Ciudad Perdida
Fracasa marrullería panista en Iztapalapa
Tercera opción tricolor
Tercera opción tricolor
Miguel Ángel Velázquez
Podrán negarlo todas las veces que quieran, pero lo único cierto es que la mujer que siempre está al lado de Rafael Acosta, Alejandra Núñez, es militante panista, a la que protegieron los mismos azules, entre ellos la hoy diputada Gabriela Cuevas, que preside la comisión del DF en la Cámara de Diputados.
Y cuando decimos que la protegieron es que ya sabemos, como lo sabían en el PAN, que Alejandra Núñez, no había cumplido con las obligaciones a las que le obligaba la ley al concluir su trabajo como servidora pública en la delegación Miguel Hidalgo, y que ello la llevaría a la inhabilitación, cuyo proceso ya se inició.
A la mala, sin decírselo, con la marrullería por delante, los panistas se aprovecharon de la descomunal ignorancia de Rafael Acosta para infiltrar a la Núñez, cuyo destino, trazado desde las cúpulas azules, era ocupar el lugar de Clara Brugada, para desde allí saltar, supuestamente sin mayor dificultad, hasta la jefatura delegacional, o cuando menos plantear un gobierno que promocionara al panismo en la demarcación.
Se trataba de meterla, como lo hace el PAN, ilegalmente, entre las filas del gobierno de Acosta. Los azules apostaron todo a su salida, sabían que el hombre está incapacitado para gobernar, y que tarde o temprano dejará la silla, y que entonces su infiltrada estaría lista para arribar a la jefatura delegacional, cuando menos.
Para llegar a ese punto el delegado recibiría, en tanto, los apoyos legales y financieros del gobierno federal, principalmente, hasta que se pudiera afianzar en la jefatura, ya en el puesto la idea sería demostrar su incapacidad para orillarlo a la renuncia y posesionarse de todo, y abiertamente, de Iztapalapa.
Era como sacarse la lotería sin comprar boleto, y como era una cuestión de azar se mandó a realizar el trabajo a uno de los cuadros con menos posibilidades de hacer algo importante en cualquier otro sitio. La estrategia se diseñó sin visos de realidad, pero por si acaso.
Sin embargo, el pasado condenó a la panista, ligada a Mariana Gómez del Campo, la presidenta del PAN en el DF, y el sueño azul se acabó en una cuantas horas, lo que impactará a los azules, se quiera o no, porque, además, documenta la corrupción de sus militantes metidos en el gobierno.
Lo malo es que ahora la pelota está en la cancha priísta, y es que reunir los 44 votos que se necesitan para sacar a Acosta de la delegación requiere del concurso de los diputados de ese partido, que ya puso precio a su apoyo, y lo que quieren es ir por la tercera opción.
Pero no cualquier tercera opción, sino su tercera opción, es decir, que uno de ellos, un priísta, se suba a la jefatura de aquella empobrecida y enorme delegación. A fin de cuentas Marcelo Ebrard, aseguran, se entiende muy bien con los priístas.
Y más. La conveniencia de un priísta allá no sólo dejaría fuera a los panistas, sino también sacaría de ese importante lugar a los lopezobradoristas, representados por Clara Brugada.
Por eso, Alejandra Barrales, presidenta de la Comisión de Gobierno en la ALDF, ha ido cultivando la posibilidad, con el abono de la ambición priísta, y la intromisión ilegal de los azules en el conflicto.
Por eso, la pelota hoy se halla en la cancha priísta. De ellos depende la salida de Acosta, y ello pasa por cumplir con la solución que proponen. Así va el marcador en los terrenos del cerro de la Estrella. Ni modo.
De pasadita
La reunión perredista que se inicia hoy es, a todas luces, un ejercicio de gatopardismo que impedirá que ese organismo cambie para mejorar. Una de las demandas de la militancia será sacar de la presidencia a Jesús Ortega, cosa que se ve bien difícil, y si eso no pasa, el cáncer socialdemócrata que padece el PRD seguirá subsistiendo hasta que el partido perezca. Ese es el diagnóstico.
ciudadperdida_2000@yahoo.com.mx • ciudadangel@hotmail.com
Y cuando decimos que la protegieron es que ya sabemos, como lo sabían en el PAN, que Alejandra Núñez, no había cumplido con las obligaciones a las que le obligaba la ley al concluir su trabajo como servidora pública en la delegación Miguel Hidalgo, y que ello la llevaría a la inhabilitación, cuyo proceso ya se inició.
A la mala, sin decírselo, con la marrullería por delante, los panistas se aprovecharon de la descomunal ignorancia de Rafael Acosta para infiltrar a la Núñez, cuyo destino, trazado desde las cúpulas azules, era ocupar el lugar de Clara Brugada, para desde allí saltar, supuestamente sin mayor dificultad, hasta la jefatura delegacional, o cuando menos plantear un gobierno que promocionara al panismo en la demarcación.
Se trataba de meterla, como lo hace el PAN, ilegalmente, entre las filas del gobierno de Acosta. Los azules apostaron todo a su salida, sabían que el hombre está incapacitado para gobernar, y que tarde o temprano dejará la silla, y que entonces su infiltrada estaría lista para arribar a la jefatura delegacional, cuando menos.
Para llegar a ese punto el delegado recibiría, en tanto, los apoyos legales y financieros del gobierno federal, principalmente, hasta que se pudiera afianzar en la jefatura, ya en el puesto la idea sería demostrar su incapacidad para orillarlo a la renuncia y posesionarse de todo, y abiertamente, de Iztapalapa.
Era como sacarse la lotería sin comprar boleto, y como era una cuestión de azar se mandó a realizar el trabajo a uno de los cuadros con menos posibilidades de hacer algo importante en cualquier otro sitio. La estrategia se diseñó sin visos de realidad, pero por si acaso.
Sin embargo, el pasado condenó a la panista, ligada a Mariana Gómez del Campo, la presidenta del PAN en el DF, y el sueño azul se acabó en una cuantas horas, lo que impactará a los azules, se quiera o no, porque, además, documenta la corrupción de sus militantes metidos en el gobierno.
Lo malo es que ahora la pelota está en la cancha priísta, y es que reunir los 44 votos que se necesitan para sacar a Acosta de la delegación requiere del concurso de los diputados de ese partido, que ya puso precio a su apoyo, y lo que quieren es ir por la tercera opción.
Pero no cualquier tercera opción, sino su tercera opción, es decir, que uno de ellos, un priísta, se suba a la jefatura de aquella empobrecida y enorme delegación. A fin de cuentas Marcelo Ebrard, aseguran, se entiende muy bien con los priístas.
Y más. La conveniencia de un priísta allá no sólo dejaría fuera a los panistas, sino también sacaría de ese importante lugar a los lopezobradoristas, representados por Clara Brugada.
Por eso, Alejandra Barrales, presidenta de la Comisión de Gobierno en la ALDF, ha ido cultivando la posibilidad, con el abono de la ambición priísta, y la intromisión ilegal de los azules en el conflicto.
Por eso, la pelota hoy se halla en la cancha priísta. De ellos depende la salida de Acosta, y ello pasa por cumplir con la solución que proponen. Así va el marcador en los terrenos del cerro de la Estrella. Ni modo.
De pasadita
La reunión perredista que se inicia hoy es, a todas luces, un ejercicio de gatopardismo que impedirá que ese organismo cambie para mejorar. Una de las demandas de la militancia será sacar de la presidencia a Jesús Ortega, cosa que se ve bien difícil, y si eso no pasa, el cáncer socialdemócrata que padece el PRD seguirá subsistiendo hasta que el partido perezca. Ese es el diagnóstico.
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