Animales y políticos
Hace unos años la estrella de cine Brigitte Bardot, convertida en una defensora acérrima de los derechos de los animales, dijo que bastaba ver la creciente crueldad de las personas para con perros y gatos para entender cómo las sociedades pierden su capacidad de sentir y respetar
Hace unos años la estrella de cine Brigitte Bardot, convertida en una defensora acérrima de los derechos de los animales, dijo que bastaba ver la creciente crueldad de las personas para con perros y gatos para entender cómo las sociedades pierden su capacidad de sentir y respetar. No estaba nada lejos de la verdad.
El Sheriff de San Francisco decidió que en las llamadas de emergencia para rescatar a niños y niñas sometidos a maltrato extremo, se guiarían por la violencia ejercida hacia los animales. Así el número telefónico de emergencias se anunció pidiendo a la comunidad que reportara casos de perros y otras mascotas encerradas, amarradas, sin alimentos e incluso que aullaban por los golpes o malos tratos. Con frecuencia ello conducía al rescate de niños objetos de maltrato crónico.
México enfrenta serios problemas por la sobrepoblación de perros y gatos callejeros, en ciudades como Monterrey, Cancún y Córdoba, Veracruz. Grupos civiles, a veces apoyados por el propio ayuntamiento, llevaron a cabo campañas para envenenar gatos o para fomentar la matanza de felinos callejeros de formas tan crueles como tiros de rifles de balines.
En Estados Unidos se llevó a cabo un estudio que demuestra la falta que los perros y gatos hacen para la salud psicoemocional de las personas y para su seguridad. Existen técnicas para entrenar perros (callejeros idealmente) para hacer compañía a personas de la tercera edad (acariciar a un perro sube las endorfinas y da un sentido de tranquilidad). En Alemania han utilizado la terapia con gatos para que la gente depresiva y ansiosa maneje esas emociones. El 80 por ciento de las casas habitación en que entran ladrones carecen de perros guardianes. Los perros topos que salvaron a personas perdidas en el terremoto de México y ahora en el de Haití no necesitan ser sabuesos pura sangre, sino razas similares bien entrenadas.
Adoptar un perro callejero no es solamente un acto de humanidad, sino uno de civismo; que además genera bienestar en la familia. Hablar de los animales podría parecer poco importante, pero no lo es, por eso deben existir políticas públicas que en lugar de idear cómo construir hornos crematorios para perros, lo hagan desde una perspectiva humanitaria y creativa, que buena falta nos hace en México dejar de matar y buscar nuevas salidas.
Hace unos años la estrella de cine Brigitte Bardot, convertida en una defensora acérrima de los derechos de los animales, dijo que bastaba ver la creciente crueldad de las personas para con perros y gatos para entender cómo las sociedades pierden su capacidad de sentir y respetar
Hace unos años la estrella de cine Brigitte Bardot, convertida en una defensora acérrima de los derechos de los animales, dijo que bastaba ver la creciente crueldad de las personas para con perros y gatos para entender cómo las sociedades pierden su capacidad de sentir y respetar. No estaba nada lejos de la verdad.
El Sheriff de San Francisco decidió que en las llamadas de emergencia para rescatar a niños y niñas sometidos a maltrato extremo, se guiarían por la violencia ejercida hacia los animales. Así el número telefónico de emergencias se anunció pidiendo a la comunidad que reportara casos de perros y otras mascotas encerradas, amarradas, sin alimentos e incluso que aullaban por los golpes o malos tratos. Con frecuencia ello conducía al rescate de niños objetos de maltrato crónico.
México enfrenta serios problemas por la sobrepoblación de perros y gatos callejeros, en ciudades como Monterrey, Cancún y Córdoba, Veracruz. Grupos civiles, a veces apoyados por el propio ayuntamiento, llevaron a cabo campañas para envenenar gatos o para fomentar la matanza de felinos callejeros de formas tan crueles como tiros de rifles de balines.
En Estados Unidos se llevó a cabo un estudio que demuestra la falta que los perros y gatos hacen para la salud psicoemocional de las personas y para su seguridad. Existen técnicas para entrenar perros (callejeros idealmente) para hacer compañía a personas de la tercera edad (acariciar a un perro sube las endorfinas y da un sentido de tranquilidad). En Alemania han utilizado la terapia con gatos para que la gente depresiva y ansiosa maneje esas emociones. El 80 por ciento de las casas habitación en que entran ladrones carecen de perros guardianes. Los perros topos que salvaron a personas perdidas en el terremoto de México y ahora en el de Haití no necesitan ser sabuesos pura sangre, sino razas similares bien entrenadas.
Adoptar un perro callejero no es solamente un acto de humanidad, sino uno de civismo; que además genera bienestar en la familia. Hablar de los animales podría parecer poco importante, pero no lo es, por eso deben existir políticas públicas que en lugar de idear cómo construir hornos crematorios para perros, lo hagan desde una perspectiva humanitaria y creativa, que buena falta nos hace en México dejar de matar y buscar nuevas salidas.
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