13 abr 2009



Felipe, bucanero
Francisco Rodríguez
Indice Político

“No cruza el mar sino vuela / un velero bergantín. / Bajel pirata que llaman,/ por su bravura, El Temido; / en todo mar conocido, / del uno al otro confín...”
José de Espronceda

El señor Felipe Calderón no ha trascendido su etapa de dirigente partidista. Ahí quedó chiquito, pasmado en los estertores de la anterior década. Congelado, en una suerte de animación suspendida. No creció y ni siquiera se esforzó por alcanzar la altura que las circunstancias demandan a quien, “haiga sido como haiga sido”, fue llevado a ocupar el principal despacho político de la Nación.
Preparando elecciones, disfrutando la integración de las listas de candidatos a puestos de representación dizque popular, saboreando las campañas sucias cual los verracos paladean las boñigas, y ahora, pirateando candidatos a sus opositores por medio del chantaje, Calderón goza de manera directamente proporcional a lo que sufre el poder (del no poder, que diría Marcela Gómez Zalce).
Como en el priato lo hacía el Presidente de la República, ahora es el mismísimo ocupante de Los Pinos quien se encarga de confeccionar las listas que su partido, el PAN, deberá presentar -ahora sí- esta misma semana, para su registro ante el IFE. Hilo blanco y tela azul de donde cortar no parecerían faltarle, aunque inexplicablemente usa parches tricolores. Quita y pone nombres. Mueve y fija otros en distritos o circunscripciones. Todo ello tras recibir las propuestas de los grupos que, al seno de Acción Nacional, también le disputan legitimidad: los yunqueros, los verdaderos herederos de La Sagrada Familia, los gerentes de los grupos empresariales norteños, los representantes de la COPARMEX y de las cámaras del sector privado, de la Iglesia, de los banqueros y de Roberto Hernández, y hasta de los gobernadores blanquiazules… Pero es él y sólo él quien integra las listas.
El, también, quien supervisa los guiones que tan mal lee ante las cámaras de video su alter ego Germancito. El, quien junto con sus escatológicos asesores hispanos, pone en la olla los nauseabundos ingredientes con los que se pudren las “sopas de letras”. Y quien “convence” a dirigentes sindicales de convertirse en saltimbanquis que con sus saltos mortales (je je je) producen pasmo ente el respetable.
Nada ha cambiado la “presidencia imperial”. Acaso, lo único, es que ahora está en manos de un pequeño émulo de Mussolini, el “inventor” del corporativismo.
Pero ni en sus mejores épocas, los priístas llegaron tan lejos. Nunca escamotearon de las listas de nadie a un candidato ya “amarrado” por la oposición. Y que se sepa, tampoco lo hicieron usando el chantaje.




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