Desfiladero
Twitter vs. televisoras: la disputa por México
Jaime Avilés
Si las drogas alteran nuestra percepción de la realidad, los medios de comunicación no se quedan atrás. Si gracias al principio activo de ciertas sustancias nos reímos porque vuela la mosca o imaginamos cosas que nos aterran, es por la fuerza del dinero que el poder deforma a su antojo las noticias” que vemos, oímos y leemos en periódicos, y aparatos de radio y televisión. Un caso extremo es el siguiente.
El pasado 5 de febrero, personas desconocidas colocaron en las tiendas de conveniencia de Cancún y Chetumal, Quintana Roo, una edición apócrifa de Luces del Siglo, la revista que dirige Norma Madero de Jiménez. Alguien falsificó el número 438 de ese semanario, para exhibir en la portada una foto del ex aspirante a senador del PRD, Gregorio Sánchez Martínez, junto a un agresivo título: “Teólogo del crimen y apóstol del fraude”.
Quienes distribuyeron esa edición apócrifa se llevaron los ejemplares de la que habían publicado efectivamente la señora Madero de Jiménez y su equipo, sobre un ex agente de los servicios de espionaje de la última dictadura argentina, que huyó a México y montó en Cancún una red de explotación sexual de mujeres. Lo singular del caso es que el sujeto fue denunciado por su propia hija. En consecuencia, la verdadera edición 438 de Luces del Siglo salió (de la imprenta) con este título: “Raúl Martins, el espía espiado”.
¿Cómo pudieron realizar tan abusiva maniobra, al margen del poder que gobierna Quintana Roo? Sin restarle gravedad –ni mucho menos dejar de subrayar el peligro en que se encuentra Norma Madero por denunciar a Martins–, esta jugarreta pertenece a la escuela picaresca de Roberto Madrazo, quien hace una década, en Tabasco, falsificó una edición de La Jornada para atacar a Andrés Manuel López Obrador.
Una prueba de que los medios nos imponen su propia versión de la realidad la ofreció nuestro compañero Víctor M. Toledo en su artículo más reciente: “Enigma electoral: el misterio de las encuestas que se bifurcan” (La Jornada, 10/4/12). A dos meses y medio de las elecciones, escribió, “la gran mayoría de los medios televisivos, periodísticos y radiofónicos repiten con notoria frecuencia los resultados de las principales casas encuestadoras. Éstas ubican en primer sitio a Enrique Peña Nieto (EPN), seguido con cierta lejanía por Josefina Vázquez Mota (JVM)”. Y casi todas colocan a AMLO en tercer lugar.
Al promediar los resultados de siete firmas (GEA-ISA, Reforma, Mitofsky, Radio Fórmula, Covarrubias, El Universal y Parametría) ligadas con medios tradicionales, Toledo descubrió que marcan estas tendencias: AMLO, 17.8 por ciento; EPN, 38.5, y JVM, 23.5. Pero al examinar los estudios de opinión efectuados por otros actores y con otras metodologías, encontró que en todos ellos, sin excepción, AMLO apabulla a sus contrincantes.
Para apoyar “la hipótesis de la manipulación de las encuestas” (del primer grupo de firmas, en la que de antemano dijo que no cree), Toledo subrayó “el retiro inexplicable (del aire) de tres sondeos realizados por televisoras: Univisión, UNO Noticias y Milenio Tv. En los tres, pero especialmente en el primero y en el tercero, AMLO arrasa a los otros candidatos con más de 80 por ciento de las opiniones”. ¿A qué obedecen estas abismales diferencias?
Un destacado político tabasqueño expresó recientemente que, a su juicio, la pirámide social mexicana se divide en tres niveles, tanto por la manera de pensar como por los ingresos de sus integrantes. En la cima conviven personas de ideas y costumbres conservadoras, que representan 15 por ciento de los mexicanos. El grupo de enmedio (25 por ciento) se compone de mentes alertas y críticas, mientras en el de abajo, el más extendido (60 por ciento), se hallan quienes se orientan únicamente por la televisión.
Si trasladamos este esquema al ámbito electoral y lo contraponemos con los datos que Víctor M. Toledo mostró en su artículo, podríamos arriesgar algunas interpretaciones. Según las casas encuestadoras tradicionales, en el nivel inferior de la pirámide, de cada mil televidentes, 385 (o 38.5 por ciento) piensan votar por EPN, 235 (o 23.5) por JVM y 178 (o 17.8) por AMLO, en tanto 193 (o 19.3) no saben por quién se inclinarán, si es que lo hacen por alguien.
Ahora, si tomamos los resultados de las encuestadoras no tradicionales y los aplicamos a la masa crítica que habita a la mitad de la pirámide, podemos deducir que de ese 25 por ciento de la población (alrededor de 30 millones de personas), 80 por ciento votará por AMLO. Y por supuesto que es ahí, en ese sector, donde bullen la energía y la capacidad organizativa y movilizadora de quienes no desean otro sexenio, ¡el sexto!, de neoliberalismo, es decir, de saqueo, devastación, genocidio y sometimiento del territorio nacional a los intereses militares estratégicos de Estados Unidos.
Si en la base de la pirámide predomina la televisión, lo cierto es que en medio crece en forma exponencial la influencia de Twitter. Una investigación efectuada por El Canario Temerario (blog en construcción) descubrió que en 2010 había en México un millón 185 mil usuarios de esa red social. Datos estadísticos oficiales revelaron que tal cantidad ascendió a 4 millones 100 mil en marzo de 2011, por lo que actualmente se estima que la población tuitera es de unos 10 millones.
Aunque todavía no hay estudios académicos sólidos y confiables acerca de esta novedosa forma de comunicación, se considera que en el mundo, en promedio, de cada 10 cuentas de Twitter sólo seis están activas, esto es, que gorjean, como mínimo, una vez cada 60 días (twit en inglés equivale a pío-pío en español). Lo que nadie sabe es cuántas cuentas inactivas son usadas por personas que se dedican a leer lo que piensan los demás pero jamás se manifiestan.
Hasta anoche, al cierre de este Desfiladero, la cuenta de Peña Nieto tenía 514 mil 251 seguidores, la de Vázquez Mota 422 mil 204 y la de AMLO 361 mil 872. ¿Por qué, desde la aciaga comparecencia pública del priísta en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, los mensajes en Twitter han sido avasalladoramente favorables a López Obrador? Por dos razones.
Una: porque un número indeterminado de “seguidores” de Peña Nieto y Vázquez Mota son cuentas que se manejan mediante programas de computación, pero detrás de las cuales no hay personas de carne y hueso ni cerebros de materia gris.
La otra: porque los partidarios del tabasqueño han descubierto que Twitter es una muy eficaz herramienta para combatir la desinformación que propagan televisoras, estaciones de radio y periódicos. En cierto sentido, gracias a la transparencia imperante en esa red social, Twitter es una suerte de ombudsman que protege el derecho a la información de los consumidores de noticias.
Por todo ello, en las elecciones mexicanas de julio de 2012 no sólo competirán dos proyectos políticos diametralmente opuestos, sino también los medios que respaldan a cada cual. Pero en los hechos triunfará no el que logre acumular más votos para su candidato, sino el que sea capaz de defenderlos y lograr que el IFE los declare válidos. En pocas palabras, quienes insisten en que la victoria de la derecha es ya inevitable, únicamente pretenden desanimar y alejar de las urnas a los indecisos.
Twitter: @elcante
@emiajseliva
jamastu@gmail.com
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