Despliega el SME el ingenio para repudiar la desaparición de empleos
Aspecto de la marcha de anoche,desde el Sindicato Mexicano de Electricistas al edificio principal de Luz y Fuerza del CentroFoto María Luisa Severiano
Jaime Avilés
En silencio, con veladoras en mano, bajo la llovizna de las 8 de la noche, una columna de casi 5 mil personas, formada por electricistas despedidos, sus esposas, hijos y parientes, partió de la sede de ese gremio sindical en Insurgentes Centro y Antonio Caso para dirigirse a Luz y Fuerza del Centro, en Marina Nacional.
Más que manifestación política de protesta, parecía una peregrinación o cortejo fúnebre. Las débiles llamitas de las veladoras, el sordo rumor de los zapatos al arrastrarse por el asfalto, las expresiones de tristeza, frustración y rabia en todos los rostros, confirmaban el carácter fúnebre del cortejo.
En la columna, que proseguía su camino silenciosamente, había familias enteras en las que dos o tres de sus integrantes eran trabajadores de base de Luz y Fuerza, y ahora estaban despedidos, es decir, que el decreto del 11 de octubre, en ciertos casos liquidó también los ingresos de todo un grupo familiar.
Poco después de las 9 de la noche, cuando la procesión llegó al edificio de Luz y Fuerza, cuya fachada permanece rodeada de vallas metálicas grises y azules soldados de la Policía Federal, las personas que iban al frente de la columna se distribuyeron a lo largo del muro de rejas que ahora los separa de su fuente de empleo y de sus expectativas de vida.
De quién sabe donde, los federales se apresuraron a reforzar a sus compañeros, y de ambos lados de la valla durante largos minutos hubo dos grupos humanos frente a frente en silencio.
Pero de repente, una garganta gritó: “¡Dame una ese!”, y miles le respondieron: “¡Esee!” “¡Dame una eme!” “¡Eme!” “¡Dame una e!”, “¡Eee!” “¿Qué dice?” “¡Esmé, Esmé, Esmé!”
Ese fue el inicio de un concierto de furia y de ingenio que repitió hasta el cansancio las siguientes consignas: “¡Señor Calderón, por qué no usó condón!”, “¡Señora Hinojosa, por qué parió esa cosa!”, “¡Felipe, ratero, devuélveme mi empleo!”, “¡A tirar, a tirar, el decreto criminal!”, “¡No quiero dinero, yo quiero mi trabajo!”, “¡Si no hay solución, caerá Calderón!” y, por supuesto, como estribillo intercalado al final de cada estrofa, retumbaba el clásico: “Aquí se ve la fuerza del SME”.
Del puente que pasa por encima de Marina Nacional colgaba una manta con los emblemas del SME y Luz y Fuerza y un rótulo en rojo: “Resultados de la productividad de Calderón: 5 mil 500 policías y soldados muertos, igual número de familias desamparadas”.
Veinte minutos después, las mujeres, los ancianos y los niños que habían quedado en la retaguardia de la procesión dieron media vuelta y se convirtieron en la vanguardia, al mismo tiempo que el gentío emprendía el regreso a la sede del SME, coreando y batiendo con las palmas de las manos el también clásico “Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir, que el pinche gobierno se tiene que morir”. La manifestación se disolvió pacíficamente a las 10 de la noche.
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