Telaraña de intereses
Gastón Azcárraga Andrade: graciosa huida
Aviones de Mexicana y Click estacionados en el aeropuerto internacional Benito Juárez Reuters
Por demás sucio ha resultado el intento de aterrizaje” que pretende darse al caso de Mexicana de Aviación tras el (segundo) estrepitoso fracaso de Gastón Azcárraga Andrade al frente de esta aerolínea, más los socios que lo acompañaron en una más de las fallidas privatizaciones de los bienes nacionales, donde no sólo está en juego una concesión federal (lo que debería garantizar información nítida y oportuna sobre la operación de “traspaso” accionario), sino la seguridad de clientes y pasajeros (como siempre lo más descuidado en este nuevo affaire de fracasados empresarios voraces y autoridades inútiles).
Se trata de una enredada historia de constante opacidad: en la devolución de la empresa a particulares (los mismos que la quebraron en 1994-1995) a precio de regalo; en el manejo financiero del consorcio reprivatizado en 2005, tras su “rescate” por el erario; en la creación del Nuevo Grupo Aeronáutico para evadir los contratos colectivos de pilotos, aeromozas y personal de tierra; en la –todo indica– fallida muerte inducida de Mexicana de Aviación por parte de Gastón Azcárraga Andrade; en las negociaciones para el “traslado” del control empresarial; en la –se supone– intervención de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes por tratarse de una concesión federal, en la que aparece involucrado un hermano del titular de esa dependencia, Juan Molinar Horcasitas; en la –también se supone– “defensa” de los usuarios de la aerolínea por la Profeco y –lo más reciente– la enorme telaraña tendida para concretar el aparente control de este consorcio aéreo (declarado desahuciado por sus anteriores accionistas) por parte de una empresa extranjera (Advent, en la que participa un “cuñado incómodo”), a través de una misteriosa “Tenedora K”, la que a su vez utiliza dos grupos (Omega y Arizan, con pedigrí en la clase política e historial en el Fobaproa) para evitar la defunción de “las alas de México”.
Sin más, como si se tratara de un changarro de esquina, Gastón Azcárraga Andrade tiró la toalla y anunció (por medio de la Bolsa Mexicana de Valores, en la que no cotiza Mexicana de Aviación), que “ha surtido sus efectos el contrato de enajenación de su participación accionaria en Nuevo Grupo Aeronáutico, la cual representaba el 30.4 por ciento del capital social de dicha entidad. El precio de la enajenación fue por un valor simbólico y, debido a que desde diciembre de 2008 las referida inversión se encuentra registrada en cero, esta transacción no tiene efecto contable negativo en el balance de Posadas” (el grupo hotelero del que es dueño el propio empresario y que en 2005 utilizó para la adquisición de la aerolínea). Así de sencillo.
De la nada, también, surgen los redentores: Advent, una trasnacional en la que participa accionariamente el “cuñado incómodo” de Felipe Calderón, Diego Hildebrando Zavala Gómez del Campo, hermano de Margarita, la first lady; en el segundo acto, brinca al escenario la misteriosa Tenedora K, que representa –según dice– una “asociación de inversionistas constituida por Grupo Industrial Omega y Grupo Arizan”, adquirentes de 95 por ciento Mexicana de Aviación, Click y Link. Todo a precio de ganga, nuevamente: 49 millones de dólares (concesión federal incluida).
Pero no os deprimáis, porque, ¡sorpresa!: sólo calderonistas han salido por todas partes al “rescate” de la aerolínea: primero, Diego Hildebrando (Advent Internacional), seguido por Andrés Rozental Gutman (medio hermano de Jorge Castañeda –titular de la SRE en tiempos de Fox, éste reprivatizador de Mexicana de Aviación–, ex funcionario de la SRE, ex priísta convertido al panismo, dado su “desinteresado” apoyo a la campaña de Felipe Calderón, durante la cual fue consejero asesor de política exterior, y cabeza visible del Grupo Industrial Omega, una de las cartas de la Tenedora K, ésta, a su vez, pieza operativa de Advent en la que participa el “cuñado incómodo”), y en tercera posición aparece Vicente Aríztegui Andreve (contribuyente financiero a la campaña electoral de Felipe Calderón, presidente del Grupo Arizan y asociado a la quiebra del Banco del Sureste, concesión otorgada, durante el salinato, al primo de Santiago Creel, ex secretario foxista de Gobernación, y uno de los primeros “salvamentos” bancarios del zedillismo, vía Fobaproa, es decir, con recursos públicos; también participa en Satmex, otra empresa perennemente “rescatada” por el erario).
Y la buena noticia, según presumen, es que en este mágico resurgir de la multicitada aerolínea la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores de México (ASPA) se quedó con 5 por ciento de las acciones, es decir, conservó lo mismo que tenía desde que Mexicana de Aviación se reprivatizó en diciembre de 2005, posesión que supuestamente garantizaría la plantilla laboral, aunque, como con Azcárraga Andrade, entre las primeras exigencias de Advent Internacional y su telaraña de tenedoras y grupos sobresale la “necesidad y “urgencia” de revisar a la baja contratos colectivos (pilotos, aeromozas y personal de tierras) y, precisamente, número de trabajadores. ¿Ganancia para la parte sindical? Dudoso, pero alguien más se preguntará ¿dónde está la autoridad de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes? Todo indica que cuidando los intereses que en todo esto tiene y representa el hermano de Juan Molinar Horcasitas, una de las cabezas visibles del Banco Ixe, también accionista de la empresa área “traspasada”.
Aparentemente son piezas sueltas que por obra del destino y un poco de magia llegan a reunirse en torno al “salvamento” de Mexicana de Aviación. Pero, ¡oh, sorpresa!, no es así: Advent es propietario del cien por ciento de Fumisa, la empresa concesionaria (desde el salinato) de algo así como 40 mil metros cuadrados en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, donde explota comercialmente 3 mil cajones de estacionamiento, subarrienda infinidad de locales comerciales y opera 15 aeropasillos en la Terminal 1. Andrés Rozental (Grupo Omega) es consejero de Fumisa y de Latinoamericana de Duty Free, presidida por Vicente Ariztegui Andreve (Grupo Arizan; también encabeza Satmex, en la que participa Alberto Mulás, ex director de Activos Corporativos del Fobaproa, fideicomiso que “rescató” al Banco del Sureste en el que Aristegui Andreve se asoció, entre otros, con Enrique Creel Cobián, Eduardo Sánchez Navarro, Juan Gallardo Thurlow (Grupo Embotelladoras Unidas) y José Luis Rión, socio de El Divino).
Ésos son los “rescatadores” visibles y esas las “coincidencias”.
Las rebanadas del pastel
Como se observa, es un bombón más de las oscuras prácticas en esta “democracia de, por y para los empresarios” (Fox dixit).
cfvmexico_sa@hotmail.com • mexicosa@infinitum.com.mx
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