Desfiladero
No pueden y no quieren irse
Jaime Avilés
Se llama Cinco presidentes. Es un campo petrolero del estado de Tabasco que en 2009 fue reconocido por Pemex como el de “mayor producción en el país”. En 2010, por motivos harto explicables, fue clasificado como “campo maduro”, es decir, indigno de seguir siendo explotado porque… se agotó. ¡Ja! Ahora, en 2011, forma parte del catálogo de “campos maduros” que Felipe Calderón ofreció en licitación a las empresas privadas que quieran exprimirles los “residuos”, y que acepten, como forma de pago, un porcentaje del aceite y del gas que encuentren.
Como eso, en los hechos, significa permitir que particulares exploren, exploten, almacenen y transporten los hidrocarburos que pertenecen exclusivamente a la nación, los presidentes de cinco municipios tabasqueños –Tenosique, Jonuta, Paraíso, Cunduacán y Jalapa–, asesorados por Claudia Sheinbaum y con apoyo del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), que encabeza Andrés Manuel López Obrador, presentaron esta semana una controversia constitucional contra los “contratos incentivados” que Calderón acaba de sacar a subasta, pues consideran que éstos violan las disposiciones de la reforma que el Senado aprobó en 2008.
Entre tanto, en el contexto de la crisis diplomática que provocaron las revelaciones de Wikileaks publicadas por La Jornada, acerca de la pésima imagen que el gobierno de Hillary Clinton tiene del gabinete de seguridad mexicano, diversos titiriteros enviados por Washington vinieron esta semana a montar un espectáculo de teatro guiñol para remendar a las únicas marionetas que les quedan en la guerra dizque “contra” el narco: el propio Calderón de la Parca y el nuevo astro del Canal de las Estrellas, Genaro García Luna (a quien Televisa convertirá en Gabriel Gómez Lira, el superhéroe de la telenovela sobre las “hazañas” de la Policía Federal que se estrenará el 2 de mayo: lo que nos faltaba).
Pero mientras en la 28 Conferencia Internacional para el Control de las Drogas, que se llevó a cabo en Cancún, esas figuras de la Casa Blanca y el Departamento de Estado alababan la “valentía” de Calderón y la “eficacia” de García Luna, y al mismo tiempo admitían que “la guerra antinarco es un fracaso”, en San Fernando, Tamaulipas, fueron descubiertas otras narcofosas y, dentro de ellas, los cadáveres de un total de 72 personas, cuya nacionalidad se ignora… pero se presume.
Los cuerpos aparecieron en el mismo lugar donde, en agosto del año pasado, fueron asesinados 72 migrantes centro y sudamericanos. La causa de que miles de hombres y mujeres de América Latina sean víctimas de la Mara Salvatrucha, los agentes corruptos de Migración, los soldados azules de García Luna y los cárteles que controlan el Golfo de México, todos los cuales, junto con el Ejército y la Marina, venden y compran a los viajeros sin papeles como mercancías altamente redituables, es un tema que se presta a distintas interpretaciones.
Desde Nueva York, el pasado martes, David Brooks reportó que, según el general Douglas Fraser, jefe del Comando Sur de Estados Unidos, “el Triángulo Norteño (sic) de Guatemala, El Salvador y Honduras, es la zona más letal del mundo”, fuera de las que en otras regiones del planeta se hallan en guerra. No obstante –y esa fue una nueva pedrada para el hombrecito de Los Pinos–, México no ha hecho nada para combatir la delincuencia en su frontera sur. Ello se debe, según el jefe del Comando Norte, almirante James Winnefeld, a que por ahora, las fuerzas armadas mexicanas concentran sus esfuerzos en Tamaulipas y Nuevo León, dada la violencia de los cárteles que allí trabajan, “y lo último que desean es abrir otro frente en el sur, antes de que logren controlar los desafíos en el noreste”. Pues bien, estas opiniones son muy discutibles.
Durante el debate que sotuvo el 6 de junio de 2006 con López Obrador, Calderón se burló de las propuestas del tabasqueño en torno a la reconstrucción del servicio de transporte de seres humanos en ferrocarril. “¿De cuál fumó?”, preguntó al auditorio, lleno de entusiasmo. “¿Trenes para que los migrantes lleguen más rápida y cómodamente a la frontera (de Estados Unidos)?” En aquel momento, nadie imaginó el horror que ocultaban esas palabras.
En junio de 2006, las ciudades tamaulipecas eran ya muy peligrosas, pero nada comparado con lo que son ahora. Por lo tanto, la decisión de ofrecer a los migrantes latinoamericanos las peores condiciones en términos de transporte y seguridad, para reducir su flujo hacia Estados Unidos, fue parte de una política diseñada con premeditación, alevosía y ventaja para que las fuerzas del crimen organizado los martirizaran a sus anchas.
A lo largo del felipato, según la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, han desaparecido 5 mil 397 personas (“3 mil 457 son hombres, mil 885 mujeres y en 55 casos más no se proporcionaron datos” de género) y, en el mismo lapso, han sido recogidos 8 mil 898 cuerpos que no fueron identificados. Sin bases científicas, sin una lista de nombres ni un registro numérico de víctimas, semana a semana, al tanteo, todas y todos vamos redondeando la cifra aproximada de muertos causados por la guerra del monstruo panista.
Ahora decimos que van 40 mil, pero nadie sabe cuál es la cantidad verdadera. Si el día de mañana se descubre que, a principios de abril de 2011, había en realidad 100 mil o 200 mil muertos, eso no alterará una percepción que día tras día se extiende por todo México: esto es un genocidio y debemos detenerlo ya. Más obvios no pueden ser. Matan y matan y, detrás de ese río de sangre, cumplen la única promesa de campaña que no hicieron pública: entregar hasta la última gota de petróleo a quienes los incrustaron en Los Pinos. Así, pues, ya basta de si no pueden váyanse. No pueden, no quieren y no tienen la menor intención de irse.
Tensión en la UACM
En la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, mientras tanto, crece la tensión provocada por la rectora Esther Orozco, tras el descubrimiento de un subterfugio en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, que montó en contubernio con diputados perredistas para asegurar su relección dos años y medio antes del final de su mandato.
Tras la publicación de un desplegado en el que usó recursos de la casa de estudios para cantar loas a sí misma, insultar al personal académico, ofender a la comunidad estudiantil y rechazar el escrutinio público de la prensa, exhibiendo una visión paranoica que le sugiere complots y conspiraciones hasta en la sopa, Orozco se dispone a cometer errores aún más graves.
Acusada de retener ilegalmente las cuotas sindicales, incurrir en prácticas corruptas como la de nepotismo, desviar recursos de la institución a la promoción de actividades privadas y cabildear en busca de firmas de apoyo carentes de prestigio académico pero dueñas de gran y merecida popularidad artística, Orozco sigue incrementando la tensión en los planteles, prepara una ola de despidos de profesores y administrativos que le incomodan y puede generar brotes de violencia entre grupos porriles, que ya se denominan “orozquistas”, y estudiantes y maestros que, abiertamente, piden su renuncia, pues, como dijo alguien, no entienden qué hace “una chica como ella en un lugar como ése”, que a todas luces no le gusta y no sabe ni puede gobernar.
Enlaces:
Sitio especial de La Jornada sobre WikiLeaks
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