6 sep 2008

Desfiladero
Jaime Avilés
jamastu@gmail.com

Reyes Heroles, Morales Gil, los hijos de Marta Sahagún y el barcotráfico


Jesús Reyes Heroles González Garza y Carlos Morales Gil, como director general de Petróleos Mexicanos el primero, y director de Pemex Exploración y Producción (PEP) el segundo, han quedado, a los ojos de la opinión pública, señalados como presuntos miembros de una banda de barcotraficantes que saquea el patrimonio nacional en complicidad, entre otros, con Manuel y Jorge Alberto Bribiesca, hijastros del ex presidente Vicente Fox.

Una semana después de la marcha de las veladoras contra la inseguridad pública, la ineptitud gubernamental y la impunidad que beneficia a las principales figuras del régimen, un nuevo escándalo llama a las puertas de la resbalosa mansión oficial de Los Pinos. Ante la contundente denuncia que presentó Andrés Manuel López Obrador el domingo acerca del fraude maquinado que permitió el arrendamiento con opción a compra, en mil 135 millones de dólares, de un barco chatarra que valía mucho menos, Calderón está obligado a pedir la renuncia inmediata de Reyes Heroles y Morales Gil, porque la movilización ciudadana en contra de la delincuencia así lo exige.

De no hacerlo, de mantenerlos en sus puestos a pesar de todas las evidencias que los inculpan, su frágil “gobierno” se debilitará aun más y aumentará el clamor que demanda la dimisión de los que no pueden contra el hampa. En un principio, Pemex dijo que la denuncia era “irrisoria”. En seguida, le concedió mayor importancia al tratar, paradójicamente, de minimizarla admitiendo que El señor de los mares costaba 455 millones de dólares, pero que al sumar los gastos de operación y mantenimiento el monto se elevaba a 758 millones de dólares.

Después, cuando la Auditoría Superior de la Federación confirmó que todo el contrato valía en efecto mil 135 millones de dólares (11 mil 350 millones de pesos), Pemex aceptó al fin que la cifra denunciada por López Obrador era rigurosamente exacta. Sin embargo, ahora la paraestatal debe explicar por qué, en el contrato que suscribió con la naviera Bergesen Worldwide Ltd., se comprometió a pagar 346 millones 500 mil dólares por concepto de “gastos administrativos” y 131 millones de dólares más por “otras utilerías y equipo marino” no especificados. Ambas cantidades arrojan la friolera de 477.5 millones de dólares con los que se habrían podido construir varios centros de investigación científica o centenares de escuelas.

¿Esta es la forma en que van a “fortalecer” Pemex, saqueándolo entre un puñado de familias ligadas a la cúpula del PAN, para dizque elevar la calidad de vida de todos los mexicanos? A principios de abril pasado, en vísperas de que Calderón enviara sus iniciativas privatizadoras al Congreso, Carlos Morales Gil –principal responsable de la renta con opción a compra de El señor de los mares– adelantó cómo serían premiadas las empresas extranjeras que sacaran el tesoro de las aguas profundas.

En entrevista con El Universal, el funcionario fijó “entre 15 y 20 por ciento” sobre el valor de lo extraído, la cuota que se otorgaría a las petroleras foráneas por su trabajo, dependiendo, añadió, del grado de dificultad con que lo realicen. Además, dijo que la reforma calderónica les brindaría, a esos mismos consorcios, “participar en la explotación de los campos marginales”, esto es, de los pozos que terminaron su vida últil pero aún contienen petróleo y, para mayor comodidad, se encuentran en tierra firme y están conectados por brechas y carreteras.

Ahora, salpicado por el escándalo de El señor de los mares, Morales Gil ha incurrido en diversas contradicciones, al salir a los medios a dar la cara por Pemex, mientras su jefe, Reyes Heroles, permanece en la oscuridad. En una charla radiofónica con Carlos Loret de Mola, afirmó que el contrato del buquetanque valía “440 millones de dólares”, y en otra, con Joaquín López Dóriga, sostuvo que ninguna empresa mexicana había intervenido en la operación, lo que, ahora sabemos, es palmariamente falso.

En 2005, todavía en tiempos de Fox y con el pleno conocimiento de Francisco Gil Díaz, entonces titular de la Secretaría de Hacienda, Morales Gil –que ya era director de PEP– firmó el contrato del barco chatarra con la noruega Bergesen y la mexicana Blue Marine Technology Group, aliada a Oceanografía SA, la empresa de los hijos de Marta Sahagún. Pero si él rubricó el contrato en 2005, conociendo todas las irregularidades que contiene, Reyes Heroles, en 2007, lo refrendó al autorizar el pago de 50 por ciento del mismo, y el inicio de la liquidación mensual de las cuotas que vencerán en 2022. Por tanto, su corresponsabilidad en la estafa no es menos significativa.

Nacido en México, Distrito Federal, en 1952, doctorado en economía por el Instituto Tecnológico de Massachusetts en 1980, Reyes Heroles fue secretario de Energía en el gabinete de Ernesto Zedillo, de 1996 a 1997, año en que se fue de embajador de México ante el gobierno de Estados Unidos. Durante el sexenio de Fox permaneció fuera de la administración pública, pero no de la política ni de los negocios relacionados con ésta.

A la sombra de la consultora GEA-ISA, tramitó diversos contratos de empresas extranjeras con Pemex, que ha reconocido con una “serenidad” similiar a la de Mouriño, pero sobre todo tuvo un papel más que relevante en el fraude electoral de 2006, que llevó a Calderón a Los Pinos. Por una parte, colocó a su ex secretario particular, Luis Carlos Ugalde, al frente del IFE; por la otra, desde GEA-ISA, fue el primero en difundir encuestas sobre el supuesto “empate” entre López Obrador y Calderón, que darían pie al inverosímil triunfo de este último con un margen de ventaja de apenas 240 mil votos.

Cuando Calderón buscó la candidatura presidencial ofreciendo la privatización de Pemex en Estados Unidos (¿recuerdan su famosa entrevista con Jeffrey Davidow en San Diego, noviembre de 2003?), Reyes Heroles hacía rato que tenía ya los contactos con los políticos de Washington y los petroleros de Houston. Que hoy, cinco años después, ambos estén gestionando la entrega de Pemex a estadunidenses y españoles, mientras aparecen vinculados con los hijastros de Fox en el escándalo de El señor de los mares –que es un caso de corrupción entre centenares o miles–, sólo confirma lo que todo el pueblo ya sabe: que el llamado “gobierno federal” es en los hechos una asociación delictuosa carente de la mínima decencia.

Las grandes movilizaciones populares en defensa del petróleo que están a la vuelta de la esquina no deben limitarse a impedir la privatización de los hidrocarburos, sino trazarse, además, un objetivo paralelo y simultáneo: lograr en las barricadas que el Congreso eleve a rango constitucional las figuras del referendo –para que la sociedad resuelva sobre los temas que nos afectan a todos– y del plebiscito revocatorio de mandato, para que éste se convierta en ley reglamentaria del artículo 39 que nos otorga, “en todo momento, el derecho inalienable de cambiar” de gobierno.

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