Dinero
Octubre 2008 (tampoco) se olvida
Primer aniversario de la devaluación panista
El diputado Pocoroba
Primer aniversario de la devaluación panista
El diputado Pocoroba
Enrique Galván Ochoa
"Presidente que devalúa, se devalúa”.
López Portillo
Hace un año una BigMac de McDonalds costaba 28 pesos en México y 30 del lado americano. Un desayuno en Sanborns o en Vips era más caro que otro en el Literatti, de Los Ángeles, o el Round Table, de Nueva York. Era evidente que el superpeso de 10 por un dólar estaba sobrevaluado. Vicente Fox había entregado la moneda a Felipe Calderón a 11 por dólar en diciembre de 2006; a su vez, la había recibido de Zedillo a 9.50 y la había venido deslizando gradualmente, creando un efecto de estabilidad. Era artificial: en mayo de 2003, frente a síntomas devaluatorios, comenzó a inyectar dólares de las reservas internacionales a los bancos comerciales. ¿Por qué en vez de seguirla deslizando Calderón y su equipo económico tomaron la extraña idea de revaluarlo más? Nos deben todavía una explicación, y quizá nunca nos la darán. En el lenguaje oficial y el de los principales noticiarios de televisión está prohibida la palabra devaluación, parece que no hubiera ocurrido. El gran orgullo de los gobiernos panistas era el peso que se mantenía estable desde el año 2000. ¡Casi una década sin que ocurriera una de las catástrofes como las de los gobiernos priístas! La primera semana de octubre de hace un año trajo un amargo despertar: tronó el superpeso. Un dato importante: en 2007, el año que siguió a la tormentosa toma de posesión del nuevo Presidente, se fugaron del país más de 17 mil millones de dólares. En estos pasados 12 meses el dólar ha llegado a la cercanía de los 16 pesos. En el mercado a futuros se están haciendo operaciones arriba de los 14 pesos a septiembre de 2010. Es una devaluación sin reversa.
El naufragio
Como en tiempos de Echeverría, López Portillo, De la Madrid y Zedillo, el efecto inmediato se sintió en la frontera. Los paisanos de un día para otro experimentaron que el poder de compra de sus pesos se achicó un 30%. Una de las consecuencias más graves se advirtió en el mercado de bienes raíces y continúa hoy: está infartado. En las semanas y meses siguientes el efecto se vino extendiendo a toda la República. No son diferentes las consecuencias de una devaluación panista a una priísta: provocan inflación, cierre de empresas, desempleo, pobreza. No ha habido explicaciones, ni disculpas y menos ayuda del gobierno calderonista para la gente que ha padecido la depreciación de sus salarios, sus honorarios, sus comisiones, los ahorros. Era imperativo un aumento de emergencia, pero no se dio, ha dejado que la gente se las arregle como pueda. El apoyo a las empresas ha sido selectivo: pusieron al frente de Nafin y Bancomext al ex presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Héctor Rangel Domene, para que auxilie a empresas grandes, particularmente a las que ayudaron a Calderón a llegar a Los Pinos. En los escalones de abajo es pavoroso el cierre de empresas medianas y pequeñas.
Circunstancias extrañas
Aun sin crisis internacional México estaría en crisis. La estrategia del gobierno consiste en culpar al mundo –particularmente a Estados Unidos– de lo que está sucediendo. Sin embargo, aun cuando la economía global no hubiera sufrido un grave descalabro, la de México estaría hundida, por cualquiera de estos dos motivos (y concurren ambos): la devaluación y el desplome de la producción y el precio del petróleo. Una serie de sucesos extraños antecedieron a la devaluación: 1. El 25 de julio de 2008 Hacienda compró al Banco de México 8 mil millones de dólares. 2. Enseguida, anunciaron la suspensión de venta de dólares a los bancos comerciales de agosto a octubre. 3. La moneda se devaluó y recomienzó el saqueo masivo de la reserva internacional. 4. Banco de México admite que ha dispuesto de 31 mil millones de dólares en la defensa del peso. Sin embargo, ha resultado tan ineficaz como la del perro de López Portillo. ¿No suena raro todo esto? No es superfluo añadir que el IFAI, a propuesta de su presidenta, Jacqueline Peschard, rechazó una solicitud ciudadana para conocer la identidad de al menos uno de los sacadólares. Finalmente, a una población empobrecida por la devaluación es a la que ahora se quiere descargar el fardo de nuevos impuestos. Han inventado el mito de un impuesto antipobreza, cuando sabemos que los gobernadores y el gobierno central se repartirán la recaudación. Habrá elecciones en varios estados de la República y necesitan nuestro dinero. ¡Qué bárbaros!
López Portillo
Hace un año una BigMac de McDonalds costaba 28 pesos en México y 30 del lado americano. Un desayuno en Sanborns o en Vips era más caro que otro en el Literatti, de Los Ángeles, o el Round Table, de Nueva York. Era evidente que el superpeso de 10 por un dólar estaba sobrevaluado. Vicente Fox había entregado la moneda a Felipe Calderón a 11 por dólar en diciembre de 2006; a su vez, la había recibido de Zedillo a 9.50 y la había venido deslizando gradualmente, creando un efecto de estabilidad. Era artificial: en mayo de 2003, frente a síntomas devaluatorios, comenzó a inyectar dólares de las reservas internacionales a los bancos comerciales. ¿Por qué en vez de seguirla deslizando Calderón y su equipo económico tomaron la extraña idea de revaluarlo más? Nos deben todavía una explicación, y quizá nunca nos la darán. En el lenguaje oficial y el de los principales noticiarios de televisión está prohibida la palabra devaluación, parece que no hubiera ocurrido. El gran orgullo de los gobiernos panistas era el peso que se mantenía estable desde el año 2000. ¡Casi una década sin que ocurriera una de las catástrofes como las de los gobiernos priístas! La primera semana de octubre de hace un año trajo un amargo despertar: tronó el superpeso. Un dato importante: en 2007, el año que siguió a la tormentosa toma de posesión del nuevo Presidente, se fugaron del país más de 17 mil millones de dólares. En estos pasados 12 meses el dólar ha llegado a la cercanía de los 16 pesos. En el mercado a futuros se están haciendo operaciones arriba de los 14 pesos a septiembre de 2010. Es una devaluación sin reversa.
El naufragio
Como en tiempos de Echeverría, López Portillo, De la Madrid y Zedillo, el efecto inmediato se sintió en la frontera. Los paisanos de un día para otro experimentaron que el poder de compra de sus pesos se achicó un 30%. Una de las consecuencias más graves se advirtió en el mercado de bienes raíces y continúa hoy: está infartado. En las semanas y meses siguientes el efecto se vino extendiendo a toda la República. No son diferentes las consecuencias de una devaluación panista a una priísta: provocan inflación, cierre de empresas, desempleo, pobreza. No ha habido explicaciones, ni disculpas y menos ayuda del gobierno calderonista para la gente que ha padecido la depreciación de sus salarios, sus honorarios, sus comisiones, los ahorros. Era imperativo un aumento de emergencia, pero no se dio, ha dejado que la gente se las arregle como pueda. El apoyo a las empresas ha sido selectivo: pusieron al frente de Nafin y Bancomext al ex presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Héctor Rangel Domene, para que auxilie a empresas grandes, particularmente a las que ayudaron a Calderón a llegar a Los Pinos. En los escalones de abajo es pavoroso el cierre de empresas medianas y pequeñas.
Circunstancias extrañas
Aun sin crisis internacional México estaría en crisis. La estrategia del gobierno consiste en culpar al mundo –particularmente a Estados Unidos– de lo que está sucediendo. Sin embargo, aun cuando la economía global no hubiera sufrido un grave descalabro, la de México estaría hundida, por cualquiera de estos dos motivos (y concurren ambos): la devaluación y el desplome de la producción y el precio del petróleo. Una serie de sucesos extraños antecedieron a la devaluación: 1. El 25 de julio de 2008 Hacienda compró al Banco de México 8 mil millones de dólares. 2. Enseguida, anunciaron la suspensión de venta de dólares a los bancos comerciales de agosto a octubre. 3. La moneda se devaluó y recomienzó el saqueo masivo de la reserva internacional. 4. Banco de México admite que ha dispuesto de 31 mil millones de dólares en la defensa del peso. Sin embargo, ha resultado tan ineficaz como la del perro de López Portillo. ¿No suena raro todo esto? No es superfluo añadir que el IFAI, a propuesta de su presidenta, Jacqueline Peschard, rechazó una solicitud ciudadana para conocer la identidad de al menos uno de los sacadólares. Finalmente, a una población empobrecida por la devaluación es a la que ahora se quiere descargar el fardo de nuevos impuestos. Han inventado el mito de un impuesto antipobreza, cuando sabemos que los gobernadores y el gobierno central se repartirán la recaudación. Habrá elecciones en varios estados de la República y necesitan nuestro dinero. ¡Qué bárbaros!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario