México SA
Porfirio Díaz, ejemplo para el régimen
Hora de garrotazos
El gobierno, no Larrea, ofrece indemnización en Cananea
Hora de garrotazos
El gobierno, no Larrea, ofrece indemnización en Cananea
Carlos Fernández-Vega
Ya con el balón en la maleta y con la verde (la camiseta) puesta, el régimen de un tal Porfirio de Jesús Calderón Díaz Hinojosa decidió ratificar, por si existiera alguna duda, que su gobierno se aplica para que el gran capital viva mejor”, y para demostrarlo, antes de agarrar el avión para ir a echarle porras a los ratoncitos, decidió enviar a la Policía Federal a la histórica mina de Cananea para proteger al patrón, tal cual lo hicieron los gringos, también en los primeros días de junio, pero de 1906.
Como el susodicho ya tiene un pie en el avión y está muy ocupado justificando su viaje al Mundial de Sudáfrica, habilitó a lo que él mismo denomina secretario del Trabajo para que fungiera no sólo como “explicador” oficial de la medida policíaca, sino como vocero de Germán Larrea para subrayar lo bueno que es el patrón y dar a conocer las inversiones planeadas por el dueño de Minera México y el incremento estimado en la producción de cobre, una vez barrida la pelusa. Es decir, es el mismo funcionario calderonista que en tres años y pico no pudo resolver por la vía de la negociación –como corresponde– un conflicto laboral (así lo presentaron en público, insistentemente), pero que a la hora de los garrotazos es el primero en ponerse los guantes de box (tras bambalinas, desde luego).
Carente de cualquier capacidad conciliadora entre las partes (elemento fundamental, dicho sea de paso, en cualquiera que se ostente como secretario del Trabajo), Javier Alarcón se limitó a lo que le ordenaron, a saber, sacar la cartera y decir a los mineros: a ver pelados, “el gobierno ha ofrecido pagar una indemnización seis veces mayor a la prevista en la ley a los cerca de mil mineros que se mantenían en paro; ofreció recontratar a los mil 200 trabajadores de Minera de Cananea”. ¿El gobierno? ¿Qué no tendría que ofrecerlo Minera México, el carismático Larrea?, porque al final de cuentas el contrato colectivo se firmó entre la empresa y los trabajadores, no entre éstos y Los Pinos. Lo mismo hizo con los electricistas, aunque en esa ocasión la relación laboral sí correspondía. Y surge la misma duda que cuando el decretazo: si la intervención de la Policía Federal fue legal, como la declaratoria en torno a la huelga, ¿por qué ofrecer liquidaciones por arriba de ley? ¿Más dinero a cambio de silencio? ¿Será?
En los tres años y pico de huelga, los gobiernos federal (Calderón) y estatal (Bours-Padrés) dejaron morir al municipio de Cananea, dependiente en gran medida de la actividad minera. Ni un lazo. Los comercios menguaron, la actividad económica se fue al caño, la gente estaba al borde de un ataque de nervios, pero ninguna autoridad se inmutó. Pero ahora, ya con los perros sueltos al servicio del patrón, uno de ellos asegura que “se busca hacer renacer a Cananea después de la suspensión irracional de labores” (Lozano dixit) y se anuncian multimillonarias inversiones, posteriormente desmentidas por el propio gobernador de Sonora (“me equivoqué”, se justificó).
Varios fueron las intentonas calderonistas para romperle el esquema a los mineros; incontables los anuncios de Lozano de que “ahora sí va en serio”, hasta que le cumplieron al patrón Larrea, el mismo que en múltiples ocasiones anunció el “cierre definitivo” de la mina de Cananea, notificación que sólo movió a risa porque ese tajo abierto de cobre le representa el 65 por ciento de sus utilidades. ¿Ahorcar a la gallina de los huevos de oro? No, mejor soltar a los federales. La exigencia de Larrea siempre fue que el gobierno calderonista, como antes al foxista, le quitara de encima los “estorbos”, pero ni de lejos está en sus planes cerrar la fuente principal de su riqueza, cortesía del gobierno salinista. Minera de Cananea, según información del propio Grupo México, es uno de los yacimientos cupríferos más grandes del mundo, con 80 años más de vida útil.
Como comentamos en este espacio, protegido por el inquilino de Los Pinos (el anterior y el actual), Germán Larrea (heredero de El Azote, como era conocido su padre, Jorge, patriarca del negocio y la fortuna familiar, ahora marca Forbes) no quita el dedo del renglón: acabar con Napoleón Gómez Urrutia, otro heredero de la clase política mexicana, aunque entre las patas se lleve a miles de trabajadores mineros –en primera instancia los de Mexicana de Cananea– que sólo exigen mejores condiciones laborales y respeto al contrato colectivo en las muchas concesiones mineras que el gobierno federal ha otorgado a este nefasto personaje de la elite empresarial del país.
En uno de los múltiples amagos de soltar a los perros, aquí señalamos que el pretexto para que la fuerza pública interviniera era lo de menos; para eso está el manto protector del gobierno calderonista y su operador, el pianista Lozano (también lo fueron monseñor Carlos Abascal y Francisco X. Salazar, el de Pasta de Conchos, con Fox). En el lado de Larrea también aparece involucrado otro empresario (un pollero marca Fobaproa) que despachaba como gobernador de Sonora, Eduardo Bours (y ahora el panista Padrés). El objetivo siempre fue utilizar a la “autoridad” como rompe huelgas para rescatarle el negocio (una concesión federal) a uno de los suyos. De los trabajadores mineros, ni quién se acuerde, porque lo importante es el Mundial.
Las rebanadas del pastel
De plano, tienen la cara más dura que el concreto. Para justificar el viaje futbolero del caprichoso inquilino de Los Pinos (pagado, obvio es, con recursos públicos), la Secretaría de Relaciones Exteriores diseñó toda una “visita de Estado”. En un comunicado, la dependencia asegura que Calderón sostendrá una reunión de trabajo con el mandatario Jacob Zuma, lo que “representa una oportunidad única para posicionar a México como un importante interlocutor en la región”. Se trata, asegura, de atender “el interés de ambos países de construir una relación prioritaria… Además, en este año en que México celebra el bicentenario de su Independencia y el centenario de la Revolución, coinciden con el cincuentenario de las primeras independencias en África”. Qué bueno, pero en una visita de algunas horas (léase al estadio de futbol) ¿qué hará el susodicho, más allá de asistir al partido inaugural? Tal vez busque incrementar la inversión sudafricana en México, decisiva para el desarrollo nacional (saldo acumulado: un par de millones de dólares), o probablemente aproveche para aumentar el intercambio comercial (Sudáfrica ocupa el lugar número 53 en el comercio total de México). Por cierto, ya que “informan” sobre el citado viaje, por qué no detallan de cuántos aficionados estará compuesta la porra… perdón, la delegación mexicana a aquel país.
cfvmexico_sa@hotmail.com • mexicosa@infinitum.com.mx
Como el susodicho ya tiene un pie en el avión y está muy ocupado justificando su viaje al Mundial de Sudáfrica, habilitó a lo que él mismo denomina secretario del Trabajo para que fungiera no sólo como “explicador” oficial de la medida policíaca, sino como vocero de Germán Larrea para subrayar lo bueno que es el patrón y dar a conocer las inversiones planeadas por el dueño de Minera México y el incremento estimado en la producción de cobre, una vez barrida la pelusa. Es decir, es el mismo funcionario calderonista que en tres años y pico no pudo resolver por la vía de la negociación –como corresponde– un conflicto laboral (así lo presentaron en público, insistentemente), pero que a la hora de los garrotazos es el primero en ponerse los guantes de box (tras bambalinas, desde luego).
Carente de cualquier capacidad conciliadora entre las partes (elemento fundamental, dicho sea de paso, en cualquiera que se ostente como secretario del Trabajo), Javier Alarcón se limitó a lo que le ordenaron, a saber, sacar la cartera y decir a los mineros: a ver pelados, “el gobierno ha ofrecido pagar una indemnización seis veces mayor a la prevista en la ley a los cerca de mil mineros que se mantenían en paro; ofreció recontratar a los mil 200 trabajadores de Minera de Cananea”. ¿El gobierno? ¿Qué no tendría que ofrecerlo Minera México, el carismático Larrea?, porque al final de cuentas el contrato colectivo se firmó entre la empresa y los trabajadores, no entre éstos y Los Pinos. Lo mismo hizo con los electricistas, aunque en esa ocasión la relación laboral sí correspondía. Y surge la misma duda que cuando el decretazo: si la intervención de la Policía Federal fue legal, como la declaratoria en torno a la huelga, ¿por qué ofrecer liquidaciones por arriba de ley? ¿Más dinero a cambio de silencio? ¿Será?
En los tres años y pico de huelga, los gobiernos federal (Calderón) y estatal (Bours-Padrés) dejaron morir al municipio de Cananea, dependiente en gran medida de la actividad minera. Ni un lazo. Los comercios menguaron, la actividad económica se fue al caño, la gente estaba al borde de un ataque de nervios, pero ninguna autoridad se inmutó. Pero ahora, ya con los perros sueltos al servicio del patrón, uno de ellos asegura que “se busca hacer renacer a Cananea después de la suspensión irracional de labores” (Lozano dixit) y se anuncian multimillonarias inversiones, posteriormente desmentidas por el propio gobernador de Sonora (“me equivoqué”, se justificó).
Varios fueron las intentonas calderonistas para romperle el esquema a los mineros; incontables los anuncios de Lozano de que “ahora sí va en serio”, hasta que le cumplieron al patrón Larrea, el mismo que en múltiples ocasiones anunció el “cierre definitivo” de la mina de Cananea, notificación que sólo movió a risa porque ese tajo abierto de cobre le representa el 65 por ciento de sus utilidades. ¿Ahorcar a la gallina de los huevos de oro? No, mejor soltar a los federales. La exigencia de Larrea siempre fue que el gobierno calderonista, como antes al foxista, le quitara de encima los “estorbos”, pero ni de lejos está en sus planes cerrar la fuente principal de su riqueza, cortesía del gobierno salinista. Minera de Cananea, según información del propio Grupo México, es uno de los yacimientos cupríferos más grandes del mundo, con 80 años más de vida útil.
Como comentamos en este espacio, protegido por el inquilino de Los Pinos (el anterior y el actual), Germán Larrea (heredero de El Azote, como era conocido su padre, Jorge, patriarca del negocio y la fortuna familiar, ahora marca Forbes) no quita el dedo del renglón: acabar con Napoleón Gómez Urrutia, otro heredero de la clase política mexicana, aunque entre las patas se lleve a miles de trabajadores mineros –en primera instancia los de Mexicana de Cananea– que sólo exigen mejores condiciones laborales y respeto al contrato colectivo en las muchas concesiones mineras que el gobierno federal ha otorgado a este nefasto personaje de la elite empresarial del país.
En uno de los múltiples amagos de soltar a los perros, aquí señalamos que el pretexto para que la fuerza pública interviniera era lo de menos; para eso está el manto protector del gobierno calderonista y su operador, el pianista Lozano (también lo fueron monseñor Carlos Abascal y Francisco X. Salazar, el de Pasta de Conchos, con Fox). En el lado de Larrea también aparece involucrado otro empresario (un pollero marca Fobaproa) que despachaba como gobernador de Sonora, Eduardo Bours (y ahora el panista Padrés). El objetivo siempre fue utilizar a la “autoridad” como rompe huelgas para rescatarle el negocio (una concesión federal) a uno de los suyos. De los trabajadores mineros, ni quién se acuerde, porque lo importante es el Mundial.
Las rebanadas del pastel
De plano, tienen la cara más dura que el concreto. Para justificar el viaje futbolero del caprichoso inquilino de Los Pinos (pagado, obvio es, con recursos públicos), la Secretaría de Relaciones Exteriores diseñó toda una “visita de Estado”. En un comunicado, la dependencia asegura que Calderón sostendrá una reunión de trabajo con el mandatario Jacob Zuma, lo que “representa una oportunidad única para posicionar a México como un importante interlocutor en la región”. Se trata, asegura, de atender “el interés de ambos países de construir una relación prioritaria… Además, en este año en que México celebra el bicentenario de su Independencia y el centenario de la Revolución, coinciden con el cincuentenario de las primeras independencias en África”. Qué bueno, pero en una visita de algunas horas (léase al estadio de futbol) ¿qué hará el susodicho, más allá de asistir al partido inaugural? Tal vez busque incrementar la inversión sudafricana en México, decisiva para el desarrollo nacional (saldo acumulado: un par de millones de dólares), o probablemente aproveche para aumentar el intercambio comercial (Sudáfrica ocupa el lugar número 53 en el comercio total de México). Por cierto, ya que “informan” sobre el citado viaje, por qué no detallan de cuántos aficionados estará compuesta la porra… perdón, la delegación mexicana a aquel país.
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