La sucia lista del PAN, con viejas prácticas del PRI
Álvaro Delgado
25 de febrero de 2012
El Partido Acción Nacional sigue perfeccionando las trapacerías que en otros tiempos denunció. Ahora, en su proceso interno de selección de candidatos a senadores campearon las más añejas prácticas priistas, ya usuales en el panismo: uso de dinero público para comprar votos, acarreos, amenazas e inducción del sufragio. La lista resultante de aspirantes blanquiazules incluye, sobre todo, a militantes que tienen alguna cercanía con el presidente Felipe Calderón o con su hermana Cocoa
Intimidaciones, amenazas, coacción, inducción y sobre todo compra masiva de votos con recursos gubernamentales, entre otras prácticas de fraude electoral, caracterizaron la elección de candidatos a senadores del Partido Acción Nacional (PAN) el domingo 19, dos semanas después de la contienda de los aspirantes presidenciales, marcada también por el desaseo.
Con base en demandas de impugnación presentadas ante la Comisión Nacional de Elecciones (CNE) del PAN, entrevistas y pronunciamientos públicos de los panistas, puede afirmarse que en la jornada electoral no sólo se registraron prácticas antidemocráticas –incluyendo el voto de personas muertas–, sino conductas delincuenciales por el uso clientelar de programas sociales.
Oportunidades, el programa del gobierno federal de combate a la pobreza, fue el más utilizado por candidatos, dirigentes y militantes del PAN para la obtención del voto de los mexicanos más pobres, pero también entregaron leche Liconsa y estufas ecológicas de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol).
Según las denuncias de los panistas, las acciones de mapachería electoral –entre ellas el masivo reparto de despensas y el acarreo de electores aun sin ser militantes, como en Chihuahua– se presentaron en numerosos estados como Veracruz, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Tamaulipas, Oaxaca y Yucatán, donde funcionarios federales, estatales y municipales actuaron de manera facciosa.
Estas prácticas de mapachería electoral, que se han multiplicado desde que el PAN llegó al gobierno federal en 2000, han ofendido a la militancia, sobre todo porque no se sanciona a quienes las cometen.
Chihuahua es un ejemplo de esta impunidad: En la elección para candidatos a diputados federales plurinominales, en marzo de 2009, hubo prácticas fraudulentas, como el voto de muertos en Batopilas, donde nació Manuel Gómez Morin, y se identificó al entonces presidente local del PAN, Cruz Pérez Cuéllar, como uno de los responsables. (Extracto del reportaje que se publica esta semana en la revista Proceso 1843, ya en circulación)
Álvaro Delgado
25 de febrero de 2012
El Partido Acción Nacional sigue perfeccionando las trapacerías que en otros tiempos denunció. Ahora, en su proceso interno de selección de candidatos a senadores campearon las más añejas prácticas priistas, ya usuales en el panismo: uso de dinero público para comprar votos, acarreos, amenazas e inducción del sufragio. La lista resultante de aspirantes blanquiazules incluye, sobre todo, a militantes que tienen alguna cercanía con el presidente Felipe Calderón o con su hermana Cocoa
Intimidaciones, amenazas, coacción, inducción y sobre todo compra masiva de votos con recursos gubernamentales, entre otras prácticas de fraude electoral, caracterizaron la elección de candidatos a senadores del Partido Acción Nacional (PAN) el domingo 19, dos semanas después de la contienda de los aspirantes presidenciales, marcada también por el desaseo.
Con base en demandas de impugnación presentadas ante la Comisión Nacional de Elecciones (CNE) del PAN, entrevistas y pronunciamientos públicos de los panistas, puede afirmarse que en la jornada electoral no sólo se registraron prácticas antidemocráticas –incluyendo el voto de personas muertas–, sino conductas delincuenciales por el uso clientelar de programas sociales.
Oportunidades, el programa del gobierno federal de combate a la pobreza, fue el más utilizado por candidatos, dirigentes y militantes del PAN para la obtención del voto de los mexicanos más pobres, pero también entregaron leche Liconsa y estufas ecológicas de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol).
Según las denuncias de los panistas, las acciones de mapachería electoral –entre ellas el masivo reparto de despensas y el acarreo de electores aun sin ser militantes, como en Chihuahua– se presentaron en numerosos estados como Veracruz, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Tamaulipas, Oaxaca y Yucatán, donde funcionarios federales, estatales y municipales actuaron de manera facciosa.
Estas prácticas de mapachería electoral, que se han multiplicado desde que el PAN llegó al gobierno federal en 2000, han ofendido a la militancia, sobre todo porque no se sanciona a quienes las cometen.
Chihuahua es un ejemplo de esta impunidad: En la elección para candidatos a diputados federales plurinominales, en marzo de 2009, hubo prácticas fraudulentas, como el voto de muertos en Batopilas, donde nació Manuel Gómez Morin, y se identificó al entonces presidente local del PAN, Cruz Pérez Cuéllar, como uno de los responsables. (Extracto del reportaje que se publica esta semana en la revista Proceso 1843, ya en circulación)
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