Desfiladero
Calderón, a Washington. A México, los marines
Jaime Avilés
Arde el mundo árabe, Israel pierde aliados en Medio Oriente y su aislamiento se acentúa al igual que su paranoia porque Irán se fortalece; las rebeliones se agudizan, Kadafi se tambalea y el precio del petróleo tiende a dispararse a las nubes. Mientras la ola de furia popular se extiende por el norte de África y bien puede propagarse al sur de Europa, México se desangra sin Estado ni gobierno y el hombrecito de Los Pinos advierte que el alza del crudo elevará el costo de las importaciones de gasolina, pero no dice que esto, por su personalísima culpa, empeorará mucho más las condiciones de vida de decenas de millones de mexicanos.
A lo largo de estos cuatro años de espanto, saqueo y genocidio, Felipe Calderón no fue capaz de poner siquiera la primera piedra de una refinería que ya debería estar funcionando para que podamos transformar aquí nuestro propio petróleo y, como repite con elocuencia Andrés Manuel López Obrador, dejemos de vender naranjas para comprar jugo de naranja. Si Calderón aplazó indefinidamente el arranque de la obra es porque nada le conviene tanto como seguir trayendo combustible del extranjero. Las propinas por debajo del agua deben ser alucinantes.
Con un gabinete de seguridad marcado por el estigma de la corrupción –el 29 de enero de 2009, la Secretaría de la Defensa Nacional compró “600 cobertores afelpados” a 143 mil 400 pesos cada uno, por un total de 86 millones 40 mil pesos (hay muchos más datos como éste en www.facebook.com/#!/pages/Los-Gastos-Pendejos/148344958534675)–; con un procurador incompetente e inepto, que pronto será arrojado del barco en pleno naufragio, y con una violencia social incontrolable, Calderón se apresura a viajar a Washington, convocado de urgencia por Hillary y su invisible, inaudible y elegante mayordomo.
¿A qué va Calderón con tanta prisa? ¿A disculparse con Janet Napolitano por haber declarado a la prensa que hay “mala coordinación” entre las policías de ambos países? ¿A explicar por qué mantiene a Genaro García Luna, el gran simulador que provocó una grave crisis diplomática con Francia? ¿A recibir órdenes sobre la llegada de los marines a Ciudad Juárez y Tamaulipas?
¿O acaso va para dar su propia versión acerca de la guerra que está por estallar entre Carlos Slim, Emilio Azcárraga y Ricardo Salinas Pliego? ¿O tal vez a hacerse un examen antidoping para que la señora ésa con apellido de flan y la verdadera presidenta de Estados Unidos comprendan por qué dice que en México “a todas las empresas les va bien”?
¿Cómo puede Calderón sostener tamaña falacia, cuando según el Sistema de Información Empresarial, en 2009 había en el país 719 mil 654 pequeñas y medianas compañías, y al día de hoy permanecen abiertas 649 mil 155, lo que habla de que en 2010 cerraron 70 mil 499?
Pero podrían existir otras posibilidades. ¿Hillary y Janet habrían decidido llamarlo para que se comprometa a permitir que los agentes de las corporaciones policiacas estadunidenses pudieran transitar y trabajar portando y, de ser necesario, disparar sus armas de fuego en las calles, ciudades, carreteras, puertos, aeropuertos, aviones, autobuses y puntos intermedios de nuestro país? Para eso se habría montado el asesinato del policía chicano de la Migra en San Luis Potosí.
Todos debemos ser Assange
Si la palabra “leak” en inglés significa goteo y, por ende, filtración, la voz “wiki” alude a la pionera Wikipedia, la primera enciclopedia escrita colectivamente en el mundo por los usuarios de Internet. Wikileaks, por lo tanto, es la enciclopedia de los secretos políticos, económicos, diplomáticos y militares de todos los gobiernos del mundo, revelados por la valentía revolucionaria del australiano Julian Assange.
Anteayer, un tribunal de Londres ordenó que Assange sea entregado a la policía sueca para enfrentar cargos de supuesto abuso sexual en perjuicio de dos mujeres. Las acusaciones de éstas no son sino un pretexto para que al llegar al país de Henning Mankell, las autoridades lo deporten a Estados Unidos en donde, en el más benévolo de los casos, podría ser encarcelado hasta el fin de sus días, y en el peor, condenado a la silla eléctrica por “traición” a una patria que no es la suya, o de manera más expedita, asesinado por un supuesto “patriota”, como Jack Ruby, que oportunamente mató a Lee Harvey Oswald cuando el presunto homicida de Kennedy era trasladado a una prisión.
En la medida en que Assange eligió a La Jornada como el único medio informativo de nuestro país digno de publicar los cables secretos del gobierno de Bush sobre la debilidad política de Calderón, después de las elecciones de 2006, entre muchas otras cosas que en sumisa obediencia a los gringos, el resto de la prensa nativa pretende silenciar, los periodistas y lectores de este diario debemos movilizarnos en defensa del creador de Wikileaks.
La única forma en que podemos ayudarlo efectivamente es contribuyendo a provocar, junto con sus simpatizantes en el resto del mundo, una situación en la que, para la Casa Blanca, resulte preferible soltarlo que privarlo de la vida o de la libertad.
Con un pie fuera
López Obrador tiene un pie fuera del PRD. Al rechazar, con esa especie de renuncia largamente esperada, una alianza electoral en el estado de México entre Jesús Ortega y Felipe Calderón –que pretende apoyar la candidatura de Luis Felipe Bravo Mena, ex líder del Yunque, o de Josefina Vázquez Mota, ex pelele de Elba Esther Gordillo–, ha hecho sonar el reloj despertador a la hora de las definiciones.
Según Mitofsky, si AMLO se va del PRD, siete de cada 10 militantes harán lo mismo. Cuauhtémoc Cárdenas, Marcelo Ebrard y los senadores pejistas encabezados por Pablo Gómez no han vacilado en respaldar su tajante decisión. Esta, por asombroso que parezca, ha sido aplaudida también por los levantacejas más abyectos. ¿La causa? Imaginan que favorecerá a Peña Nieto y esa suposición les encanta. Pero se acerca el destape del sucesor del copetón y todo sugiere que su favorito, Alfredito del Mazo, no va a dar el ancho. Por desgracia para la causa obradorista, Alejandro Encinas no quiere ganar esa gubernatura.
Esta noche, tres magníficos bluseros de Chicago –Billy Branch, Carlos Johnson y Peaches Staten– tocarán con Vieja Estación en el salón Los Ángeles. Mañana por la mañana, todas y todos al Monumento a la Revolución para continuar con la campaña No+Sangre. Por la noche, Natalie Portman ganará el Óscar y le hablaré para felicitarla. La probabilidad de que me conteste no es alta.
El martes pasado, en el homenaje que sus amigos le rendimos en el Teatro de la Ciudad al poeta John Ross, su hijo, el hip-hopero Dante Ross, contó: “Cuando mi padre estaba por morir, me cogió la mano y se quedó dormido. Al despertar me dijo: tu mano está en mi mano. Cuando yo me vaya, espero que mi mano esté en la tuya para siempre”. ¡Adiós, gringo loco!
Los cables sobre México en WikiLeaks
Sitio especial de La Jornada sobre WikiLeaks
jamastu@gmail.com
A lo largo de estos cuatro años de espanto, saqueo y genocidio, Felipe Calderón no fue capaz de poner siquiera la primera piedra de una refinería que ya debería estar funcionando para que podamos transformar aquí nuestro propio petróleo y, como repite con elocuencia Andrés Manuel López Obrador, dejemos de vender naranjas para comprar jugo de naranja. Si Calderón aplazó indefinidamente el arranque de la obra es porque nada le conviene tanto como seguir trayendo combustible del extranjero. Las propinas por debajo del agua deben ser alucinantes.
Con un gabinete de seguridad marcado por el estigma de la corrupción –el 29 de enero de 2009, la Secretaría de la Defensa Nacional compró “600 cobertores afelpados” a 143 mil 400 pesos cada uno, por un total de 86 millones 40 mil pesos (hay muchos más datos como éste en www.facebook.com/#!/pages/Los-Gastos-Pendejos/148344958534675)–; con un procurador incompetente e inepto, que pronto será arrojado del barco en pleno naufragio, y con una violencia social incontrolable, Calderón se apresura a viajar a Washington, convocado de urgencia por Hillary y su invisible, inaudible y elegante mayordomo.
¿A qué va Calderón con tanta prisa? ¿A disculparse con Janet Napolitano por haber declarado a la prensa que hay “mala coordinación” entre las policías de ambos países? ¿A explicar por qué mantiene a Genaro García Luna, el gran simulador que provocó una grave crisis diplomática con Francia? ¿A recibir órdenes sobre la llegada de los marines a Ciudad Juárez y Tamaulipas?
¿O acaso va para dar su propia versión acerca de la guerra que está por estallar entre Carlos Slim, Emilio Azcárraga y Ricardo Salinas Pliego? ¿O tal vez a hacerse un examen antidoping para que la señora ésa con apellido de flan y la verdadera presidenta de Estados Unidos comprendan por qué dice que en México “a todas las empresas les va bien”?
¿Cómo puede Calderón sostener tamaña falacia, cuando según el Sistema de Información Empresarial, en 2009 había en el país 719 mil 654 pequeñas y medianas compañías, y al día de hoy permanecen abiertas 649 mil 155, lo que habla de que en 2010 cerraron 70 mil 499?
Pero podrían existir otras posibilidades. ¿Hillary y Janet habrían decidido llamarlo para que se comprometa a permitir que los agentes de las corporaciones policiacas estadunidenses pudieran transitar y trabajar portando y, de ser necesario, disparar sus armas de fuego en las calles, ciudades, carreteras, puertos, aeropuertos, aviones, autobuses y puntos intermedios de nuestro país? Para eso se habría montado el asesinato del policía chicano de la Migra en San Luis Potosí.
Todos debemos ser Assange
Si la palabra “leak” en inglés significa goteo y, por ende, filtración, la voz “wiki” alude a la pionera Wikipedia, la primera enciclopedia escrita colectivamente en el mundo por los usuarios de Internet. Wikileaks, por lo tanto, es la enciclopedia de los secretos políticos, económicos, diplomáticos y militares de todos los gobiernos del mundo, revelados por la valentía revolucionaria del australiano Julian Assange.
Anteayer, un tribunal de Londres ordenó que Assange sea entregado a la policía sueca para enfrentar cargos de supuesto abuso sexual en perjuicio de dos mujeres. Las acusaciones de éstas no son sino un pretexto para que al llegar al país de Henning Mankell, las autoridades lo deporten a Estados Unidos en donde, en el más benévolo de los casos, podría ser encarcelado hasta el fin de sus días, y en el peor, condenado a la silla eléctrica por “traición” a una patria que no es la suya, o de manera más expedita, asesinado por un supuesto “patriota”, como Jack Ruby, que oportunamente mató a Lee Harvey Oswald cuando el presunto homicida de Kennedy era trasladado a una prisión.
En la medida en que Assange eligió a La Jornada como el único medio informativo de nuestro país digno de publicar los cables secretos del gobierno de Bush sobre la debilidad política de Calderón, después de las elecciones de 2006, entre muchas otras cosas que en sumisa obediencia a los gringos, el resto de la prensa nativa pretende silenciar, los periodistas y lectores de este diario debemos movilizarnos en defensa del creador de Wikileaks.
La única forma en que podemos ayudarlo efectivamente es contribuyendo a provocar, junto con sus simpatizantes en el resto del mundo, una situación en la que, para la Casa Blanca, resulte preferible soltarlo que privarlo de la vida o de la libertad.
Con un pie fuera
López Obrador tiene un pie fuera del PRD. Al rechazar, con esa especie de renuncia largamente esperada, una alianza electoral en el estado de México entre Jesús Ortega y Felipe Calderón –que pretende apoyar la candidatura de Luis Felipe Bravo Mena, ex líder del Yunque, o de Josefina Vázquez Mota, ex pelele de Elba Esther Gordillo–, ha hecho sonar el reloj despertador a la hora de las definiciones.
Según Mitofsky, si AMLO se va del PRD, siete de cada 10 militantes harán lo mismo. Cuauhtémoc Cárdenas, Marcelo Ebrard y los senadores pejistas encabezados por Pablo Gómez no han vacilado en respaldar su tajante decisión. Esta, por asombroso que parezca, ha sido aplaudida también por los levantacejas más abyectos. ¿La causa? Imaginan que favorecerá a Peña Nieto y esa suposición les encanta. Pero se acerca el destape del sucesor del copetón y todo sugiere que su favorito, Alfredito del Mazo, no va a dar el ancho. Por desgracia para la causa obradorista, Alejandro Encinas no quiere ganar esa gubernatura.
Esta noche, tres magníficos bluseros de Chicago –Billy Branch, Carlos Johnson y Peaches Staten– tocarán con Vieja Estación en el salón Los Ángeles. Mañana por la mañana, todas y todos al Monumento a la Revolución para continuar con la campaña No+Sangre. Por la noche, Natalie Portman ganará el Óscar y le hablaré para felicitarla. La probabilidad de que me conteste no es alta.
El martes pasado, en el homenaje que sus amigos le rendimos en el Teatro de la Ciudad al poeta John Ross, su hijo, el hip-hopero Dante Ross, contó: “Cuando mi padre estaba por morir, me cogió la mano y se quedó dormido. Al despertar me dijo: tu mano está en mi mano. Cuando yo me vaya, espero que mi mano esté en la tuya para siempre”. ¡Adiós, gringo loco!
Los cables sobre México en WikiLeaks
Sitio especial de La Jornada sobre WikiLeaks
jamastu@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario