México SA
Calderón y su máscara
Cordero: entregas y te vas
“Mantener el proyecto”
Cordero: entregas y te vas
“Mantener el proyecto”
Carlos Fernández-Vega
Los mexicanos deben estar tranquilos, porque con el anuncio de ayer en la residencia oficial, cambiar lo que se llama cambiar, no cambió absolutamente nada. Fue, simplemente, un movimiento de piezas”, un revolcadero en el gabinetazo para reafirmar que en el último trecho del haiga sido como haiga sido la receta es más de lo mismo. Lo novedoso, por llamarle de alguna manera, es que, por fin, el aferrado Felipe Calderón se autodestapó para repetir en la grande, y para ello utiliza la desgastada máscara de Ernesto Cordero, quien orgullosamente se retira “con la satisfacción del deber cumplido”, según dijo, tras reunir sus 6 mil pesotes para la campaña electoral.
Pero qué lástima, porque en el anuncio mismo está la condena de Felipe y su careta. Dijo Cordero Hinojosa que deja el gabinetazo porque su propósito es “mantener el proyecto” calderonista; es decir, busca no dejar piedra sobre piedra, destrozar lo que Calderón no alcance a despedazar. Va por más muertos, menos empleo, más pobres, menor crecimiento, mayor corrupción, menor beneficio social y mayor concentración del ingreso, entre otras gracias. Cuando menos, ese es el resultado concreto del “proyecto” del tal Jelipe, y la máscara presume que eso es lo que quiere mantener.
Un beso de despedida (tipo Madonna-Britney, guardada toda proporción y cachondez, desde luego) fue lo único que faltó en la apasionada puesta en escena de la obra “lo entregas y te vas” (dejas el paquete económico en la Cámara de Diputados, y de volada te vas a la campaña). Felipe dedicó a Ernesto un panegírico igual de azucarado que de interminable, para lo cual consumió casi el triple del tiempo que destinó al sucesor de Cordero (José Antonio Meade) y a los otros “removidos”. Sólo Alejandro Poiré libró un poco más de azúcar, pero no tanta como el candidato oficial. Por cierto, ¿qué hará este personaje en el Cisen? ¿Ofrecerá discursos tipo concurso de oratoria? Un politólogo releva a un “encuestólogo” en las tareas de “inteligencia”, mientras un economista encabeza la Secretaría de Salud; es decir, la dinámica del gabinetazo no cambia.
El dueño de la máscara quiso patentizarle su cariño, pero sólo lo encueró: “con un profundo sentido social (dijo Calderón), el maestro Cordero se abocó a orientar las políticas públicas que habría de asumir el gobierno federal para que beneficiara a un mayor número de mexicanos… Además, su talento y compromiso han sido esenciales para impulsar la competitividad de la economía, la generación de empleo y el apoyo de las familias mexicanas… Como secretario de Desarrollo Social, fortaleció el Programa de Oportunidades; creó, precisamente, el Programa de Apoyo Alimentario, con el que por primera vez se brindó apoyo a más de un millón de familias, que nunca habían sido atendidas por el Estado. Yo estoy seguro de que el maestro Cordero seguirá demostrando ese sentido de responsabilidad, su patriotismo, su capacidad y, desde luego, su compromiso indeclinable con las mejores causas de México”.
En los hechos, en el balance de resultados concretos, y de acuerdo con lo expresado por el inquilino de Los Pinos, el avezado Cordero contribuyó a que 12.2 millones de mexicanos se sumaran a la pobreza; a que 5 millones más padecieran hambre; a que el déficit de empleo formal se acercara a 5 millones de plazas; a que la tasa oficial de desocupación creciera 60 por ciento; al incremento sostenido de la informalidad; al raquitismo en el “crecimiento” económico; a la caída de los índices de bienestar social; al desplome del ingreso y a tantas otras gracias producto del proyecto calderonista que ahora, según anunció el buen Ernesto, por todos los medios intentará mantener, primero, con la candidatura panista, y, segundo, ya en Los Pinos, si es que algún accidente nuclear o algún infarto en el sistema cerebral de los mexicanos le permite llegar a la residencia oficial.
Por otra parte, a Felipe Cordero se le presenta una oportunidad dorada para llevar a la práctica sus tesis más acabadas, ante la desastrosa “percepción” que de él tienen los mexicanos. Por ejemplo, Ernestico puede demostrar que en este país de “ingreso medio” 6 mil pesos es una cantidad más que suficiente para mandar a los niños a una escuela privada, pagar el crédito del coche y de la casa, y, por si fuera poco, financiar una campaña electoral con miras a la Presidencia de la República, toda vez que “la recuperación en la economía mexicana ya llegó a los bolsillos de las familias, aunque siempre la percepción de los mexicanos es peor y somos más exigentes de lo que las cifras muestran”.
Qué gran oportunidad: a los 57 millones de pobres en el país, votantes muchos de ellos, Felipe y su máscara podrán demostrar, también, que “hace mucho tiempo México dejó de ser pobre” y se encuentra en “una etapa de expansión y consolidación” de la clase media, aunque buena parte de ella no tenga empleo o sobreviva en la informalidad. Convencerá a los 28 millones de mexicanos sin acceso pleno a la alimentación que se “brinquen” una comida para que la crisis no les pegue tan duro, y a los 7 millones de ninis que con 1.5 por ciento anual como tasa promedio, el “crecimiento” económico en el calderonato ha resultado maravilloso y que la década perdida (la panista en el gobierno) ha sido benéfica para los mexicanos, pues si bien “existen riesgos de una recesión económica, no estamos en la orilla”. En fin, con el ¡Fua! como eje de acción, dedicará sus mejores cuan muy bien razonados discursos de campaña, como lo hizo en sus tiempos de funcionario, a negar sistemáticamente la realidad nacional, a repetir fábulas sobre el México idílico, a difundir mentiras y hacer el ridículo permanentemente, porque no hay duda de que esa fue la exitosa ruta que siguió para construir su candidatura. Así, Blanca Nieves se deshizo de los seis enanos restantes, y ya se puso la máscara.
Las rebanadas del pastel
Para que los mexicanos celebren a todo pulmón el mes de la patria y, desde luego, el feliz autodestape de Felipe Cordero Hinojosa, a partir del primer segundo de este sábado la Secretaría de Hacienda les regala el noveno gasolinazo del año (nueve meses, nueve aumentos). Gócenlo, mientras razonan su voto… Un abrazo, con mi agradecimiento pleno por su recibimiento, paciencia y tolerancia (incluida la petición de un minuto de receso para los fines ya conocidos), para los queridos integrantes del Círculo de Estudios Coapa.
cfvmexico_sa@hotmail.com
Pero qué lástima, porque en el anuncio mismo está la condena de Felipe y su careta. Dijo Cordero Hinojosa que deja el gabinetazo porque su propósito es “mantener el proyecto” calderonista; es decir, busca no dejar piedra sobre piedra, destrozar lo que Calderón no alcance a despedazar. Va por más muertos, menos empleo, más pobres, menor crecimiento, mayor corrupción, menor beneficio social y mayor concentración del ingreso, entre otras gracias. Cuando menos, ese es el resultado concreto del “proyecto” del tal Jelipe, y la máscara presume que eso es lo que quiere mantener.
Un beso de despedida (tipo Madonna-Britney, guardada toda proporción y cachondez, desde luego) fue lo único que faltó en la apasionada puesta en escena de la obra “lo entregas y te vas” (dejas el paquete económico en la Cámara de Diputados, y de volada te vas a la campaña). Felipe dedicó a Ernesto un panegírico igual de azucarado que de interminable, para lo cual consumió casi el triple del tiempo que destinó al sucesor de Cordero (José Antonio Meade) y a los otros “removidos”. Sólo Alejandro Poiré libró un poco más de azúcar, pero no tanta como el candidato oficial. Por cierto, ¿qué hará este personaje en el Cisen? ¿Ofrecerá discursos tipo concurso de oratoria? Un politólogo releva a un “encuestólogo” en las tareas de “inteligencia”, mientras un economista encabeza la Secretaría de Salud; es decir, la dinámica del gabinetazo no cambia.
El dueño de la máscara quiso patentizarle su cariño, pero sólo lo encueró: “con un profundo sentido social (dijo Calderón), el maestro Cordero se abocó a orientar las políticas públicas que habría de asumir el gobierno federal para que beneficiara a un mayor número de mexicanos… Además, su talento y compromiso han sido esenciales para impulsar la competitividad de la economía, la generación de empleo y el apoyo de las familias mexicanas… Como secretario de Desarrollo Social, fortaleció el Programa de Oportunidades; creó, precisamente, el Programa de Apoyo Alimentario, con el que por primera vez se brindó apoyo a más de un millón de familias, que nunca habían sido atendidas por el Estado. Yo estoy seguro de que el maestro Cordero seguirá demostrando ese sentido de responsabilidad, su patriotismo, su capacidad y, desde luego, su compromiso indeclinable con las mejores causas de México”.
En los hechos, en el balance de resultados concretos, y de acuerdo con lo expresado por el inquilino de Los Pinos, el avezado Cordero contribuyó a que 12.2 millones de mexicanos se sumaran a la pobreza; a que 5 millones más padecieran hambre; a que el déficit de empleo formal se acercara a 5 millones de plazas; a que la tasa oficial de desocupación creciera 60 por ciento; al incremento sostenido de la informalidad; al raquitismo en el “crecimiento” económico; a la caída de los índices de bienestar social; al desplome del ingreso y a tantas otras gracias producto del proyecto calderonista que ahora, según anunció el buen Ernesto, por todos los medios intentará mantener, primero, con la candidatura panista, y, segundo, ya en Los Pinos, si es que algún accidente nuclear o algún infarto en el sistema cerebral de los mexicanos le permite llegar a la residencia oficial.
Por otra parte, a Felipe Cordero se le presenta una oportunidad dorada para llevar a la práctica sus tesis más acabadas, ante la desastrosa “percepción” que de él tienen los mexicanos. Por ejemplo, Ernestico puede demostrar que en este país de “ingreso medio” 6 mil pesos es una cantidad más que suficiente para mandar a los niños a una escuela privada, pagar el crédito del coche y de la casa, y, por si fuera poco, financiar una campaña electoral con miras a la Presidencia de la República, toda vez que “la recuperación en la economía mexicana ya llegó a los bolsillos de las familias, aunque siempre la percepción de los mexicanos es peor y somos más exigentes de lo que las cifras muestran”.
Qué gran oportunidad: a los 57 millones de pobres en el país, votantes muchos de ellos, Felipe y su máscara podrán demostrar, también, que “hace mucho tiempo México dejó de ser pobre” y se encuentra en “una etapa de expansión y consolidación” de la clase media, aunque buena parte de ella no tenga empleo o sobreviva en la informalidad. Convencerá a los 28 millones de mexicanos sin acceso pleno a la alimentación que se “brinquen” una comida para que la crisis no les pegue tan duro, y a los 7 millones de ninis que con 1.5 por ciento anual como tasa promedio, el “crecimiento” económico en el calderonato ha resultado maravilloso y que la década perdida (la panista en el gobierno) ha sido benéfica para los mexicanos, pues si bien “existen riesgos de una recesión económica, no estamos en la orilla”. En fin, con el ¡Fua! como eje de acción, dedicará sus mejores cuan muy bien razonados discursos de campaña, como lo hizo en sus tiempos de funcionario, a negar sistemáticamente la realidad nacional, a repetir fábulas sobre el México idílico, a difundir mentiras y hacer el ridículo permanentemente, porque no hay duda de que esa fue la exitosa ruta que siguió para construir su candidatura. Así, Blanca Nieves se deshizo de los seis enanos restantes, y ya se puso la máscara.
Las rebanadas del pastel
Para que los mexicanos celebren a todo pulmón el mes de la patria y, desde luego, el feliz autodestape de Felipe Cordero Hinojosa, a partir del primer segundo de este sábado la Secretaría de Hacienda les regala el noveno gasolinazo del año (nueve meses, nueve aumentos). Gócenlo, mientras razonan su voto… Un abrazo, con mi agradecimiento pleno por su recibimiento, paciencia y tolerancia (incluida la petición de un minuto de receso para los fines ya conocidos), para los queridos integrantes del Círculo de Estudios Coapa.
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