Felipe, ¿y los privilegios ofensivos?
Feliciano Hernández
felicianohg@yahoo.com.mx
El año 2009 estará marcado por la mayor inequidad que se haya visto en las últimas décadas, con todos los riesgos que esto implica. La devaluación de al menos 30 por ciento de la moneda nacional, hacia mediados de noviembre, conjugada con la incontrolable inflación en los precios de productos básicos, hasta en más del 100 por ciento, ubica a los asalariados del país en una posición de máxima fragilidad. Todo esto agravado por el alto desempleo y el bajo poder adquisitivo de las clases populares, mientras los responsables del manejo económico duermen impunemente.
En el extremo de tal situación, la alta burocracia del país seguirá gozando de muy elevados sueldos y privilegios, como resultado de la insensibilidad de los legisladores para escuchar las demandas populares y adoptar en consecuencia programas compensatorios.
La propuesta de defensa de la economía popular, de Andrés Manuel López Obrador, para responder a esta crisis, planteada a los diputados con oportunidad durante la discusión del presupuesto 2009, sencillamente fue ignorada. Esto a pesar de que, analizada con objetividad, era totalmente viable al poner la atención en una distribución más equitativa de los recursos y en el combate a los excesos de los gobernantes de ahora y de ayer y de los tres niveles: federal, estatal y municipal.
Sin embargo, ante el probable empeoramiento de la crisis es preciso exigirle a Felipe Calderón, y a todos quienes ostentan alguna responsabilidad de gobierno, que sólo con medidas radicales podrán revertir el deterioro económico y social.
Hay que insistirles a todos los liderazgos sociales que sólo mediante la presión popular y la movilización, los legisladores y el Ejecutivo se verán empujados a tomar medidas de rescate social. Hoy, hoy, hoy.
Por eso resulta pertinente reconsiderar las propuestas de López Obrador, alejados del dogmatismo que persiste en seguir por el mismo camino a pesar del rotundo fracaso del fanatismo neoliberal.
Algunas de las medidas urgentes que propone López Obrador adquieren peso porque son totalmente racionales en la circunstancia mexicana plagada de abusos contra los más desposeídos.
De manera específica López Obrador propone un plan de austeridad presupuestaria que podría arrojar la reducción de 230 mil millones de pesos en el gasto gubernamental. Esto se podría lograr reduciendo a la mitad los sueldos de la alta burocracia, desde el presidente hasta los directores generales adjuntos de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, diputados y senadores, jueces y ministros, comisionados y funcionarios de los organismos autónomos y descentralizados, como el Banxico, la CNDH, el IFAI, INEGI, Pemex, CFE y Luz y Fuerza del Centro, IMSS, ISSSTE, etcétera.
También propone que se supriman los privilegios abusivos, como seguros de vida, de separación, de gastos médicos mayores, y que se cancele la entrega de bonos discrecionales de fin de año y similares.
Por supuesto, sigue en pie la propuesta de que se cancelen las pensiones a expresidentes por 310 millones de pesos al año o, podría agregarse aquí, que al menos se les reduzcan a la mitad.
Otra más es que se elimine la compra de vehículos para altos funcionarios, los gastos de representación, viáticos, la remodelación de oficinas, la renta de espacios alternos de los servidores públicos superiores, boletos de primera clase y gastos de vestuario.
Como puede apreciarse estas propuestas son de elemental racionalidad. Igualmente muchas otras que por motivos de espacio resulta difícil mencionar, pero que sólo reflejan la montaña de abusos que durante décadas cometieron los gobiernos del PRI y ahora los del PAN y, hay que reconocerlo, algunos del PRD. Pero, claro, a los legisladores les parecieron inconvenientes, por decir lo menos. Por eso, debe insistirse, sólo mediante la presión popular habrán de terminarse estos privilegios ofensivos.
Aplausos y abucheos
Aquí van algunos deseos de año nuevo, que seguramente comparten muchos mexicanos: que los legisladores ya se pongan las pilas y apliquen medidas drásticas contra los bancos saqueadores y las autoridades complacientes; que ya despierten Carstens, Guillermo Ortiz y Ruiz Mateos; que el IFE sea imparcial y esté muy vigilante de las elecciones este 2009; que la CNDH desquite un poco el enorme presupuesto que devora, hay presos políticos en México y Soberanes no lo denuncia; que los dirigentes partidistas y sus candidatos ya no dilapiden tanto dinero en campañas televisivas inútiles; que los legisladores hagan algo con la Secretaría de la Función Pública, que cuesta mucho y no hace nada contra la corrupción; que los empresarios no se hagan los occisos y paguen sus impuestos, aguinaldos y utilidades; sobre todo, que Santa Claus se olvide totalmente de alimañas como Deschamps, Gordillo, Hernández Juárez y otros; y que se apruebe alguna ley para la asignación equitativa y plural de publicidad gubernamental a los medios independientes y críticos como . A pesar de todo, feliz año nuevo a los lectores de La Hora Cero.
Feliciano Hernández
felicianohg@yahoo.com.mx
El año 2009 estará marcado por la mayor inequidad que se haya visto en las últimas décadas, con todos los riesgos que esto implica. La devaluación de al menos 30 por ciento de la moneda nacional, hacia mediados de noviembre, conjugada con la incontrolable inflación en los precios de productos básicos, hasta en más del 100 por ciento, ubica a los asalariados del país en una posición de máxima fragilidad. Todo esto agravado por el alto desempleo y el bajo poder adquisitivo de las clases populares, mientras los responsables del manejo económico duermen impunemente.
En el extremo de tal situación, la alta burocracia del país seguirá gozando de muy elevados sueldos y privilegios, como resultado de la insensibilidad de los legisladores para escuchar las demandas populares y adoptar en consecuencia programas compensatorios.
La propuesta de defensa de la economía popular, de Andrés Manuel López Obrador, para responder a esta crisis, planteada a los diputados con oportunidad durante la discusión del presupuesto 2009, sencillamente fue ignorada. Esto a pesar de que, analizada con objetividad, era totalmente viable al poner la atención en una distribución más equitativa de los recursos y en el combate a los excesos de los gobernantes de ahora y de ayer y de los tres niveles: federal, estatal y municipal.
Sin embargo, ante el probable empeoramiento de la crisis es preciso exigirle a Felipe Calderón, y a todos quienes ostentan alguna responsabilidad de gobierno, que sólo con medidas radicales podrán revertir el deterioro económico y social.
Hay que insistirles a todos los liderazgos sociales que sólo mediante la presión popular y la movilización, los legisladores y el Ejecutivo se verán empujados a tomar medidas de rescate social. Hoy, hoy, hoy.
Por eso resulta pertinente reconsiderar las propuestas de López Obrador, alejados del dogmatismo que persiste en seguir por el mismo camino a pesar del rotundo fracaso del fanatismo neoliberal.
Algunas de las medidas urgentes que propone López Obrador adquieren peso porque son totalmente racionales en la circunstancia mexicana plagada de abusos contra los más desposeídos.
De manera específica López Obrador propone un plan de austeridad presupuestaria que podría arrojar la reducción de 230 mil millones de pesos en el gasto gubernamental. Esto se podría lograr reduciendo a la mitad los sueldos de la alta burocracia, desde el presidente hasta los directores generales adjuntos de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, diputados y senadores, jueces y ministros, comisionados y funcionarios de los organismos autónomos y descentralizados, como el Banxico, la CNDH, el IFAI, INEGI, Pemex, CFE y Luz y Fuerza del Centro, IMSS, ISSSTE, etcétera.
También propone que se supriman los privilegios abusivos, como seguros de vida, de separación, de gastos médicos mayores, y que se cancele la entrega de bonos discrecionales de fin de año y similares.
Por supuesto, sigue en pie la propuesta de que se cancelen las pensiones a expresidentes por 310 millones de pesos al año o, podría agregarse aquí, que al menos se les reduzcan a la mitad.
Otra más es que se elimine la compra de vehículos para altos funcionarios, los gastos de representación, viáticos, la remodelación de oficinas, la renta de espacios alternos de los servidores públicos superiores, boletos de primera clase y gastos de vestuario.
Como puede apreciarse estas propuestas son de elemental racionalidad. Igualmente muchas otras que por motivos de espacio resulta difícil mencionar, pero que sólo reflejan la montaña de abusos que durante décadas cometieron los gobiernos del PRI y ahora los del PAN y, hay que reconocerlo, algunos del PRD. Pero, claro, a los legisladores les parecieron inconvenientes, por decir lo menos. Por eso, debe insistirse, sólo mediante la presión popular habrán de terminarse estos privilegios ofensivos.
Aplausos y abucheos
Aquí van algunos deseos de año nuevo, que seguramente comparten muchos mexicanos: que los legisladores ya se pongan las pilas y apliquen medidas drásticas contra los bancos saqueadores y las autoridades complacientes; que ya despierten Carstens, Guillermo Ortiz y Ruiz Mateos; que el IFE sea imparcial y esté muy vigilante de las elecciones este 2009; que la CNDH desquite un poco el enorme presupuesto que devora, hay presos políticos en México y Soberanes no lo denuncia; que los dirigentes partidistas y sus candidatos ya no dilapiden tanto dinero en campañas televisivas inútiles; que los legisladores hagan algo con la Secretaría de la Función Pública, que cuesta mucho y no hace nada contra la corrupción; que los empresarios no se hagan los occisos y paguen sus impuestos, aguinaldos y utilidades; sobre todo, que Santa Claus se olvide totalmente de alimañas como Deschamps, Gordillo, Hernández Juárez y otros; y que se apruebe alguna ley para la asignación equitativa y plural de publicidad gubernamental a los medios independientes y críticos como . A pesar de todo, feliz año nuevo a los lectores de La Hora Cero.
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