Marcelo Ebrard debe respetar el voto en Iztapalapa
Federico Arreola Envía.11 de Diciembre, 2009 - 09:31 48 comentarios
Marcelo Ebrard ha hecho muy bien la mitad del trabajo: hacer a un lado a Rafael Acosta, “Juanito”. Ahora debe hacer correctamente la otra mitad: proponer a Clara Brugada como delegada en Iztapalapa. Si no por otra cosa, porque la gente votó por Brugada.
Recordemos lo que pasó:
Brugada ganó una elección interna en el PRD y obtuvo la candidatura de este partido para delegada de Iztapalapa.
La corriente de los chuchos del PRD, con el apoyo del PRI, del PAN y del gobierno federal, operó para convencer al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación de que le quitara la candidatura a Clara Brugada.
Para corregir esa antidemocrática decisión del Tribunal Electoral, Andrés Manuel López Obrador propuso algo heterodoxo pero legal que fue aceptado por todas las partes:
Que el candidato del PT, “Juanito” , que no tenía ninguna posibilidad de ganar las elecciones, se comprometiera a renunciar si triunfaba para que Brugada gobernara.
A la gente se le dijo, con toda claridad, que votar por “Juanito” significaba votar por Clara Brugada.
Estuvo de acuerdo “Juanito”.
Estuvo de acuerdo el Partido delTrabajo.
Estuvo de acuerdo Clara Brugada.
Y hasta Marcelo Ebrard, implícitamente, estuvo de acuerdo en que él propondría como delegada sustituta a Brugada.
Brugada, a través de “Juanito”, arrasó en las elecciones en Iztapalapa.
Desde luego, el que recibió las constancia del triunfo fue “Juanito”, aunque por este nadie votó.
A partir de ahí, Televisa, Milenio, Reforma, Radio Fórmula, El Universal y casi todos los otros medios se dedicaron a la tarea de convencer a “Juanito” de que él era el que había ganado, lo que es falso.
“Juanito”, enloquecido por los medios, rompió con el PT y con el movimiento de resistencia. Faltando a su palabra quiso gobernar. Ebrard, por fortuna, lo impidió.
Pero, al parecer, hay un acuerdo político para que llegue a la jefatura delegacional de Iztapalapa cualquier político, de preferencia identificado con López Obrador, excepto Clara Brugada.
Eso, que muchos ven como un triunfo de las buenas formas políticas, sería un desastre democrático. Y no resolvería nada en Iztapalapa.
Marcelo Ebrard ha hecho muy bien la mitad del trabajo: hacer a un lado a Rafael Acosta, “Juanito”. Ahora debe hacer correctamente la otra mitad: proponer a Clara Brugada como delegada en Iztapalapa. Si no por otra cosa, porque la gente votó por Brugada.
Recordemos lo que pasó:
Brugada ganó una elección interna en el PRD y obtuvo la candidatura de este partido para delegada de Iztapalapa.
La corriente de los chuchos del PRD, con el apoyo del PRI, del PAN y del gobierno federal, operó para convencer al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación de que le quitara la candidatura a Clara Brugada.
Para corregir esa antidemocrática decisión del Tribunal Electoral, Andrés Manuel López Obrador propuso algo heterodoxo pero legal que fue aceptado por todas las partes:
Que el candidato del PT, “Juanito” , que no tenía ninguna posibilidad de ganar las elecciones, se comprometiera a renunciar si triunfaba para que Brugada gobernara.
A la gente se le dijo, con toda claridad, que votar por “Juanito” significaba votar por Clara Brugada.
Estuvo de acuerdo “Juanito”.
Estuvo de acuerdo el Partido delTrabajo.
Estuvo de acuerdo Clara Brugada.
Y hasta Marcelo Ebrard, implícitamente, estuvo de acuerdo en que él propondría como delegada sustituta a Brugada.
Brugada, a través de “Juanito”, arrasó en las elecciones en Iztapalapa.
Desde luego, el que recibió las constancia del triunfo fue “Juanito”, aunque por este nadie votó.
A partir de ahí, Televisa, Milenio, Reforma, Radio Fórmula, El Universal y casi todos los otros medios se dedicaron a la tarea de convencer a “Juanito” de que él era el que había ganado, lo que es falso.
“Juanito”, enloquecido por los medios, rompió con el PT y con el movimiento de resistencia. Faltando a su palabra quiso gobernar. Ebrard, por fortuna, lo impidió.
Pero, al parecer, hay un acuerdo político para que llegue a la jefatura delegacional de Iztapalapa cualquier político, de preferencia identificado con López Obrador, excepto Clara Brugada.
Eso, que muchos ven como un triunfo de las buenas formas políticas, sería un desastre democrático. Y no resolvería nada en Iztapalapa.
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