PAN: derrota presidencial
Ricardo Rocha
Ricardo Rocha
Detrás de la Noticia
Por supuesto que esta elección fue también un plebiscito. Y el resultado es un no rotundo, claramente expresado en contra del modelo de país que nos han impuesto el gobierno de Calderón y su partido.
No a un país bañado en sangre por una guerra absurda y sospechosa contra el narcotráfico. Si el gobierno quería legitimarse debió saber que tenía que empezar por limpiar la casa, por una gran indagatoria interna para arrancar de sus entrañas a todos aquellos que desde sus órganos policiacos y de justicia conforman junto con los narcos lo que se conoce como crimen organizado. En cambio, se optó por una estrategia mediática que sacó al Ejército a las calles para dar la idea de un gobierno duro y temible. Que no fuerte y respetado.
No a un país cada vez más pobre. El peor administrado y el de más bajo crecimiento en toda América Latina, aun por debajo de República Dominicana y Haití. Con cada vez más desempleados y cada vez más hambrientos.
No a un país cada vez más injusto. Donde las cárceles están llenas de presos políticos como los de Atenco con penas de más de 100 años de prisión. Donde Jacinta sigue en la cárcel acusada de secuestrar a seis afis. Donde el gobierno se aprovecha del poder para arraigar a 30 adversarios políticos en Michoacán y no se atreve a arraigar a ninguno de los asesinos de 48 niños en Hermosillo.
El problema es que este gobierno es igual a todos los anteriores en un punto: cree que todos somos idiotas. Y que nos dejamos engañar por el bombardeo de mensajes pagados con nuestros impuestos. Y que somos cobardes y manipulables.
Desde luego, algún mérito hay que dar al PRI: la sagacidad, la paciencia, el oficio político para percibir la oportunidad del regreso. Convertirse en el gran ganador, como si el pasado no existiera. Y replantear el presente con sus nuevas reglas: mayoría absoluta en la Cámara de Diputados mediante el alquiler complementario del Verde; el carro casi completo en cinco de los seis estados en disputa; la recuperación de ciudades y municipios tan emblemáticos como Guadalajara, Cuernavaca, Toluca y Naucalpan. Todo lo que, en sentido contrario, ha representado para el PAN la más dolorosa derrota de su historia. Tanto que ayer mismo rodó la cabeza de su belicoso dirigente, Germán Martínez Cázares, luego de una reunión de seis horas con Calderón en Los Pinos. Así que es verdad que el PRI ganó. Pero también que el PAN perdió.
Por cierto, participó igualmente en la contienda una cosa llamada PRD y que en algún momento representó la esperanza de la izquierda en este país y ahora es comparsa. De ello y algo más hablaremos en una próxima entrega.
Por supuesto que esta elección fue también un plebiscito. Y el resultado es un no rotundo, claramente expresado en contra del modelo de país que nos han impuesto el gobierno de Calderón y su partido.
No a un país bañado en sangre por una guerra absurda y sospechosa contra el narcotráfico. Si el gobierno quería legitimarse debió saber que tenía que empezar por limpiar la casa, por una gran indagatoria interna para arrancar de sus entrañas a todos aquellos que desde sus órganos policiacos y de justicia conforman junto con los narcos lo que se conoce como crimen organizado. En cambio, se optó por una estrategia mediática que sacó al Ejército a las calles para dar la idea de un gobierno duro y temible. Que no fuerte y respetado.
No a un país cada vez más pobre. El peor administrado y el de más bajo crecimiento en toda América Latina, aun por debajo de República Dominicana y Haití. Con cada vez más desempleados y cada vez más hambrientos.
No a un país cada vez más injusto. Donde las cárceles están llenas de presos políticos como los de Atenco con penas de más de 100 años de prisión. Donde Jacinta sigue en la cárcel acusada de secuestrar a seis afis. Donde el gobierno se aprovecha del poder para arraigar a 30 adversarios políticos en Michoacán y no se atreve a arraigar a ninguno de los asesinos de 48 niños en Hermosillo.
El problema es que este gobierno es igual a todos los anteriores en un punto: cree que todos somos idiotas. Y que nos dejamos engañar por el bombardeo de mensajes pagados con nuestros impuestos. Y que somos cobardes y manipulables.
Desde luego, algún mérito hay que dar al PRI: la sagacidad, la paciencia, el oficio político para percibir la oportunidad del regreso. Convertirse en el gran ganador, como si el pasado no existiera. Y replantear el presente con sus nuevas reglas: mayoría absoluta en la Cámara de Diputados mediante el alquiler complementario del Verde; el carro casi completo en cinco de los seis estados en disputa; la recuperación de ciudades y municipios tan emblemáticos como Guadalajara, Cuernavaca, Toluca y Naucalpan. Todo lo que, en sentido contrario, ha representado para el PAN la más dolorosa derrota de su historia. Tanto que ayer mismo rodó la cabeza de su belicoso dirigente, Germán Martínez Cázares, luego de una reunión de seis horas con Calderón en Los Pinos. Así que es verdad que el PRI ganó. Pero también que el PAN perdió.
Por cierto, participó igualmente en la contienda una cosa llamada PRD y que en algún momento representó la esperanza de la izquierda en este país y ahora es comparsa. De ello y algo más hablaremos en una próxima entrega.
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