Fidel Samaniego R.
El UniversalMiércoles 15 de noviembre de 2006
La batalla se ha desatado. Los adversarios desarrollan sus estrategias y poco a poco muestran sus armas políticas. Difícil, casi imposible, se vislumbra un acuerdo. En el Palacio Legislativo de San Lázaro, es evidente, inocultable el nerviosismo.
Es la batalla por la posesión del presídium en el salón de sesiones el próximo 1 de diciembre. Y en ella, las expresiones de los contendientes son irreductibles. "Que no les quepa duda, impediremos que Calderón rinda protesta", sentencian los legisladores perredistas. "No hay nada que negociar, la ceremonia será aquí, en este recinto, de acuerdo con la ley", responden insistentes los panistas.
Faltan 16 días. Ayer, el tema en comentarios, en entrevistas, en voz de unos y de otros, era ya el de la sesión solemne en la que Felipe Calderón Hinojosa deberá rendir protesta como presidente constitucional. Javier González Garza, coordinador de los diputados del PRD, con su peculiar estilo, entre bromas y veras, señalaba que ellos no son gladiadores, no buscarán un enfrentamiento, pero sí ejercerían un derecho y con una actitud democrática y republicana, tomarían la tribuna. El presidente de la Cámara de Diputados, Jorge Zermeño, reiteró que el evento será en San Lázaro, que no hay razón para cambiar de sede.
Una batalla sicológica
Una batalla en la que se hacen cálculos. A nadie parece preocuparle, no tienen duda de que Calderón Hinojosa podrá llegar al vestíbulo del Palacio Legislativo. La incógnita radica en la forma en que podrá descender por los 19 escalones que atraviesa el salón, y sobre todo, si podrá subir los 14 peldaños hasta llegar a lo más alto del estrado.
Y ante ello, en esa que también es una guerra sicológica, del primer círculo panista surgieron diversas versiones.
Por ejemplo, que Calderón entre por la parte posterior del recinto, por el salón que está tras las monumentales banderas. Y otra más: que del vestíbulo pase a un elevador que lo llevaría al palco de honor, en el mezanine, y que desde ahí, con los presidentes de ambas cámaras y el de la Suprema Corte de Justicia, y ante los legisladores rinda la protesta.
Medición de distancias, de espacios, de posibilidades. Unos y otros las hacen. La fracción perredista esperará. Lo que ocurra el 20 de noviembre próximo, en el zócalo, en el evento que encabezará Andrés Manuel López Obrador, la cantidad de gente que acuda, serán factores que tomen en cuenta.
"No hay ninguna negociación. En el partido habemos quienes pensamos que si la hubiera, un posible acuerdo sería establecer una gran agenda nacional, y un mandato presidencial de tres años. Entonces sí dejaríamos que Calderón rinda protesta", aventuró un legislador de la Revolución Democrática.
Mientras tanto, los priístas observan, calculan.
Emilio Gamboa aseguraba ayer que Jorge Zermeño le dijo que el 1 de diciembre en el salón de sesiones habrá elementos de seguridad, pero sin armas.
Un clima de tensión se siente en San Lázaro. Ayer hubo una manifestación del Movimiento de Jubilados. Se cortó la circulación de autos una cuadra en avenida Congreso de la Unión.
Nerviosos estaban los encargados de las puertas. Ahí estaban también, con sus escudos y cascos en reposo, pero alertas, los elementos de la Policía Federal Preventiva.
La batalla por el 1 de diciembre se ha desatado. Y los adversarios parecen irreductibles en sus posiciones. Y un acuerdo suena a difícil, casi imposible.
ATENCIÓN PRIÍSTAS , OJO , MUCHO OJO
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