Carlos Salinas y el nuevo IEPES
Marco Rascón
Para la inquisición de los políticamente correctos, confieso que lo he leído de cabo a rabo y no me queda duda: Carlos Salinas es el demiurgo que armoniza las ideas de la restauración priísta. Es el encargado de cambiar de piel al dinosaurio y ponerle una de ternera. Es él ahora quien encarna y sustituye la función del viejo Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (IEPES), que elaboraba las plataformas de campaña de los nuevos presidentes y donde se perfilaban los nuevos ministros. Carlos Salinas ha sido convocado y contratado para hacer este trabajo, aunque él haya tenido que reinventar su historia política y, sin necesidad de la autocrítica, acusar a otros de su propia obra.
Apoyado en la falta de memoria y la debilidad intelectual de la izquierda en los últimos tiempos, acorralados por el seguidismo y la anulación de la crítica, Carlos Salinas, en gran maniobra, inventó a sus críticos, que pronto desaparecieron, y ahora los priístas pueden ir con su Democracia republicana bajo el brazo, considerándose desde ya los dueños de la oposición contra la derecha, los nuevos constituyentes del centro político, la unidad nacional y los reivindicadores del poder ciudadano contra los “excesos del mercado y del Estado”, según Salinas.
Frente a la lectura y sólo desconociendo por interés lo que representa Carlos Salinas en el poder en México, muchos intelectuales caerán seguramente, ante las ansias de creer en algo. Este libro y su contenido, presentado como la propuesta para una “alternativa ciudadana”, reivindica hoy el concepto de la “soberanía”, mismo que desde Televisa Octavio Paz y algunos intelectuales de la época intentaron destruir, bajo auspicio del salinismo en aquello que se llamó Coloquio de Invierno, donde Mario Vargas Llosa vino a soltar lo de la “dictadura perfecta”, que abrió el distanciamiento con Octavio Paz. El tema “modernidad” contra “soberanía” fue la brecha para justificar las privatizaciones, la integración económica y la sustitución de la rectoría del Estado por el libre mercado, que hoy es nuestro presente
Hoy, Carlos Salinas puso de cabeza sus mismas tesis, olvidando el uso y abuso del Estado para impulsar desde ahí lo que sería la ruta hacia el neoliberalismo. Hay que recordar que si alguien puso los cimientos del neoliberalismo fue Miguel de la Madrid y que, para la memoria histórica nacional e internacional, fue Carlos Salinas el padre del neoliberalismo mexicano y la ruta “hacia la modernidad”.
Hoy el olvido no es patrimonio exclusivo de Carlos Salinas, sino de todo su grupo compacto, que hoy se inserta lo mismo en el lopezobradorismo, en el panismo o el priísmo. Es una maniobra de ideas sin autoridad política para llevarlas a cabo; en la Democracia republicana son muchos conceptos válidos en camino de ser desprestigiados. Ya antes, con el mismo método de suplantación, se oficializó el concepto de “solidaridad”, forjado durante años por los socialistas ante la represión y en particular en los sismos de 1985, para denominar su programa contra la pobreza extrema.
Carlos Salinas recicla en su libro viejos textos de política popular. Habla de la necesidad de la “acción popular” con “autonomía” y pasa recogiendo diversos conceptos de los clásicos griegos y romanos, Gramsci y hasta Marx para construir su versión de la autonomía social con la participación de sindicatos con poder estratégicos “capaces de parar la producción (sic)”. Se infiere que son el SNTE u otros del mismo sistema corporativo.
Sorprende cuando define que uno de los principales problemas de México es Estados Unidos, “nuestra Roma” (p. 133), y de ahí, la necesidad de luchar por la soberanía, lo cual los Goebbels de la campaña de la restauración priísta presentarán como un movimiento nacionalista, por la autonomía e independencia de la sociedad, por la justicia social, contra los abusos del capital especulativo y la pobreza. Es decir, un proyecto oligárquico con propuestas antioligárquicas.
Como parte del guión de la reunificación priísta, Ernesto Zedillo ha guiñado de manera traviesa que el PRI, su partido neoliberal, regresará al poder en 2012. ¿Qué tanto representa en el PRI Carlos Salinas y qué tanto Zedillo en esta trama?
Para nadie es un secreto que la presidencia del PRI de Humberto Moreira pone a Elba Esther Gordillo en el centro de la escena, pues sus relaciones dan lo mismo para Enrique Peña Nieto que para el PRI de distintos paleolíticos y muy particularmente para Carlos Salinas, su gran mentor.
Por todo ello, hoy en el PRI se reagrupan para la restauración y hasta perdiendo ganan, como es el caso de Guerrero. A partir del trabajo de Carlos Salinas en su papel de IEPES del PRI, el futuro se cierne complejo y de grandes tareas para los que buscan en verdad construir una alternativa ciudadana democrática e incluyente.
No es con insultos vacíos como el programa de la restauración hecho por Salinas deberá ser enfrentado; no se puede luchar contra ideas complejas, que entrelazan lo válido y lo antihistórico, con simplezas.
http://www.marcorascon.org/
Apoyado en la falta de memoria y la debilidad intelectual de la izquierda en los últimos tiempos, acorralados por el seguidismo y la anulación de la crítica, Carlos Salinas, en gran maniobra, inventó a sus críticos, que pronto desaparecieron, y ahora los priístas pueden ir con su Democracia republicana bajo el brazo, considerándose desde ya los dueños de la oposición contra la derecha, los nuevos constituyentes del centro político, la unidad nacional y los reivindicadores del poder ciudadano contra los “excesos del mercado y del Estado”, según Salinas.
Frente a la lectura y sólo desconociendo por interés lo que representa Carlos Salinas en el poder en México, muchos intelectuales caerán seguramente, ante las ansias de creer en algo. Este libro y su contenido, presentado como la propuesta para una “alternativa ciudadana”, reivindica hoy el concepto de la “soberanía”, mismo que desde Televisa Octavio Paz y algunos intelectuales de la época intentaron destruir, bajo auspicio del salinismo en aquello que se llamó Coloquio de Invierno, donde Mario Vargas Llosa vino a soltar lo de la “dictadura perfecta”, que abrió el distanciamiento con Octavio Paz. El tema “modernidad” contra “soberanía” fue la brecha para justificar las privatizaciones, la integración económica y la sustitución de la rectoría del Estado por el libre mercado, que hoy es nuestro presente
Hoy, Carlos Salinas puso de cabeza sus mismas tesis, olvidando el uso y abuso del Estado para impulsar desde ahí lo que sería la ruta hacia el neoliberalismo. Hay que recordar que si alguien puso los cimientos del neoliberalismo fue Miguel de la Madrid y que, para la memoria histórica nacional e internacional, fue Carlos Salinas el padre del neoliberalismo mexicano y la ruta “hacia la modernidad”.
Hoy el olvido no es patrimonio exclusivo de Carlos Salinas, sino de todo su grupo compacto, que hoy se inserta lo mismo en el lopezobradorismo, en el panismo o el priísmo. Es una maniobra de ideas sin autoridad política para llevarlas a cabo; en la Democracia republicana son muchos conceptos válidos en camino de ser desprestigiados. Ya antes, con el mismo método de suplantación, se oficializó el concepto de “solidaridad”, forjado durante años por los socialistas ante la represión y en particular en los sismos de 1985, para denominar su programa contra la pobreza extrema.
Carlos Salinas recicla en su libro viejos textos de política popular. Habla de la necesidad de la “acción popular” con “autonomía” y pasa recogiendo diversos conceptos de los clásicos griegos y romanos, Gramsci y hasta Marx para construir su versión de la autonomía social con la participación de sindicatos con poder estratégicos “capaces de parar la producción (sic)”. Se infiere que son el SNTE u otros del mismo sistema corporativo.
Sorprende cuando define que uno de los principales problemas de México es Estados Unidos, “nuestra Roma” (p. 133), y de ahí, la necesidad de luchar por la soberanía, lo cual los Goebbels de la campaña de la restauración priísta presentarán como un movimiento nacionalista, por la autonomía e independencia de la sociedad, por la justicia social, contra los abusos del capital especulativo y la pobreza. Es decir, un proyecto oligárquico con propuestas antioligárquicas.
Como parte del guión de la reunificación priísta, Ernesto Zedillo ha guiñado de manera traviesa que el PRI, su partido neoliberal, regresará al poder en 2012. ¿Qué tanto representa en el PRI Carlos Salinas y qué tanto Zedillo en esta trama?
Para nadie es un secreto que la presidencia del PRI de Humberto Moreira pone a Elba Esther Gordillo en el centro de la escena, pues sus relaciones dan lo mismo para Enrique Peña Nieto que para el PRI de distintos paleolíticos y muy particularmente para Carlos Salinas, su gran mentor.
Por todo ello, hoy en el PRI se reagrupan para la restauración y hasta perdiendo ganan, como es el caso de Guerrero. A partir del trabajo de Carlos Salinas en su papel de IEPES del PRI, el futuro se cierne complejo y de grandes tareas para los que buscan en verdad construir una alternativa ciudadana democrática e incluyente.
No es con insultos vacíos como el programa de la restauración hecho por Salinas deberá ser enfrentado; no se puede luchar contra ideas complejas, que entrelazan lo válido y lo antihistórico, con simplezas.
http://www.marcorascon.org/
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