José Cárdenas
Ventana
02 de junio de 2009
‘Michoacanazo’
A una semana del operativo policiaco militar en Michoacán hay dos hechos dentro de una realidad. Se ataca con la fuerza del Estado el enclave de la droga y en el empeño se arrastra la soberanía de una entidad. El Estado cumple al desmantelar las redes de corrupción y castigar a las autoridades políticas, policiacas y jueces sometidos al hampa. El procurador Eduardo Medina Mora justificó el arraigo de los 28 detenidos y dos funcionarios presentados voluntariamente sólo para meterse por su propio pie en la boca del lobo.
La PGR asegura contar con evidencia para acusarlos de asociación delictuosa y delitos contra la salud, pero no los acusa; los arraiga. Ha revelado Medina Mora que esta acción fue resultado de ocho meses de investigación. ¿Por qué los presentados fueron arraigados y no consignados por el juez? ¿La PGR podrá demostrar en 40 días lo que no ha podido en ocho meses? Si los arraigados salen libres por falta de méritos, lo harán cuatro días después de las elecciones. ¿Casualidad?
¿Por qué la PGR irrespetó a Leonel Godoy? El mandatario, a quien el Michoacanazo ha desacreditado y debilitado, recuerda haber advertido al secretario de la Defensa y al Presidente de la situación en aquel estado. Admite la legalidad y la necesidad del operativo, pero cuestiona su aplicación por haberse violado la soberanía de Michoacán al irrumpir los federales en la sede del Ejecutivo. Brinca la suspicacia. En la política cuentan también las formas, no sólo el fondo. Se incumplen los artículos 40 y 119 de la Constitución. Cualquier abogado lo sabe.
El mensaje es claro: en México existen dos clases de gobernadores, los de primera y los de segunda. Godoy, por su cardenismo, se ubica en el último grupo. En Los Pinos le tienen confianza; no así a Marco Antonio Adame, de Morelos. Visto así entiendo lo ocurrido. Electoralmente, los restos del cardenismo michoacano fundado por el “tata” Lázaro y “el tío” Dámaso son cenizas. El régimen calderonista pasó a cuchillo la historia del abuelo Cárdenas y su descendencia: Cuauhtémoc, el padre; Lázaro, el hijo; y Leonel Godoy, una especie de espíritu santo.
La redada no sólo se llevó a 10 alcaldes, un juez, altos funcionarios y autoridades policiacas, presuntos implicados con la ilegalidad. El golpe de la PGR, con apoyo del Ejército, derribó de paso el último baluarte de una izquierda ética, decente; una alternativa para los votantes hastiados del conservadurismo, del priísmo irredimible y del perredismo extraviado en la reyerta. Había que dar un golpe doble: combatir al crimen en cadena nacional y restar vigor moral al cardenismo en las vísperas electorales. La perinola detiene su giro y el anhelo derechista de nuevo toma todo.
‘Michoacanazo’
A una semana del operativo policiaco militar en Michoacán hay dos hechos dentro de una realidad. Se ataca con la fuerza del Estado el enclave de la droga y en el empeño se arrastra la soberanía de una entidad. El Estado cumple al desmantelar las redes de corrupción y castigar a las autoridades políticas, policiacas y jueces sometidos al hampa. El procurador Eduardo Medina Mora justificó el arraigo de los 28 detenidos y dos funcionarios presentados voluntariamente sólo para meterse por su propio pie en la boca del lobo.
La PGR asegura contar con evidencia para acusarlos de asociación delictuosa y delitos contra la salud, pero no los acusa; los arraiga. Ha revelado Medina Mora que esta acción fue resultado de ocho meses de investigación. ¿Por qué los presentados fueron arraigados y no consignados por el juez? ¿La PGR podrá demostrar en 40 días lo que no ha podido en ocho meses? Si los arraigados salen libres por falta de méritos, lo harán cuatro días después de las elecciones. ¿Casualidad?
¿Por qué la PGR irrespetó a Leonel Godoy? El mandatario, a quien el Michoacanazo ha desacreditado y debilitado, recuerda haber advertido al secretario de la Defensa y al Presidente de la situación en aquel estado. Admite la legalidad y la necesidad del operativo, pero cuestiona su aplicación por haberse violado la soberanía de Michoacán al irrumpir los federales en la sede del Ejecutivo. Brinca la suspicacia. En la política cuentan también las formas, no sólo el fondo. Se incumplen los artículos 40 y 119 de la Constitución. Cualquier abogado lo sabe.
El mensaje es claro: en México existen dos clases de gobernadores, los de primera y los de segunda. Godoy, por su cardenismo, se ubica en el último grupo. En Los Pinos le tienen confianza; no así a Marco Antonio Adame, de Morelos. Visto así entiendo lo ocurrido. Electoralmente, los restos del cardenismo michoacano fundado por el “tata” Lázaro y “el tío” Dámaso son cenizas. El régimen calderonista pasó a cuchillo la historia del abuelo Cárdenas y su descendencia: Cuauhtémoc, el padre; Lázaro, el hijo; y Leonel Godoy, una especie de espíritu santo.
La redada no sólo se llevó a 10 alcaldes, un juez, altos funcionarios y autoridades policiacas, presuntos implicados con la ilegalidad. El golpe de la PGR, con apoyo del Ejército, derribó de paso el último baluarte de una izquierda ética, decente; una alternativa para los votantes hastiados del conservadurismo, del priísmo irredimible y del perredismo extraviado en la reyerta. Había que dar un golpe doble: combatir al crimen en cadena nacional y restar vigor moral al cardenismo en las vísperas electorales. La perinola detiene su giro y el anhelo derechista de nuevo toma todo.
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