la asignación y empleo de los recursos públicos. Nunca más, señalan los convocantes, deberá haber obras, programas o permisos públicos a espaldas o por encima de los ciudadanos. En el foro se analizarán el presupuesto participativo, el plebiscito, la consulta popular, la contraloría social, y otros instrumentos democráticos que encaucen la participación ciudadana.
Esta iniciativa independiente de personas y organizaciones de Oaxaca, que muestra la vitalidad de su movimiento y la medida en que ha aprendido las lecciones pertinentes de la experiencia reciente, refleja clara conciencia de que este asunto local y aparentemente menor refleja en realidad un estado de cosas que se generaliza cada vez más y plantea muy graves amenazas al país y a sus habitantes.
Hay razones de peso para dedicar especial atención a la cuestión del petróleo, como se ha estado haciendo. Pero no debemos hacerlo al precio de descuidar todo lo demás. En asuntos menos contenciosos el despojo avanza rápidamente y conduce a confrontaciones violentas. Para poder entregar la mercancía que ya comprometieron –amplias porciones del país y de sus habitantes– las autoridades recurren cada vez más al uso de la fuerza. El silencio cómplice de los medios es ya un dedo enteramente insuficiente para tapar la agresión sistemática que padecen diversos sectores de la población. Ante la indiferencia, complicidad o impotencia de los partidos, sólo la iniciativa firme y lúcida de los ciudadanos puede detener ese proceso. Es lo que intentan el foro de Oaxaca, los cientos de colectivos nacionales e internacionales que están practicando solidaridad física o virtual para mojar la pólvora que se extiende en Chiapas y los innumerables empeños, todavía desarticulados, que se realizan en el país entero.
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