Adelitas, en pie de lucha
Lunes, 20 de Octubre de 2008 00:53
Jaime Avilés
En punto de las 11 de la mañana, miles de adelitas defensoras de la industria petrolera nacional se concentrarán en el Hemiciclo a Juárez, a unas cuadras del Senado de la República, para iniciar una nueva etapa de la resistencia civil pacífica si las circunstancias así lo demandan.
A ello se comprometieron ayer cuando bajo la mole del Monumento a la Revolución, a unos metros de la tumba del General Lázaro Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador les preguntó: “¿Están de acuerdo y preparadas para entrar en acción, con todo lo que implica este sacrificio, en bien del pueblo y de la patria?”.
Y gritando y saltando, con el puño en alto, agitando sus banderas, sus estandartes, sus cachuchas, mujeres de todas las edades, integrantes de 22 brigadas que llevan trabajando juntas desde marzo, preparándose para este momento histórico, respondieron a coro con un largo y vibrante “Síii”.
Eran la viva representación de lo que Laura Itzel Castillo describió en su discurso como “el entusiasmo y la alegría de vivir del pueblo, que surge en respuesta a la política de odio de la derecha”.
A ellas, a las adelitas que de tal suerte proclamaban ayer sus convicciones de lucha en la plaza, muy probablemente les tocará en suerte el paquete de secundar, en las calles, las protestas que los senadores y diputados del Frente Amplio Progresista realizarán en las cámaras, en lo que llegan a la Ciudad de México las organizaciones adscritas al Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo que viven en el interior del país.
Porque así es, como en el pizarrón al menos, quedó trazado el esquema del juego que planea conducir el “presidente legítimo de México”: habrá de nuevo toma de tribunas, cercos en torno del Senado y -esto sería lo novedoso- con el apoyo de militantes de otras Entidades Federativas, si los senadores del PRI y del PAN se ponen de acuerdo para consumar la privatización de Petróleos Mexicanos en cualquiera de los siguientes seis supuestos:
Para dividir a PEMEX en nuevas “empresas filiales”, que agudizarían la desintegración de la industria y facilitarían que, a la larga o a la corta, ésta pasara a manos de intereses privadas.
Para crear la figura de los “contratos riesgo”, que prevé recompensar a los particulares con porcentajes calculados a partir de lo que extraigan del subsuelo.
Para establecer un nuevo régimen administrativo que permita la asignación de proyectos sin que éstos sean sometidos a concurso público, como ordena la ley, lo que a juicio del FAP atizaría la corrupción existente dentro de la empresa.
Para asignar a firmas o consorcios privados, nacionales o extranjeros, bloques o áreas del territorio o los mares de México dentro de las cuales puedan explorar o explotar a discreción pozos petroleros.
Para que PEMEX adquiera “fianzas o seguros” que protejan a su director o a los miembros de su consejo de administración contra los daños que éstos pudieran ocasionar a la paraestatal o al país.
O, si por último, los legisladores aceptan que ante eventuales diferendos con empresas extranjeras, PEMEX se someta a tribunales internacionales porque con ello se perdería aún más soberanía nacional.
Lunes, 20 de Octubre de 2008 00:53
Jaime Avilés
En punto de las 11 de la mañana, miles de adelitas defensoras de la industria petrolera nacional se concentrarán en el Hemiciclo a Juárez, a unas cuadras del Senado de la República, para iniciar una nueva etapa de la resistencia civil pacífica si las circunstancias así lo demandan.
A ello se comprometieron ayer cuando bajo la mole del Monumento a la Revolución, a unos metros de la tumba del General Lázaro Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador les preguntó: “¿Están de acuerdo y preparadas para entrar en acción, con todo lo que implica este sacrificio, en bien del pueblo y de la patria?”.
Y gritando y saltando, con el puño en alto, agitando sus banderas, sus estandartes, sus cachuchas, mujeres de todas las edades, integrantes de 22 brigadas que llevan trabajando juntas desde marzo, preparándose para este momento histórico, respondieron a coro con un largo y vibrante “Síii”.
Eran la viva representación de lo que Laura Itzel Castillo describió en su discurso como “el entusiasmo y la alegría de vivir del pueblo, que surge en respuesta a la política de odio de la derecha”.
A ellas, a las adelitas que de tal suerte proclamaban ayer sus convicciones de lucha en la plaza, muy probablemente les tocará en suerte el paquete de secundar, en las calles, las protestas que los senadores y diputados del Frente Amplio Progresista realizarán en las cámaras, en lo que llegan a la Ciudad de México las organizaciones adscritas al Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo que viven en el interior del país.
Porque así es, como en el pizarrón al menos, quedó trazado el esquema del juego que planea conducir el “presidente legítimo de México”: habrá de nuevo toma de tribunas, cercos en torno del Senado y -esto sería lo novedoso- con el apoyo de militantes de otras Entidades Federativas, si los senadores del PRI y del PAN se ponen de acuerdo para consumar la privatización de Petróleos Mexicanos en cualquiera de los siguientes seis supuestos:
Para dividir a PEMEX en nuevas “empresas filiales”, que agudizarían la desintegración de la industria y facilitarían que, a la larga o a la corta, ésta pasara a manos de intereses privadas.
Para crear la figura de los “contratos riesgo”, que prevé recompensar a los particulares con porcentajes calculados a partir de lo que extraigan del subsuelo.
Para establecer un nuevo régimen administrativo que permita la asignación de proyectos sin que éstos sean sometidos a concurso público, como ordena la ley, lo que a juicio del FAP atizaría la corrupción existente dentro de la empresa.
Para asignar a firmas o consorcios privados, nacionales o extranjeros, bloques o áreas del territorio o los mares de México dentro de las cuales puedan explorar o explotar a discreción pozos petroleros.
Para que PEMEX adquiera “fianzas o seguros” que protejan a su director o a los miembros de su consejo de administración contra los daños que éstos pudieran ocasionar a la paraestatal o al país.
O, si por último, los legisladores aceptan que ante eventuales diferendos con empresas extranjeras, PEMEX se someta a tribunales internacionales porque con ello se perdería aún más soberanía nacional.
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