La pelea estelaaaaaaar: Carstens vs. Ortiz
• La camorra de Fernando
• Las moratorias que vienen…
Dos razones mueven al hombre, mi estimado, el interés o el miedo. Atractivo cierre de semana con la exhibida de discursos camorreros, ni más ni menos, que del despacho encargado de cuestiones de gobernabilidad, de consensos y de mesura política en aciagos tiempos, donde el partido en el poder (del no poder) y su emocionado capitán tripula el timón del barco de gran calado por peligrosas aguas y con demasiados focos rojos en su tablero.
El lamentable y grotesco reto de Fernando Gómez Mont hacia La Famiglia michoacana develando nuevamente el distintivo sello de la falta de oficio político y la mecha corta presidencial aunados a la desesperación de que la fiesta de las cifras alegres en el (des)gobierno ya terminó, no dejó sino un pésimo sabor de boca entre los que están en la primera línea de fuego en esta mal llamada guerra contra el narcotráfico. Las bravuconas palabras escupidas desde Bucareli no sumaron, sino restaron.
Y últimamente son la resta y la división las banderas preferidas por Felipe y su gymboree (con minúsculas) en Los Pinos —ahí está el dedazo en el PAN y sus fantásticas consecuencias–, donde no sólo la visión y el entendimiento sobre la complejidad del futuro inmediato son alarmantes, sino que el calderón hierve preparando el clímax de la próxima crisis (no shit)… que ya es un descomunal secreto a voces que impactará la polémica imagen de este (des)gobierno en un área por demás sensible: la económica.
Y no por las recientes cifras del desempleo y de la pobreza que son inexcusables botones del absoluto fracaso en las políticas de esta caterva de improvisados (pero muy leales) disfuncionales en el poder, sino porque el delicado pleito entre el siempre atinado secretario de Hacienda, Agustín Carstens, y el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, ha trascendido importantes esferas financieras y calificadoras que están por mandar otra dosis de zapes que consolidará la volátil caída libre… que dista de tocar fondo.
Así que sírvase su drink (if possible with booze), porque ahí le va.
Para nadie es un secreto que Agustín está hasta la madre de ser el secretario de hacienda de los pinos (todo con minúsculas) y de estar en la lista internacional de la poca (por no decir nula) credibilidad. Y ante el naufragio de sus pronósticos, derivados de una espléndida incontinencia verbal, Carstens ya le anda por darle flit a Guillermo –que goza de mejor international status quo– antes de que termine su gestión. El asunto no es menor, sobre todo en momentos donde la solidez y el blindaje del mentado barco de gran calado no lo cree nadie... fuera de la original burbujita presidencial donde se juega todos los días con la imaginación, la fantasía y la creación de un México distinto a la delicada realidad.
El timing es simpático porque justo ahora comienza el jaloneo legislativo por el paquetón fiscal y el envío de señales al exterior sugiriendo que este (des)gobierno sabrá enfrentar con inteligencia (jajajajaja… perdón) el emocionante tsunami del último trimestre que amaga con ser peligrosamente de vaticinios reservados y… la sucesión en el banco central, yes?
El anuncio sobre el segundo recorte en el gasto por 50 mil millones de pesos va justo en esa frecuencia.
Uno de los problemitas que se detectaron hace meses en poderosos despachos de acreditados analistas, es que la crisis podría orillar a varios estados a declararse en moratorias para hacer frente a sus compromisos, incluidas nóminas, y que será, entre otras cosas, una pésima señal sobre el manejo y la salud de las finanzas. Sobre todo cuando ante menores ingresos tributarios, petroleros, caída en remesas y nulo crecimiento, las participaciones federales hacia distintas entidades entrarán en una fase de sugestiva vorágine…
El presumido equipo económico de Felipe no sólo entra lento, torpe y tarde para paliar efectos de la peligrosa crisis económica (que, of course, vino de fuera y estuvo ausente de la agenda electoral), sino que además se da el frívolo lujo de madrear al titular del BdeM, cuya señal ya llegó, preocupó y ocupó a tiros y troyanos sobre los efectos que tendrán las formas y el fondo de quitar a Ortiz antes de finalizar su mandato, meter con calzador a Carstens –que necesita desfilar por el Senado aunque cuente con la cómplice simpatía de Beltrones– y colocar a… a… ooooootro de los amigos de Calderón para ocupar la maravillosa cartera de Hacienda.
Todo, my friend, en medio del inevitable colapso...
¡Adiós…!
• La camorra de Fernando
• Las moratorias que vienen…
Dos razones mueven al hombre, mi estimado, el interés o el miedo. Atractivo cierre de semana con la exhibida de discursos camorreros, ni más ni menos, que del despacho encargado de cuestiones de gobernabilidad, de consensos y de mesura política en aciagos tiempos, donde el partido en el poder (del no poder) y su emocionado capitán tripula el timón del barco de gran calado por peligrosas aguas y con demasiados focos rojos en su tablero.
El lamentable y grotesco reto de Fernando Gómez Mont hacia La Famiglia michoacana develando nuevamente el distintivo sello de la falta de oficio político y la mecha corta presidencial aunados a la desesperación de que la fiesta de las cifras alegres en el (des)gobierno ya terminó, no dejó sino un pésimo sabor de boca entre los que están en la primera línea de fuego en esta mal llamada guerra contra el narcotráfico. Las bravuconas palabras escupidas desde Bucareli no sumaron, sino restaron.
Y últimamente son la resta y la división las banderas preferidas por Felipe y su gymboree (con minúsculas) en Los Pinos —ahí está el dedazo en el PAN y sus fantásticas consecuencias–, donde no sólo la visión y el entendimiento sobre la complejidad del futuro inmediato son alarmantes, sino que el calderón hierve preparando el clímax de la próxima crisis (no shit)… que ya es un descomunal secreto a voces que impactará la polémica imagen de este (des)gobierno en un área por demás sensible: la económica.
Y no por las recientes cifras del desempleo y de la pobreza que son inexcusables botones del absoluto fracaso en las políticas de esta caterva de improvisados (pero muy leales) disfuncionales en el poder, sino porque el delicado pleito entre el siempre atinado secretario de Hacienda, Agustín Carstens, y el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, ha trascendido importantes esferas financieras y calificadoras que están por mandar otra dosis de zapes que consolidará la volátil caída libre… que dista de tocar fondo.
Así que sírvase su drink (if possible with booze), porque ahí le va.
Para nadie es un secreto que Agustín está hasta la madre de ser el secretario de hacienda de los pinos (todo con minúsculas) y de estar en la lista internacional de la poca (por no decir nula) credibilidad. Y ante el naufragio de sus pronósticos, derivados de una espléndida incontinencia verbal, Carstens ya le anda por darle flit a Guillermo –que goza de mejor international status quo– antes de que termine su gestión. El asunto no es menor, sobre todo en momentos donde la solidez y el blindaje del mentado barco de gran calado no lo cree nadie... fuera de la original burbujita presidencial donde se juega todos los días con la imaginación, la fantasía y la creación de un México distinto a la delicada realidad.
El timing es simpático porque justo ahora comienza el jaloneo legislativo por el paquetón fiscal y el envío de señales al exterior sugiriendo que este (des)gobierno sabrá enfrentar con inteligencia (jajajajaja… perdón) el emocionante tsunami del último trimestre que amaga con ser peligrosamente de vaticinios reservados y… la sucesión en el banco central, yes?
El anuncio sobre el segundo recorte en el gasto por 50 mil millones de pesos va justo en esa frecuencia.
Uno de los problemitas que se detectaron hace meses en poderosos despachos de acreditados analistas, es que la crisis podría orillar a varios estados a declararse en moratorias para hacer frente a sus compromisos, incluidas nóminas, y que será, entre otras cosas, una pésima señal sobre el manejo y la salud de las finanzas. Sobre todo cuando ante menores ingresos tributarios, petroleros, caída en remesas y nulo crecimiento, las participaciones federales hacia distintas entidades entrarán en una fase de sugestiva vorágine…
El presumido equipo económico de Felipe no sólo entra lento, torpe y tarde para paliar efectos de la peligrosa crisis económica (que, of course, vino de fuera y estuvo ausente de la agenda electoral), sino que además se da el frívolo lujo de madrear al titular del BdeM, cuya señal ya llegó, preocupó y ocupó a tiros y troyanos sobre los efectos que tendrán las formas y el fondo de quitar a Ortiz antes de finalizar su mandato, meter con calzador a Carstens –que necesita desfilar por el Senado aunque cuente con la cómplice simpatía de Beltrones– y colocar a… a… ooooootro de los amigos de Calderón para ocupar la maravillosa cartera de Hacienda.
Todo, my friend, en medio del inevitable colapso...
¡Adiós…!
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