0.56%
Carlos Bonfil
“¿Qué le pasó a México?” Con esta sencilla pregunta, cuya respuesta está hoy en los labios de todos los mexicanos, se inicia 0.56%, el documental de Lorenzo Hagerman que es crónica puntual de la muy cuestionada elección presidencial del 2006 en nuestro país. Para unos –los menos– una elección reñida y transparente; para muchos más el inevitable desenlace de una campaña sucia orquestada por los poderes fácticos (empresarios, monopolios audiovisuales y una lideresa sindical ofertando sus favores políticos) en complicidad con la máxima autoridad del país, para evitar (“Haiga sido como haiga sido”, Felipe Calderón) la llegada al poder del candidato de la izquierda Andrés Manuel López Obrador, considerado un peligro para México.
¿Qué le pasó a México? El documental de Hagerman, bitácora muy ágil de los días del intento fallido de desafuero al jefe de Gobierno de la ciudad y de las concentraciones multitudinarias que doblegaron el empecinamiento presidencial, aporta los elementos necesarios para una reflexión crítica a cinco años de aquel año electoral. El desaseo electoral no benefició en definitiva a nadie y sólo aplazó indefinidamente la transición democrática en el país. La pírrica victoria de la derecha se transformó en descrédito moral permanente para sus beneficiarios inmediatos a medida que fueron exponiéndose las irregularidades consentidas, el sucio contubernio de las autoridades electorales, y una impunidad hasta hoy persistente, doblada de fanfarronería y cinismo (“Negocié con Calderón porque no había otro. No me arrepiento de nada. La historia juzgará” Elba Esther Gordillo, a dos días del estreno del documental de Hagerman).
El también cinefotógrafo de Presunto culpable sigue paso a paso, desde abril del 2005 hasta el 16 de septiembre del 2006, el sainete del desafuero frustrado, las movilizaciones ciudadanas, el auge de la popularidad del jefe de gobierno, su doble perfil de funcionario y militante, sus reuniones matutinas con la prensa, las charlas con sus asesores y colaboradores cercanos, la preparación para una campaña electoral difícil, las primeras voces de alarma, esas señales de los poderes fácticos envalentonados con campañas negras dirigidas a una clase media presa de temores infundados y convidada al festín del envilecimiento moral. Aunque Hagerman retrata con acierto ese México crecientemente polarizado de mediados de 2006, la crónica presenta lagunas evidentes, como los alardes satisfechos de un Obrador seguro de su victoria y sus exabrutos verbales (“Cállate chachalaca”, “A este gallo no le han quitado ni una pluma”) de pintoresquismo inútil, indignos de un futuro estadista, blanco fácil para disminuir en las clases medias su capital de credibilidad política. Más grave aún, sin embargo, es el poco espacio que el documental dedica a las embestidas mediáticas en contra del candidato perredista y a la utilización facciosa del tribunal federal electoral para avalar una elección, reconocida por esa misma institución como gravemente irregular (intervención indebida del presidente, presiones ilícitas y flagrantes de la clase empresarial), faltas que en cualquier país democrático habrían supuesto la anulación inmediata de los comicios. El documental ignora asimismo las críticas al plantón de Reforma y a su oportunidad política, pero tampoco se detiene lo suficiente en el reclamo insistente y sustancial del “Voto por voto, Casilla por Casilla”, que de haber sido satisfecho habría dado un mínimo de certeza jurídica a una elección que hoy aparece manchada históricamente por una inaceptable omisión consentida.
En lugar de colocar los acentos pertinentes en los acontecimientos claves de los días que siguieron a la elección, aportando un punto de vista realmente crítico, el documentalista favorece lo que suele llamarse el lado humano de la historia, con el perfil afectivo del candidato, la entrega sentimental de sus colaboradores cercanos, la reducción de los diversos puntos de vista al de una sola persona presentada de forma reiterada, la voz siempre entrañable de Elena Poniatowska, como testigo privilegiado de los sucesos (quedando las voces críticas de Monsiváis, Krauze, Aguilar Camín, Lorenzo Meyer, entre tantas otras, capitales en esos momentos, eclipsadas en beneficio de una apuesta por lo anecdótico). El documental tiene sin embargo una agilidad sorprendente, y gran parte de su eficacia tiene que ver con la repetición que la propia realidad social y política hace hoy de lo ahí narrado. Persisten la impunidad y las prácticas sucias en materia electoral, y nunca como ahora vastos sectores de la población habían considerado inútiles los procesos electorales por ser meros rituales de repartición de cotos de poder entre políticos y empresarios. A la pregunta inicial de “¿Qué le pasó a México?”, el documental 0.56% parece responder, en su crónica emotiva y accidentada, que en las elecciones de 2006 hubo en definitiva una sola parte perdedora, enorme e incapaz hasta hoy de asimilar la derrota, y que esa parte fue la democracia.
0.56% se exhibe en Cineteca Nacional, Cinépolis, Cinemex, Lumiere Reforma y Cinemanía Loreto.
carlos.bonfil@gmail.com
¿Qué le pasó a México? El documental de Hagerman, bitácora muy ágil de los días del intento fallido de desafuero al jefe de Gobierno de la ciudad y de las concentraciones multitudinarias que doblegaron el empecinamiento presidencial, aporta los elementos necesarios para una reflexión crítica a cinco años de aquel año electoral. El desaseo electoral no benefició en definitiva a nadie y sólo aplazó indefinidamente la transición democrática en el país. La pírrica victoria de la derecha se transformó en descrédito moral permanente para sus beneficiarios inmediatos a medida que fueron exponiéndose las irregularidades consentidas, el sucio contubernio de las autoridades electorales, y una impunidad hasta hoy persistente, doblada de fanfarronería y cinismo (“Negocié con Calderón porque no había otro. No me arrepiento de nada. La historia juzgará” Elba Esther Gordillo, a dos días del estreno del documental de Hagerman).
El también cinefotógrafo de Presunto culpable sigue paso a paso, desde abril del 2005 hasta el 16 de septiembre del 2006, el sainete del desafuero frustrado, las movilizaciones ciudadanas, el auge de la popularidad del jefe de gobierno, su doble perfil de funcionario y militante, sus reuniones matutinas con la prensa, las charlas con sus asesores y colaboradores cercanos, la preparación para una campaña electoral difícil, las primeras voces de alarma, esas señales de los poderes fácticos envalentonados con campañas negras dirigidas a una clase media presa de temores infundados y convidada al festín del envilecimiento moral. Aunque Hagerman retrata con acierto ese México crecientemente polarizado de mediados de 2006, la crónica presenta lagunas evidentes, como los alardes satisfechos de un Obrador seguro de su victoria y sus exabrutos verbales (“Cállate chachalaca”, “A este gallo no le han quitado ni una pluma”) de pintoresquismo inútil, indignos de un futuro estadista, blanco fácil para disminuir en las clases medias su capital de credibilidad política. Más grave aún, sin embargo, es el poco espacio que el documental dedica a las embestidas mediáticas en contra del candidato perredista y a la utilización facciosa del tribunal federal electoral para avalar una elección, reconocida por esa misma institución como gravemente irregular (intervención indebida del presidente, presiones ilícitas y flagrantes de la clase empresarial), faltas que en cualquier país democrático habrían supuesto la anulación inmediata de los comicios. El documental ignora asimismo las críticas al plantón de Reforma y a su oportunidad política, pero tampoco se detiene lo suficiente en el reclamo insistente y sustancial del “Voto por voto, Casilla por Casilla”, que de haber sido satisfecho habría dado un mínimo de certeza jurídica a una elección que hoy aparece manchada históricamente por una inaceptable omisión consentida.
En lugar de colocar los acentos pertinentes en los acontecimientos claves de los días que siguieron a la elección, aportando un punto de vista realmente crítico, el documentalista favorece lo que suele llamarse el lado humano de la historia, con el perfil afectivo del candidato, la entrega sentimental de sus colaboradores cercanos, la reducción de los diversos puntos de vista al de una sola persona presentada de forma reiterada, la voz siempre entrañable de Elena Poniatowska, como testigo privilegiado de los sucesos (quedando las voces críticas de Monsiváis, Krauze, Aguilar Camín, Lorenzo Meyer, entre tantas otras, capitales en esos momentos, eclipsadas en beneficio de una apuesta por lo anecdótico). El documental tiene sin embargo una agilidad sorprendente, y gran parte de su eficacia tiene que ver con la repetición que la propia realidad social y política hace hoy de lo ahí narrado. Persisten la impunidad y las prácticas sucias en materia electoral, y nunca como ahora vastos sectores de la población habían considerado inútiles los procesos electorales por ser meros rituales de repartición de cotos de poder entre políticos y empresarios. A la pregunta inicial de “¿Qué le pasó a México?”, el documental 0.56% parece responder, en su crónica emotiva y accidentada, que en las elecciones de 2006 hubo en definitiva una sola parte perdedora, enorme e incapaz hasta hoy de asimilar la derrota, y que esa parte fue la democracia.
0.56% se exhibe en Cineteca Nacional, Cinépolis, Cinemex, Lumiere Reforma y Cinemanía Loreto.
carlos.bonfil@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario