Gobierno inhumano
Editorial de Ricardo Rocha de hoy
Ricardo Rocha, Detrás de la Noticia, El Universal
Me estremece la primera plana de El Universal en el vuelo de regreso: “Para la comisionada del Instituto Nacional de Migración, Cecilia Romero, el turismo sexual, tráfico de mujeres, redes de pederastia, plagio y violencia contra miles de migrantes ‘son males de la humanidad’ que México no puede erradicar”.
En pocas palabras, resignémonos a que todos estos crímenes pronto sean socialmente aceptados.
Indigna por todas partes: porque con esos argumentos pretende justificar la gigantesca corrupción de los mercenarios a su cargo en el INM; la señora Romero miente por omisión o ignorancia porque no es verdad que todos esas aberraciones deban ser aceptadas como inherentes a la naturaleza humana; la inmensa mayoría de los habitantes de este planeta no gozan violando a un niño ni se dedican a comprar o vender mujeres; y si bien es cierto que en los años recientes ha aumentado alarmantemente el número de viajeros sexuales o de usuarios de páginas de pederastia en internet se debe precisamente a la permisividad auspiciada por gobiernos que, como éste, creen que estos delitos son inevitables.
Una actitud que no sólo es sospechosamente derrotista, sino que viene acompañada de una conveniente insensibilidad que jamás se conduele del dolor ajeno, que trata los crímenes como tragedias y a las tragedias como errores administrativos.
Más aún, con una vergonzante carga de discriminación y racismo, porque —para variar— en todos estos casos, las víctimas son pobres o extremadamente pobres. Y frente a ellos, la distancia de los funcionarios del actual gobierno es cada vez mayor.
A ver: ¿alguna vez Cecilia Romero ha estado en Ciudad Hidalgo, Chiapas, para auxiliar a los migrantes mutilados por La Bestia (que así le dicen al tren de la ignominia) o ha consolado a una niña o niño abusados o hablado siquiera con una esclava sexual que tiene que seguir ejerciendo con seis u ocho meses de embarazo?
¿No es ofensivamente inhumano argumentar que poco o nada puede hacerse por las miles de víctimas de estos abusos en nuestro país? ¿O que los más desamparados están irremisiblemente condenados a un brutal destino manifiesto y que eso les pasa por ser pobres?
Por ello no son gratuitas las pésimas calificaciones obtenidas en estas materias y con las que nos han marcado por igual gobiernos y organismos de derechos humanos nacionales e internacionales. Una verdadera vergüenza.
De hecho, la única ventaja para doña Cecilia es que no está sola: ¿cuál fue el trato que les dio el secretario del Trabajo a las viudas de Pasta de Conchos? ¿Alguna vez se ha reunido el secretario de Economía con pequeños y medianos empresarios quebrados? ¿Tiene alguna remota idea de la pobreza el secretario de Desarrollo Social?
Lo dicho, es un gobierno inhumanamente homogéneo.
Ricardo Rocha, Detrás de la Noticia, El Universal
Me estremece la primera plana de El Universal en el vuelo de regreso: “Para la comisionada del Instituto Nacional de Migración, Cecilia Romero, el turismo sexual, tráfico de mujeres, redes de pederastia, plagio y violencia contra miles de migrantes ‘son males de la humanidad’ que México no puede erradicar”.
En pocas palabras, resignémonos a que todos estos crímenes pronto sean socialmente aceptados.
Indigna por todas partes: porque con esos argumentos pretende justificar la gigantesca corrupción de los mercenarios a su cargo en el INM; la señora Romero miente por omisión o ignorancia porque no es verdad que todos esas aberraciones deban ser aceptadas como inherentes a la naturaleza humana; la inmensa mayoría de los habitantes de este planeta no gozan violando a un niño ni se dedican a comprar o vender mujeres; y si bien es cierto que en los años recientes ha aumentado alarmantemente el número de viajeros sexuales o de usuarios de páginas de pederastia en internet se debe precisamente a la permisividad auspiciada por gobiernos que, como éste, creen que estos delitos son inevitables.
Una actitud que no sólo es sospechosamente derrotista, sino que viene acompañada de una conveniente insensibilidad que jamás se conduele del dolor ajeno, que trata los crímenes como tragedias y a las tragedias como errores administrativos.
Más aún, con una vergonzante carga de discriminación y racismo, porque —para variar— en todos estos casos, las víctimas son pobres o extremadamente pobres. Y frente a ellos, la distancia de los funcionarios del actual gobierno es cada vez mayor.
A ver: ¿alguna vez Cecilia Romero ha estado en Ciudad Hidalgo, Chiapas, para auxiliar a los migrantes mutilados por La Bestia (que así le dicen al tren de la ignominia) o ha consolado a una niña o niño abusados o hablado siquiera con una esclava sexual que tiene que seguir ejerciendo con seis u ocho meses de embarazo?
¿No es ofensivamente inhumano argumentar que poco o nada puede hacerse por las miles de víctimas de estos abusos en nuestro país? ¿O que los más desamparados están irremisiblemente condenados a un brutal destino manifiesto y que eso les pasa por ser pobres?
Por ello no son gratuitas las pésimas calificaciones obtenidas en estas materias y con las que nos han marcado por igual gobiernos y organismos de derechos humanos nacionales e internacionales. Una verdadera vergüenza.
De hecho, la única ventaja para doña Cecilia es que no está sola: ¿cuál fue el trato que les dio el secretario del Trabajo a las viudas de Pasta de Conchos? ¿Alguna vez se ha reunido el secretario de Economía con pequeños y medianos empresarios quebrados? ¿Tiene alguna remota idea de la pobreza el secretario de Desarrollo Social?
Lo dicho, es un gobierno inhumanamente homogéneo.
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