Astillero
¿Peones expiatorios?
Ligerezas inoportunas
Partidizar la seguridad
Gracias y hasta el 11-E
Ligerezas inoportunas
Partidizar la seguridad
Gracias y hasta el 11-E
Julio Hernández López
En sus peores momentos, el marinamente indiscreto Calderón se ha confeccionado una especie de peón expiatorio. Luego de haberlo sacado de un largo retiro de la actividad pública, dedicado a prestar sus servicios especializados de seguridad y espionaje a poderosos particulares, Jorge Tello Peón ha dejado la secretaría ejecutiva del Sistema Nacional de Seguridad Pública en momentos en los que pareciera que así se le adjudica algún tipo de responsabilidad por los graves sucesos recientes de impericia combativa gubernamental, única ficha caída mientras se sostienen el ciego, sordo y manco gobernador de Morelos, Marco Adame, los jefes operativos de la Armada que permitieron el tapizado con billetes del cuidadísimo trofeo de Cuernavaca, los propagandistas que autorizaron el funeral televisado del marino muerto y la exposición de sus familiares a la narcovenganza que cualquier neófito habría previsto y los intrigantes de Los Pinos que alientan confrontaciones entre Ejército, Marina, PGR y ahora el citado SNSP.
Sospechosamente errática la conducta del comandante Calderón en momentos en que las pifias, caprichos y debilidades tienen consecuencias sociales peligrosas y daños individuales y familares inocultables. Cuando más necesita dar apariencia de unidad y proyecto, se permite la ligereza de quitar a un funcionario de larga carrera en asuntos de inteligencia y seguridad nacionales, constructor del Cisen, con oficio político y capacidad de interlocución con los gobernadores (sobre todo los priístas), que son la esencia del citado Sistema Nacional de Seguridad Pública e incluso, según se alegaba cuando se convenció a Tello Peón de dejar su retiro, de establecer comunicación eficaz y deshacer nudos de pleito entre el vicepresidente ejecutador, Genaro García Luna; el general secretario de la Defensa Nacional y la PGR entonces a cargo de Eduardo Medina Mora, que no llevaba la tonada de García Luna.
El colmo de la insensatez lo constituye el perfil del designado para relevar al ya mencionado Tello Peón. Un panista de larga trayectoria partidista al que Calderón consideró como posible procurador a la salida de Medina Mora pero que no tuvo respaldo en las bancadas legislativas no panistas. Ahora, Felipe lo rescata para habilitarlo como enlace con gobernadores y la sociedad civil en materia de seguridad pública, partidizando una función delicada en momentos críticos. Ya llevó FC a Ernesto Cordero a Hacienda, pretendiendo frenar o impedir desde allí la materialización de los arreglos que para favorecer a los gobernadores priístas hicieron en materia de presupuesto los legisladores del tricolor. Ahora imprime los colores del PAN a un ente coordinador de esfuerzos y recursos en materia de seguridad pública. Como si en el fondo lo único que le importara al señor de Los Pinos fuera lo electoral, la partidización, el control a través de los amigos, los cercanos, los manejables como Juan Miguel Alcántara Soria, al que de inmediato devalúa al reasignarlo a la secretaría de Liposucción, perdón, de bypass, a cargo de otro litigante pretencioso, Fernando Gómez Mont, que ahora quiere ganar candidaturas presidenciales a base de reducciones de peso (Carstens cuida el peso, en términos de banca central; Gómez Mont lo combate, en función de improbable estética futurista).
Y, sin embargo... Felipe se mueve, escalando su guerra personal contra ciertos segmentos del narcotráfico, envuelto en rumores y especulaciones incluso acerca de las presuntas razones aéreas de sus conductas desbordadas, cada vez más enojado y aislado, y construyendo un país de posibles víctimas circunstanciales o chivos expiatorios. Ya ha sido demostrado con insistencia el grado de corresponsabilidad que al calderonismo propagandístico le pertenece por haber dado a conocer la identidad del marino asesinado al que luego acompañaron en la muerte sus familiares cercanos. Ahora se pone el dedo sobre los miembros del Servicio Médico Forense de Morelos que supuestamente habrían tenido tanta inventiva y poder como para permitirse juegos macabros con un cadáver al que todavía en su entierro vigilaban celosamente cuerpos militares de elite. Y mañana se culpará de todo a todos, menos a los “patriotas” resguardados tras murallas armadas.
El ejercicio despótico del poder presidencial (del “haiga sido como haiga sido” a las fanfarronerías de belicismo sesgado) no tiene en estos momentos un contrapeso social organizado, diluida como está la capacidad de respuesta en las aguas del electorerismo e inexistente una plataforma eficaz de análisis y razonamiento que pudiera plantear vías y alternativas a las pretensiones dictatoriales que podrían incluso dar por anulados esos procesos electorales. En el horizonte sólo parecen estar la violencia grupal (2010 es una fecha cabalística) y la desesperación colectiva inmovilizada, potenciado todo por el inicio de año con el fantasma de la inflación y el ahondamiento de la crisis.
Astillas
Las fiestas de temporada tienen sus detalles grotescos: Vicente Fox hace posadas y se asoma al ventanal de lo político como si nada, como si el asentamiento del narcotráfico no se hubiera consolidado durante su sexenio de redituable irresponsabilidad, como si la riqueza pública no hubiese sido saqueada durante su gobierno; por otro lado, el personaje tragicómico del año, Guanito, patina judicialmente con el asunto de sus documentos falsificados... En otra farsa, el IFE insiste en las bondades de las urnas electrónicas (¿marca Hildebrando?)... Y mueven a Luis H. Álvarez a una oficina similar, luego de que durante largos años no hizo nada importante, sino consumir recursos al frente de la Comisión Nacional de Derechos Indígenas... Y, mientras este tecleador se pone solemne y les da las más sinceras gracias a quienes lo han acompañado a lo largo del año en estas líneas astilladas, y se dispone a festejar hoy un año más con el inicio de unas vacaciones que terminarán el 11 de enero, ¡feliz Navidad y, gulp, próspero año nuevo!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
En sus peores momentos, el marinamente indiscreto Calderón se ha confeccionado una especie de peón expiatorio. Luego de haberlo sacado de un largo retiro de la actividad pública, dedicado a prestar sus servicios especializados de seguridad y espionaje a poderosos particulares, Jorge Tello Peón ha dejado la secretaría ejecutiva del Sistema Nacional de Seguridad Pública en momentos en los que pareciera que así se le adjudica algún tipo de responsabilidad por los graves sucesos recientes de impericia combativa gubernamental, única ficha caída mientras se sostienen el ciego, sordo y manco gobernador de Morelos, Marco Adame, los jefes operativos de la Armada que permitieron el tapizado con billetes del cuidadísimo trofeo de Cuernavaca, los propagandistas que autorizaron el funeral televisado del marino muerto y la exposición de sus familiares a la narcovenganza que cualquier neófito habría previsto y los intrigantes de Los Pinos que alientan confrontaciones entre Ejército, Marina, PGR y ahora el citado SNSP.
Sospechosamente errática la conducta del comandante Calderón en momentos en que las pifias, caprichos y debilidades tienen consecuencias sociales peligrosas y daños individuales y familares inocultables. Cuando más necesita dar apariencia de unidad y proyecto, se permite la ligereza de quitar a un funcionario de larga carrera en asuntos de inteligencia y seguridad nacionales, constructor del Cisen, con oficio político y capacidad de interlocución con los gobernadores (sobre todo los priístas), que son la esencia del citado Sistema Nacional de Seguridad Pública e incluso, según se alegaba cuando se convenció a Tello Peón de dejar su retiro, de establecer comunicación eficaz y deshacer nudos de pleito entre el vicepresidente ejecutador, Genaro García Luna; el general secretario de la Defensa Nacional y la PGR entonces a cargo de Eduardo Medina Mora, que no llevaba la tonada de García Luna.
El colmo de la insensatez lo constituye el perfil del designado para relevar al ya mencionado Tello Peón. Un panista de larga trayectoria partidista al que Calderón consideró como posible procurador a la salida de Medina Mora pero que no tuvo respaldo en las bancadas legislativas no panistas. Ahora, Felipe lo rescata para habilitarlo como enlace con gobernadores y la sociedad civil en materia de seguridad pública, partidizando una función delicada en momentos críticos. Ya llevó FC a Ernesto Cordero a Hacienda, pretendiendo frenar o impedir desde allí la materialización de los arreglos que para favorecer a los gobernadores priístas hicieron en materia de presupuesto los legisladores del tricolor. Ahora imprime los colores del PAN a un ente coordinador de esfuerzos y recursos en materia de seguridad pública. Como si en el fondo lo único que le importara al señor de Los Pinos fuera lo electoral, la partidización, el control a través de los amigos, los cercanos, los manejables como Juan Miguel Alcántara Soria, al que de inmediato devalúa al reasignarlo a la secretaría de Liposucción, perdón, de bypass, a cargo de otro litigante pretencioso, Fernando Gómez Mont, que ahora quiere ganar candidaturas presidenciales a base de reducciones de peso (Carstens cuida el peso, en términos de banca central; Gómez Mont lo combate, en función de improbable estética futurista).
Y, sin embargo... Felipe se mueve, escalando su guerra personal contra ciertos segmentos del narcotráfico, envuelto en rumores y especulaciones incluso acerca de las presuntas razones aéreas de sus conductas desbordadas, cada vez más enojado y aislado, y construyendo un país de posibles víctimas circunstanciales o chivos expiatorios. Ya ha sido demostrado con insistencia el grado de corresponsabilidad que al calderonismo propagandístico le pertenece por haber dado a conocer la identidad del marino asesinado al que luego acompañaron en la muerte sus familiares cercanos. Ahora se pone el dedo sobre los miembros del Servicio Médico Forense de Morelos que supuestamente habrían tenido tanta inventiva y poder como para permitirse juegos macabros con un cadáver al que todavía en su entierro vigilaban celosamente cuerpos militares de elite. Y mañana se culpará de todo a todos, menos a los “patriotas” resguardados tras murallas armadas.
El ejercicio despótico del poder presidencial (del “haiga sido como haiga sido” a las fanfarronerías de belicismo sesgado) no tiene en estos momentos un contrapeso social organizado, diluida como está la capacidad de respuesta en las aguas del electorerismo e inexistente una plataforma eficaz de análisis y razonamiento que pudiera plantear vías y alternativas a las pretensiones dictatoriales que podrían incluso dar por anulados esos procesos electorales. En el horizonte sólo parecen estar la violencia grupal (2010 es una fecha cabalística) y la desesperación colectiva inmovilizada, potenciado todo por el inicio de año con el fantasma de la inflación y el ahondamiento de la crisis.
Astillas
Las fiestas de temporada tienen sus detalles grotescos: Vicente Fox hace posadas y se asoma al ventanal de lo político como si nada, como si el asentamiento del narcotráfico no se hubiera consolidado durante su sexenio de redituable irresponsabilidad, como si la riqueza pública no hubiese sido saqueada durante su gobierno; por otro lado, el personaje tragicómico del año, Guanito, patina judicialmente con el asunto de sus documentos falsificados... En otra farsa, el IFE insiste en las bondades de las urnas electrónicas (¿marca Hildebrando?)... Y mueven a Luis H. Álvarez a una oficina similar, luego de que durante largos años no hizo nada importante, sino consumir recursos al frente de la Comisión Nacional de Derechos Indígenas... Y, mientras este tecleador se pone solemne y les da las más sinceras gracias a quienes lo han acompañado a lo largo del año en estas líneas astilladas, y se dispone a festejar hoy un año más con el inicio de unas vacaciones que terminarán el 11 de enero, ¡feliz Navidad y, gulp, próspero año nuevo!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
No hay comentarios.:
Publicar un comentario