Contratos casi “de riesgo”
Antonio Gershenson
En tiempos de Miguel Alemán se firmaron los llamados contratos riesgo” o de riesgo. Se quedó el nombrecito, pero en realidad no había ningún riesgo para las trasnacionales, para los contratistas, pues se les entregaban estructuras perfectamente localizadas y probadas. Se firmaban los contratos por 25 años.
Se les entregaba el 15 por ciento de la producción o, mejor dicho, estas empresas se quedaban con él. Pemex, al entregar los terrenos ya preparados como se dijo, pagó los costos de exploración, localización y prueba. Pero además, lo gastado por las empresas en la perforación se lo pagaba Pemex en petróleo del extraído ahí, que se sumaba al 15 por ciento. En los hechos, las trasnacionales se iban apropiando de todo el petróleo extraído, y esto motivó la sobrexplotación de pozos ya existentes, para cubrir la demanda nacional. Este rasgo, pagar con petróleo, es el único que no está aún en los contratos “nuevos” con los que se amenaza ahora al país. Claro, como con estos contratos el pago al contratista se da en función del precio del barril de petróleo, la trasnacional podría comprar con ese dinero el petróleo en cuestión.
La reacción contra esta entrega fue sucesiva, ya pocos años después de salido Alemán: se fueron dando por terminados anticipadamente los contratos; la ley reglamentaria de Pemex prohibió los contratos riesgo. Y se modificó, en 1960, el artículo 27 de la Constitución, prohibiendo ya no sólo las concesiones sino los contratos, tratándose del petróleo y de los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos. Después de un tiempo, el entreguismo volvió a la carga con diferentes nombres para los contratos.
Ahora, con los nombres de contratos incentivados y “contratos integrales de servicios”, se acercan cada vez más a los contratos riesgo de Miguel Alemán y en algunos sentidos los rebasan.
La entrega es hasta de 170 kilómetros cuadrados durante 25 años (como en los contratos riesgo), pero ahora se puede aumentar la duración otros 25 años sin volver a concursar, para sumar 50: medio siglo. Aquí rebasaron en entreguismo a Miguel Alemán. Además, se pueden entregar más kilómetros adjuntos.
Las compañías realizarían su trabajo a cambio de un pago en efectivo y con un extra si logran rebasar una meta establecida al principio. En esto también superan a Miguel Alemán. Se les pagaría conforme a un precio por barril extraído, más un 70 u 80 por ciento de los costos que tenga. Se les pagaría incluso en caso de ineficiencia.
Se plantea que Pemex entre como socio minoritario de la empresa privada. Pone su lana, su inversión, pero el socio privado mayoritario, como tal, adopta las decisiones de la empresa. Además, Pemex no puede, en casos extremos como los que ya se han dado, demandar a la compañía, porque son socios.
Como cierre, viene la declaracionitis del director. Que se crea una nueva división de Pemex para firmar estos contratos; que no, que tal vez firme Pemex Internacional. Habían hablado del absurdo de importar petróleo superligero, cuando es de las pocas cosas en Pemex cuya producción está aumentando de manera importante. Ya mejor no dicen nada. Ahora, el director dice que hay que mandar a refinar petróleo a Estados Unidos, ya se les olvidó su anterior discurso sobre la “nueva refinería”, en realidad abandonada. Alguien le dice y afirma que no la han abandonado.
Lo cierto es que el año pasado había en el presupuesto de Pemex una ¡barda perimetral!, gran cosa para una refinería, y no pusieron ni un alambrito. Este año, otra vez, lo mismo en el presupuesto y la misma ausencia de la tremenda barda perimetral. ¡Y en diciembre dice que no han abandonado la refinería!
Con tanta mentira, ya no sabe uno si de a de veras van a hacer esa nueva acción entreguista, los contratos integrales de servicios. Claro, más vale que no la hagan, y que sea otra obra de pura saliva, pero eso sólo lo sabremos cuando las cosas hayan ocurrido… o cuando dejen de hablar del asunto, como pasó con el crudo superligero.
Parecería que las mentiras son un sello de este sistema como tal.
antonio.gershenson@gmail.com
Se les entregaba el 15 por ciento de la producción o, mejor dicho, estas empresas se quedaban con él. Pemex, al entregar los terrenos ya preparados como se dijo, pagó los costos de exploración, localización y prueba. Pero además, lo gastado por las empresas en la perforación se lo pagaba Pemex en petróleo del extraído ahí, que se sumaba al 15 por ciento. En los hechos, las trasnacionales se iban apropiando de todo el petróleo extraído, y esto motivó la sobrexplotación de pozos ya existentes, para cubrir la demanda nacional. Este rasgo, pagar con petróleo, es el único que no está aún en los contratos “nuevos” con los que se amenaza ahora al país. Claro, como con estos contratos el pago al contratista se da en función del precio del barril de petróleo, la trasnacional podría comprar con ese dinero el petróleo en cuestión.
La reacción contra esta entrega fue sucesiva, ya pocos años después de salido Alemán: se fueron dando por terminados anticipadamente los contratos; la ley reglamentaria de Pemex prohibió los contratos riesgo. Y se modificó, en 1960, el artículo 27 de la Constitución, prohibiendo ya no sólo las concesiones sino los contratos, tratándose del petróleo y de los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos. Después de un tiempo, el entreguismo volvió a la carga con diferentes nombres para los contratos.
Ahora, con los nombres de contratos incentivados y “contratos integrales de servicios”, se acercan cada vez más a los contratos riesgo de Miguel Alemán y en algunos sentidos los rebasan.
La entrega es hasta de 170 kilómetros cuadrados durante 25 años (como en los contratos riesgo), pero ahora se puede aumentar la duración otros 25 años sin volver a concursar, para sumar 50: medio siglo. Aquí rebasaron en entreguismo a Miguel Alemán. Además, se pueden entregar más kilómetros adjuntos.
Las compañías realizarían su trabajo a cambio de un pago en efectivo y con un extra si logran rebasar una meta establecida al principio. En esto también superan a Miguel Alemán. Se les pagaría conforme a un precio por barril extraído, más un 70 u 80 por ciento de los costos que tenga. Se les pagaría incluso en caso de ineficiencia.
Se plantea que Pemex entre como socio minoritario de la empresa privada. Pone su lana, su inversión, pero el socio privado mayoritario, como tal, adopta las decisiones de la empresa. Además, Pemex no puede, en casos extremos como los que ya se han dado, demandar a la compañía, porque son socios.
Como cierre, viene la declaracionitis del director. Que se crea una nueva división de Pemex para firmar estos contratos; que no, que tal vez firme Pemex Internacional. Habían hablado del absurdo de importar petróleo superligero, cuando es de las pocas cosas en Pemex cuya producción está aumentando de manera importante. Ya mejor no dicen nada. Ahora, el director dice que hay que mandar a refinar petróleo a Estados Unidos, ya se les olvidó su anterior discurso sobre la “nueva refinería”, en realidad abandonada. Alguien le dice y afirma que no la han abandonado.
Lo cierto es que el año pasado había en el presupuesto de Pemex una ¡barda perimetral!, gran cosa para una refinería, y no pusieron ni un alambrito. Este año, otra vez, lo mismo en el presupuesto y la misma ausencia de la tremenda barda perimetral. ¡Y en diciembre dice que no han abandonado la refinería!
Con tanta mentira, ya no sabe uno si de a de veras van a hacer esa nueva acción entreguista, los contratos integrales de servicios. Claro, más vale que no la hagan, y que sea otra obra de pura saliva, pero eso sólo lo sabremos cuando las cosas hayan ocurrido… o cuando dejen de hablar del asunto, como pasó con el crudo superligero.
Parecería que las mentiras son un sello de este sistema como tal.
antonio.gershenson@gmail.com
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