7 sep 2008

Mario Di Costanzo Armenta

¿Por qué debemos creer?


Sin lugar a dudas, durante los últimos días casi todos los ciudadanos de este país que tenemos acceso a algún medio de comunicación hemos visto o escuchado los “mensajes” que Felipe Calderón dirige a la opinión pública con objeto de informar qué ha pasado durante su segundo año de gobierno.

Como siempre, dichos mensajes refieren datos sobre presuntos avances que, por más que busquemos, son difíciles de encontrar.

De esta manera, y como reza el refrán popular, Felipe Calderón “puede decir misa”, pero la realidad es que la economía y la sociedad muestran un grave retroceso y polarización desde que él asumió el gobierno de este país.

Así, por ejemplo, mientras en diciembre de 2006 un kilogramo de frijol costaba 9.60 pesos, en la actualidad –y a pesar de todos los “avances” que Felipe refiere– tiene un costo de 20 pesos, lo que significa un incremento de aproximadamente 108 por ciento.

Lo grave es que lo mismo sucede con el resto de la canasta básica, lo que se puede confirmar al observar la evolución en los precios del huevo, arroz, tortilla, pan, carne de res o de pollo, aceite, lenteja, así como de otros productos no tan básicos, pero muy “influyentes” en el costo de la vida, como lo son la gasolina, el diesel y el gas, que durante los últimos 21 meses han mostrado incrementos que en promedio superan 8.5 por ciento.

Más aún, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), durante el presente año la economía mexicana registrará un crecimiento de sólo 2.5 por ciento, con lo que se ubicará por segundo año consecutivo dentro de los últimos lugares de los países de la región en materia de crecimiento económico.

Así, por segundo año consecutivo y a pesar de lo que Felipe Calderón pueda decir en sus mensajes televisivos, el crecimiento del país se ubicará a la zaga de las siguientes economías: Perú, con 8.3 por ciento; Panamá, con 8 por ciento; Uruguay, con 7.5 por ciento; Argentina, con 7 por ciento; e igual que Cuba y la República Bolivariana de Venezuela, con una tasa de expansión de 6 por ciento.

Pero también estaremos por debajo del crecimiento proyectado para los siguientes países: Honduras, con 4.5 por ciento; Guatemala, 4.3 por ciento, lo mismo que Costa Rica; Chile, con 4 por ciento; El Salvador, con 3.7 por ciento; y Nicaragua, Haití y Ecuador con 3 por ciento.

Lo anterior, a pesar de que fue el propio Calderón quien, el 16 de enero del presente año, al inaugurar la decimasegunda Conferencia Anual Latinoamericana del Grupo Santander, señalo que “México está preparado para cualquier escenario y no hay duda que vamos a salir extraordinariamente bien este 2008”.

Aquel mismo día, añadió: “Yo, en lo personal, me he especializado en navegar a contracorriente; primero, dentro de mi partido; luego, en la campaña electoral y… bueno, pues a mí esto del escenario preocupante de 2008 realmente hasta me emociona un poquito y me asegura que vamos a salir extraordinariamente bien”.

El asunto es que de acuerdo con estudios de la propia Cepal, un incremento de 15 por ciento en los precios de los alimentos provoca un aumento de 2.8 por ciento en la pobreza. Esto quiere decir que si aceptamos que en México existen al menos 50 millones de mexicanos pobres y que los precios de los alimentos que integran la canasta básica han crecido durante los últimos 21 meses en 51 por ciento, podemos afirmar que la gestión de Felipe Calderón ha tenido como resultado la generación de por lo menos 5 millones de pobres. O, en otras palabras, que el número de pobres en el país se ha incrementado en aproximadamente 10 por ciento como resultado de la política económica de quien se propuso rebasar a la “izquierda por la izquierda” y quién se hiciera llamar el “presidente de la estabilidad y el empleo”.

Aquí conviene recordar que el 23 de agosto de 2007, Andrés Manuel López Obrador advirtió mediante una carta dirigida a la opinión pública que “desde la campaña presidencial en 2006, ya se veía la fragilidad económica de Estados Unidos y los impactos que podría tener en nuestra economía”.

Más aún, en dicha carta señaló lo que se debía empezar a hacer para evitar el colapso económico: estableció como líneas de acción el combate a los monopolios, la urgencia de contar con una verdadera reforma fiscal que acabara con los paraísos fiscales, la necesidad de impulsar la inversión en el sector energético, la reducción del gasto corriente, el urgente apoyo al campo y el rechazo al Tratado de Libre Comercio.

Así, independientemente de ideologías políticas o económicas, sería muy bueno que los ciudadanos hiciéramos un pequeño recuento sobre las mentiras y verdades que durante estos últimos dos años se han venido señalando por parte de Felipe Calderón y su gabinete, ya que los mismos argumentos utilizados en el pasado para engañar a la gente están siendo usados en la actualidad para promover la privatizadora reforma energética caldero-priísta.

Por todo ello, tenemos que preguntarnos, primeramente: ¿por qué debemos creer?



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